La cancelación del Festival Internacional Cervantino es comprensible, incluso deseable frente a los contagios que el país registra diariamente. Su realización “virtual” es, por otro lado, irremediable debido al presupuesto asignado. ¿Pero el comité y las autoridades fueron responsables? El 28 de junio, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, en la conferencia vespertina advirtió que si bien el Covid-19 está activo, es probable que haya un repunte de octubre a marzo por la influenza y la temporada invernal. Paralelamente a esta información, festivales en el mundo fueron anunciando sus cancelaciones, compañías internacionales asumieron que, con suerte, podrían retomar en diciembre algunas actividades; además crecían las noticias de rebrote en distintos países y las restricciones de viaje iban en aumento. Es decir, desde hace por lo menos un mes había indicadores que orillaban a pensar en la imposibilidad de realizar un festival de las características del Cervantino. Y, sin embargo, distintas autoridades guanajuantenses y la directora del FIC seguían sosteniendo que estaba firme la intención de llevarlo a cabo con distintos formatos. Había plan A, B, C, D, E y F. Tomaron el F, dijo la directora Mariana Aymerich, el plan indeseable, pero también el plan para el que no estaban preparados. Mientras el sector cultural y turístico del estado, así como los miles de artistas nacionales que participan, cuentan las pérdidas económicas que tendrán, las autoridades están en análisis de todo, de apoyos, de contratos, de formatos, de programación, de presupuesto, de todo. Ahora están a vapor para resolver y las prisas no son buenas consejeras. Algo salió muy mal y no serán los funcionarios quienes lo pagarán.

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