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Andreas Kilcher recién publicó Kafka Werkstatt: Der Schriftsteller bei der Arbeit (El taller de Kafka: el trabajo del escritor, y que llevaría por título, en una futura edición en inglés, “Kafka Wrote by Reading”), su más reciente reflexión sobre la obra del escritor, lanzado en Alemania este 2024 por C. H. Beck como parte de las conmemoraciones derivadas del centenario de su muerte.
¿Cuál es el origen intelectual de su más reciente libro sobre Kafka?
El contexto intelectual del libro es el intento por entender la literatura de Franz Kafka desde una nueva vía. Desde mi perspectiva, la literatura no se entiende como un asunto meramente psicológico, como si Kafka hubiera tenido una necesidad existencial que lo hiciera escribir. Tampoco la entiendo de una manera teorética, como si Kafka siguiera un modelo establecido. La entiendo más bien de un modo más práctico: cómo operaba Kafka cuando leía y escribía. Observo a Kafka leyendo, visitando librerías, cafés y clubes de lectura, observo cómo lee libros y periódicos, cómo procesa lo que ha leído, cómo lo adapta y transforma, y como fluye todo ello dentro de su escritura. Lo concibo así porque esta lectura y escritura es en realidad un solo proceso en donde se combinan ambas partes. Es una clase de “text processing” o “procesamiento de texto”.
¿Cuáles son los aspectos que, en su libro son iluminados por primera vez, acerca de Franz Kafka el lector y el escritor?
Basándome en lo planteado anteriormente, en este libro intento examinar, en consecuencia, la manera como Franz Kafka trabajó como escritor desde esa perspectiva muy concreta, no desde la teoría sino desde la práctica. Lo que surge a la vista al respecto es que la lectura desempeñó un papel central en su creatividad literaria. Esto significa que Kafka no sólo inventó lo que escribió, sino que mucho de ello surgió de sus lecturas.
Esta es la tesis central de Kafka Wrote by Reading. De hecho, Kafka era un absolutamente codicioso lector, tal como él mismo escribió, que no sólo leía novelas y literatura clásica, sino también periódicos y revistas. Esto significa que Kafka estuvo en un permanente contacto directo con el pulso de su época. La lectura lo volvió un contemporáneo que observaba los sucesos con una gran cercanía.
La segunda tesis importante del libro es que la conexión entre lectura y escritura no siempre fue consciente, lo que habría sucedido si Kafka hubiera sido periodista, científico o filólogo, lo cual no era así. Más bien, esa conexión emergía a menudo de manera semiconsciente o inconsciente. La conexión se establecía a través de asociaciones a nivel onírico, tal como las cosas funcionan en la literatura. Y, también, en un nivel transformador: cuando Kafka escribe, lo que es leído es transformado.
¿El psicoanálisis, el sionismo,el marxismo y otras corrientes de pensamiento de aquellos momentos resuenan en su literatura, y de ser así, de qué manera?
Al momento de examinar en el libro las teorías predominantes de la época, como el psicoanálisis, el marxismo y el sionismo, entre otras, en relación con Kafka, no intento compararlas pues esa no es mi intención. Es más importante para mí mostrar cómo Kafka se ocupa de semejantes teorías que alcanzaron tan hondas repercusiones en su época y, a la vez, como las ha procesado en sus propios textos. Inevitablemente, Kafka entró en contacto con estas teorías, que eran omnipresentes en sus estudios en la Universidad, en el discurso público y especialmente en las revistas.
No obstante, la manera como Kafka lidia con estas concepciones no implica necesariamente una aprobación, pues igual podía hacerlo desde una perspectiva crítica o desde un ángulo fragmentario. Kafka, de hecho, nunca fue un teórico ni tuvo una mentalidad programática; fue más un escéptico y un ecléctico. Esto es, fue un crítico y tomó lo que quería y como lo quería. Esta posición explica el significado y la importancia que estas teorías tuvieron para su escritura. Por ello esos magnos paradigmas de la modernidad nunca aparecen en sus textos ni de manera completa ni de manera directa, sino de modo indirecto y fragmentario, en ocasiones de modos tales que son difíciles de reconocer. Eso requiere entonces un trabajo detectivesco, que es justo lo que hago en el libro.