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El caricaturista Helioflores (Xalapa, Veracruz, 8 de octubre de 1931), a unas horas de inaugurar su primera exposición individual en la Ciudad de México, reflexiona sobre las complejidades de su profesión, la situación de los medios de comunicación, la censura y los lectores.

“Son casi 60 años de trayectoria, que la verdad se han ido pronto. El tiempo se va rápido, sobre todo si haces lo que te gusta. A las nuevas generaciones de caricaturistas les diría que a veces no es fácil y [que] muchas veces se desanima uno, pero hay que seguir”, declara.

El colaborador de EL UNIVERSAL inaugurará mañana Helioflores, su primera exposición individual en la Ciudad de México, que estará en el Museo del Estanquillo hasta febrero de 2020, y que fue curada por Rafael Barajas El Fisgón.

"Con la caricatura no se dan aplausos": Helio Flores
"Con la caricatura no se dan aplausos": Helio Flores

Son casi 60 años de carrera, ¿cómo ha visto el tránsito de la caricatura en estos años?

—Ha evolucionado, y para mejorar. Al mismo tiempo, los caricaturistas también tenemos la obligación de ir mejorando. También el lector ha cambiado, ahora son más exigentes, ya no se conforman con la misma prensa de antes. Antes la caricatura sólo era el político con un personaje del pueblo y viñetas, ese era todo el cartón. Ahora son más sugerentes y exigen más del lector.

Hay una especie de complicidad entre lector y creador para que el cartón se pueda completar.

En estos cambios ha intervenido la tecnología, ¿esto ha incidido en sus creaciones?

—Aunque no quiera, pues sí. Antes trabajaba con una cartulina específica y con tinta china, pero de repente a esa cartulina dejaron de producirla. La tinta china no sé si era de mejor calidad antes, pero pintabas y la tinta se quedaba sobre el papel, ahora ya no es la misma. Algunos cambios han sido para facilitar el trabajo, pero por otro lado está el riesgo de que si todos utilizamos esa misma tecnología, los trabajos podrían verse iguales tanto en el color como en el estilo.

Uso muy poco la tecnología, de hecho, aún trabajo en cartulina. Sólo uso la computadora para enviarlo y corregir alguna mancha.

Habla de la época actual. ¿Cómo ve a las nuevas generaciones de caricaturistas?

—Hay buenos caricaturistas. Me refiero a jóvenes con 20 años de trayectoria. Posiblemente hay muchos a quienes les guste dibujar o hacer caricatura, pero no tienen la facilidad para empezar a publicar.

Para que empieces a trabajar en un periódico necesitas que se muera alguien de los que está ahí o que surja un nuevo medio. Por eso cuesta que se puedan desarrollar, pero con todo y eso hay buenos caricaturistas tanto de política como de humor.

¿Qué opina de los cambios en los medios de comunicación?

—Los medios también han tenido cambios por la tecnología, pero también por los cambios en la política. Tengo entendido que muchos periódicos están sufriendo porque ya no reciben la publicidad de antes, que también pienso era exagerada. Había medios que sólo vivían de eso, no tanto porque estuvieron haciendo periodismo o porque tuvieron un equipo de trabajadores, casi que vivían a expensas del dinero que les daba el gobierno dizque de publicidad. En México eso ha afectado porque hubo este cambio. Según entiendo este nuevo gobierno ya no gastará tanto en dizque publicidad, porque ahí entraban chayotes, corrupción y de todo.

¿Qué opina de los cambios que ha habido con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador?

—Pienso que no es lo mismo. Para criticar, el caricaturista tiene que ver qué hace mal un funcionario o un político. En mi caso, me han tocado como ocho sexenios y desde que inicié eran priistas. Eran muchos los temas que nos daban, porque veíamos corrupción, demagogia, compadrazgos y políticos que solamente veían para su beneficio y no tanto para el país.

En 2000, con la llegada de Vicente Fox [PAN], estábamos con expectativas, pero al poco tiempo vimos que era lo mismo o peor.

Algunos creemos que el cambio se está iniciando. Si queríamos un cambio y ahora está la posibilidad, no podemos seguir en el mismo papel de seguir dándole de palos todos los días al Presidente, como antes. Hubo muchos presidentes que no permitieron críticas en los medios, eso ya cambió. Sin embargo, hay otras cosas con las que estamos apenas a la expectativa, pero creo que aún estamos a poco tiempo, eso nos coloca a muchos caricaturistas en la situación de ser más cuidadosos con nuestro trabajo.

Hay muchas cosas criticables, [pero] veo diferente la situación. Eso me lo critican, me dicen que ya me compró el gobierno; sin embargo, con la caricatura no se dan aplausos. El hecho de no estar todo el tiempo sobre ellos [los políticos] te hace sospechoso de [ser] chayotero.

¿Ha sido censurado?

—Sí, cómo no. Era algo frustrante porque ya se había invertido tiempo. Afortunadamente ahora no hay censura, pero digo, de momento no la hay porque nunca se sabe.

En la época de Carlos Salinas no podías tratar el tema del presidente, no podías poner un personaje pelón. Alguna vez hice un cartón con un personaje así y al otro día lo vi publicado con pelo, me dijeron que era para que no se pareciera a Salinas.

Habla de una similitud en las caricaturas, también hay presencia constante de personajes, ¿cómo hace para no repetirse?

—Me gusta hacer más la caricatura de lo que están haciendo, de su papel en la política, que de su físico. Su físico es importante para que se parezcan. Lo que más interesa de un caso, por ejemplo, como Carlos Romero Deschamps, su papel como líder charro, su corrupción y todo lo que pasa alrededor, lo que gasta, coma y lo que inexplicablemente tiene siendo un líder de trabajadores. Procuro darle la vuelta para no repetir el mismo cartón. No resulta complicado, sino cansado el que estén los mismos personajes.

Estamos, se supone, en un sexenio de cambio, pero muchos personajes siguen. Aunque ya los haya tratado en caricatura, no puedo dejarlos de dibujar, porque siguen presentes, están en sus mismos papeles.

En las constantes aparecen temas como la violencia o la inseguridad. ¿Cómo hace para no perder el humor frente a esas situaciones?

—Hay temas muy difíciles, sí se pueden hacer, pero no en el mismo tono. En el terremoto de 1985, por ejemplo, me costó mucho trabajo, pero le busqué porque no se puede salir con una chistosada. Lo mismo ahora con tanta muerte, tanto desaparecido. Son temas complicados, pero hay que tratarlos porque son de todos los días.

Ahora veo más sensibilidad por parte del lector, pero no sé si sea por las redes sociales o por la división que surgió por el cambio de gobierno. El país está dividido, pero no es la misma cantidad de fifís que la de chairos. El gobierno ganó por gran cantidad, eso significa algo, pero los que perdieron no les gustó porque eran lo   s que siempre ganaban.

Sí hay mucha división, además hay muchos —de ambos bandos— que están pagados para criticar.

A lo largo de su trayectoria ha recibido premios, tiene Twitter y le hacen críticas. ¿Qué tanto peso tienen ambas cosas?

—Las dos cuentan. Hace poco entré a Twitter y pude saber el punto de vista de los lectores. Ahora hay más contacto con el lector por las redes sociales, sí hay críticas pero no muchas. Hay comentarios que no son pensados, sino con afán de molestar, pero no los tomo en cuenta. Los reconocimientos son estímulos, más cuando vienen del mismo medio periodístico.

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