Bajo la Ocupación nazi de Francia, muchas obras de arte de familias judías fueron confiscadas y vendidas en subastas muy concurridas en las que pujaban también grandes museos parisinos, un expolio contado ahora en el museo del Memorial de la Shoah en la capital francesa.

Con 300 documentos, carteles, fotos y objetos, la exposición recuerda cómo galeristas y coleccionistas judíos fueron víctimas del régimen colaboracionista de Vichy y del ocupante nazi.

"Bajo la Ocupación, reina la penuria. Pero en la (sala de subastas de) Drouot se vende todo, los golpes de martillo son incesantes", explica a la AFP Emmanuelle Polack, comisaria científica y autora del libro de referencia "El mercado del arte bajo la Ocupación".

Fuera de la sala, los carteles prohibían la entrada de judíos, acusados por la propaganda de Vichy de "haber robado las riquezas" de los franceses. Se verificaba la identidad y había encargados de detectar cualquier intento de filtración.

Según Polack, entre 1941 y 1942, más de dos millones de objetos fueron vendidos en París, principalmente en la sala Drouot.

En ese periodo, la administración empezó a confiscar a los judíos sus obras de arte, sus bienes inmobiliarios y financieros. A los galeristas, se les bloqueaban sus cuentas y expoliaban sus salas.

Privados de los recursos que les habrían permitido tratar de huir, miles de judíos "cayeron en las redes" de la persecución nazi.

Algunas obras de arte fueron devueltas a sus propietarios tras largos combates jurídicos: es el caso de los cuadros de John Constable y Thomas Couture, expuestos en el museo del Memorial de la Shoah.

También hubo subastas en Niza, en la Riviera francesa en el sureste, con la venta del "gabinete de un aficionado parisino" en junio de 1942, en el Savoy-Palace. Bajo ese nombre, se dispersaron las obras del gran coleccionista Armand Isaac Dorville, fallecido el año anterior. El gobierno de Vichy amasó las cuantiosas sumas generadas por la venta.

Una docena de obras de la colección de Dorville siguen formando parte de las colecciones nacionales. El Louvre, el Museo de Orsay y el Museo de Artes Decorativas prestaron cuatro al Memorial.

La exposición permite revivir también el destino de cuatro galerías ilustres: la de Paul Rosemberg, uno de los principales coleccionistas del arte de vanguardia, con unas 50 obras que siguen hoy en día sin herederos; la de Berthe Weill, descubridora de pinturas emergentes; la de René Gimpel, fallecido en el campo alemán de Neuengamme en 1945, y finalmente la de Pierre Loeb.

Loeb emigró a Cuba dejando en manos de un colega su galería en París para evitar que fuera expoliada, pero a su vuelta, el segundo no quiso devolvérsela. Fue Pablo Picasso quien le ordenó hacerlo.

La exposición muestra además cómo algunas casas de subastas que más colaboraron con la Ocupación cambiaron fácilmente de bando a partir de 1945, elaborando bellos catálogos para ventas en beneficio de los deportados, de las Fuerzas Francesas del Interior constituidas con la fusión de los grupos de Resistencia.

Polack llamó igualmente a los museos nacionales a profundizar sus investigaciones sobre las obras expoliadas entre 1940 y 1944 en sus colecciones.

"Si se restituyeran las obras, los museos ganarían" en consideración, dijo Polack, apoyándose en el anuncio el año pasado del gobierno francés de reforzar los servicios de restitución de bienes expoliados a las familias judías.

Para la comisaria, el hecho de que varias obras de la colección Dorville fueran prestadas "muestra la voluntad de trabajar juntos". "Estamos en el principio de una nueva actitud de los museos, que se disponen a trabajar más sobre el origen" de sus obras, estima.

La exposición estará abierta al público entre el 20 de marzo y el 3 de noviembre.

akc

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