El teatro huele a bicho muerto, las ratas deambulan por debajo del escenario, la escenografía está derruida, las telas acabadas y el vestuario tiene acumulado el polvo de los años y de los viejos éxitos. Es la desolación, la desesperanza, es el fin del teatro de arrabal y de cabaret, del teatro popular, es la derrota ante la banalización del arte en un mundo que no está más interesado en el humor o en la poesía.

Esta es la premisa de la obra El desguace de las musas , de la compañía La Zaranda-Teatro Inestable de Ninguna Parte en coproducción con el Teatro Español y el Teatre Romea , con dramaturgia de Eusebio Calonge (Jerez, 1963), que se presentó en la 47 edición del Festival Internacional Cervantino .

El desguace de las musas

presenta a un grupo de artistas aislados que a contracorriente resisten agotados entre la resignación y el encono, sin ningún heroísmo, a merced de una época que renuncia a lo poético.

Los actores Francisco Sánchez , Gaspar Campuzano , Inma Barrionuevo , Gabino Diego , Enrique Bustos y María Ángeles Pérez-Muñoz reflexionan a través de sus personajes, actores en decadencia, acerca del teatro, del público que ha decidido abandonar el teatro popular en donde se podía reír de la vida, de la política, de la muerte, de sí mismos.

Los personajes conforman un grupo de actores que lidian que su decrépito director, que sigue vivo por la ilusión de estar, una vez más, frente a un público que no llega, está enfermo, cansado, y los demás cuidan de él. Sin embargo, cada uno tiene sus propias batallas, la actriz y cantante condenada a tocar sólo el piano, el actor cuyo sentido del humor es despreciado y carga sobre sus hombros el desafío de seguir adelante con la compañía, y los viejos que han visto desaparecer la gloria frente a sus ojos.

La dramaturgia no es compasiva con el teatro, ni con sus productores ni con el público. En algún momento, uno de los personajes advierte que hoy sólo interesa el marketing, las modas y lo “contemporáneo” que es, muchas veces, un cliché y una mala copia de toda una generación que sí fue capaz de romper con el canon.

La obra que se presentó en el Teatro Juárez de esta ciudad, ha tenido una gran acogida en la prensa española desde su estreno hace unos meses; en México, si bien la recepción ha sido positiva, el espacio ha resultado poco adecuado para escuchar a cabalidad la voz de los actores, cuya dicción y acento hicieron difícil seguir los diálogos con fluidez.

fjb

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