Los gremios dancístico y teatral independientes propusieron ayer, por separado, algunas medidas para mitigar el impacto económico que enfrentarán ante la pandemia por coronavirus. A un mes de iniciada la Jornada de Sana Distancia y a casi cinco semanas de que los teatros y recintos cerraran, las autoridades culturales poco o nada han hablando de la reactivación de la vida cultural del país. Hasta ahora, los propios artistas no han podido calcular las pérdidas económicas que enfrentan, tan sólo 15 espacios culturales independientes, agrupados en una asociación civil, advierten que sólo durante abril habrán perdido 10 millones de pesos. Ni la comunidad de danza ni la de teatro ni las autoridades tienen la certeza de cuántos artistas existen en toda la República y ni cuántos están siendo gravemente afectados. Hasta ahora, la única certeza que existe es que el regreso a las actividades será un proceso muy duro. “Fuimos los primeros en cerrar y seremos los últimos en abrir”, dicen. El futuro se vislumbra sombrío. ¿Cuándo se anunciarán programas institucionales eficientes y de largo aliento para los trabajadores de la cultura?

Y así celebra Taibo este año el Día del Libro

En cuestión de libros, el empeño de Paco Ignacio Taibo II raya en lo obsesivo. Por segundo año consecutivo como director del Fondo de Cultura Económica volvió a insistir en celebrar el Día Mundial del Libro y el Derecho de Autor con un homenaje a los libros prohibidos y perseguidos; con esa idea editó —con algunas fallas— y regaló en 2019 una edición económica de La sombra del caudillo, del mexicano Martín Luis Guzmán; bueno, para este 2020 se le ocurrió editar la antología El despertar de la poesía, del poeta español Antonio Machado, quien fue perseguido por el franquismo. La selección y prólogo del libro fue encargado al poeta y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero. Claro, la propuesta de Taibo era publicar el libro y regalarlo de forma masiva —quizás también en Paseo de la Reforma, como el año pasado—, sin embargo la contingencia sanitaria se lo impidió y no le quedó más remedio que ofrecer su descarga gratuita durante todo el día de ayer, lo que no pudo evitar fue darse el gusto de mostrar —en una transmisión a través de Facebook— el primer libro que tuvo de Machado, una edición de noviembre de 1940, un regalo de su padre, quien lo tuvo escondido en la trastienda de una librería cuando trabajaba en Oviedo. Uy, pues que fifí.

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