Lejos de las estampitas de papel y de las estatuas de bronce o de piedra, pero también lejos del ideario revolucionario que sólo deja ver a figuras como Francisco Villa y Emiliano Zapata, doce historiadores de distintas universidades y centros de investigación congregaron sus miradas en un libro que plantea doce perspectivas de un mismo personaje: Álvaro Obregón, el militar y mandatario mexicano que fue asesinado hace 92 años, el 17 de julio de 1928.

Jean Meyer, del CIDE; Javier Garciadiego Dantán, de El Colegio Nacional; Susana Quintanilla, del Cinvestav; Carlos Martínez Assad, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM; Joel Álvarez de la Borda de la Dirección de Estudios Históricos del INAH; Pablo Serrano Álvarez, de Triskelion; y Álvaro Matute (+) y Carlos Silva, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, sumaron sus investigaciones en el libro “Álvaro Obregón. Ranchero, caudillo, empresario y político” (Ediciones Cal y Arena).

“Obregón es uno de los personajes más importantes y significativos de la historia contemporánea de México, no solamente en su momento por haber sido el único general invicto de la Revolución Mexicana, sino además porque durante los años posrevolucionarios fue el iniciador, junto con un grupo de gentes entre ellos políticos, militares e intelectuales, del nuevo Estado mexicano; Obregón es el que inicia una nueva etapa para institucionalizar un nuevo concepto del Estado mexicano a partir de las instituciones y de los postulados de la Constitución instaurados en 1917”, afirma Carlos Silva, coordinador del libro.

En este tiempo del país donde se ensalza la figura de ciertos personajes históricos y se destroza las acciones de otros próceres, se publica este libro desde una amplio perspectiva. Silva asegura que en México seguimos viendo la historia de una manera maniquea, es decir los buenos son muy buenos y los malos son muy malos.

“Todo también tiene que ver con cómo se maneja desde la enseñanza del Estado y desde ese ángulo prevalece la idea de la enseñanza de bronce. Pareciera que estamos volviendo a los tiempos decimonónicos de poner sobre un pedestal a estas personajes, pero seguimos viendo personajes de bronce y de estampitas sin conocer lo que son los procesos históricos que nos permiten ver a los personajes de carne y hueso”, señala silva.

Álvaro Obregón, lejos de la estampita y la estatua de bronce
Álvaro Obregón, lejos de la estampita y la estatua de bronce

El doctor en Historia por la UNAM y especialista en la historia política contemporánea, asegura que los políticos mexicanos tienden mucho a crear estereotipos de identificación nacional que los tratan de vincular a determinados momentos.

“Cuando nos hablan de la Revolución Mexicana la gente inmediatamente piensa en Zapata y Villa, y es como si en el arte pensáramos sólo en Frida Kahlo y no entendemos cómo son los procesos de cómo se llega a ellos; en esta idea de percibir la historia de manera maniquea dejamos por supuesto de lado a los personajes malosos de la historia, pero es importante poder ver cuáles son los procesos, cómo un personaje de la historia que puede ser muy representativos se deja de lado por estos conceptos erróneos de contar la historia de una manera”, afirma.

Para el autor de “Los días que cambiaron México” y “101 preguntas de la historia de México”, asegura que Obregón es un personaje que tiene mucha visión, un estadista que pone los pilares para el Estado institucionalizado y que de alguna manera entre 1920 y 1940 las bases que sentó pudo darle forma, darle cuerpo a un estado moderno mexicano que a partir de 1940 ya responde a otras circunstancias y donde estas instituciones se consolidan y funcionaron por lo menos hasta 1970.

Los hallazgos

El proyecto que suma también el trabajo de Miguel Ángel Morales, Yves Solis Nicot, Jorge F. Hernández y Alejandro Rosas, revela importantes hallazgos como el trabajo del doctor Jean Meyer quien descubrió el expediente psicológico que le hicieron a León Toral estando preso, y desmenuza el documento completo.

“Yo creo que es una gran aportación para definir ciertas características del personaje. Lo fundamental de este artículo es que te permite ver que no necesariamente la iglesia católica estaba imbuida en el asesinato de Obregón, te lo pone como un personaje que estaba un poco desequilibrado y que respondía probablemente a ciertas causas, que sí estaba coludido con algunas personas pero no necesariamente con la jerarquía eclesiástica; eso se deja ver en su documento”, asegura Carlos Silva, coordinador del libro.

Álvaro Obregón, lejos de la estampita y la estatua de bronce
Álvaro Obregón, lejos de la estampita y la estatua de bronce

Otro de los hallazgos, dice Silva, lo hace Yves Solis Nicot quien consultó los archivos vaticanos y encontró documentos en los que muestra que la jerarquía católica se deslinda del asesinato de Álvaro Obregón justamente ponderando el hecho de que no tenían por qué matar a Obregón si ya llevaban varios meses tratando de arreglar el problema de la Cristiada que ya llevaba casi tres años.

Para el historiador de la UNAM, uno de los hechos fundamentales para entender al personaje es conocerlo. ¿Por qué conocemos a Álvaro Obregón? porque hay una calle, un monumento, porque estuvo mucho tiempo expuesto su brazo, pero no sabemos más de él.

“No estoy diciendo que Obregón era un personaje bueno, que era un inmaculado en la historia de México, por supuesto que no, precisamente estos textos que se reúnen en el libro que son de algunos de los mejores historiadores de la Revolución Mexicana que ha tenido este país, buscan dar una interpretación y ponen los hechos tal cual fueron”, afirma Silva.

Cita el texto del doctor Garciadiego quien, dice, plantea cuál fue su formación, desde ranchero hasta convertirse en un militar, da cuenta de cómo se convierte en un político y luego en un empresario y así hasta llegar a la presidencia y después de eso cómo esta misma inercia revolucionaria que él encabezó también le cobra factura y la paga con su propia vida.

“Una de las virtudes más grandes que tiene esta edición es que por primera vez se reúne un grupo de historiadores serios y académicos sólidos para llevar a cabo la interpretación de un personaje de esta talla. Cuando diseñamos este libro encabezado por el doctor Álvaro Matute que ya no está con nosotros y yo, pensamos en invitar a estos historiadores pero sin pedirles específicamente que escribieran sobre algo en particular, al final cuando teníamos esta decena de textos nos dimos cuenta que podíamos acomodarlos de manera cronológica respondiendo a las diversas etapas que tuvo este personaje a lo largo de su vida, cómo ranchero, como caudillo, como empresario, como político”.

Álvaro Obregón, lejos de la estampita y la estatua de bronce
Álvaro Obregón, lejos de la estampita y la estatua de bronce

Historia sin filiación política

El libro “Álvaro Obregón. Ranchero, caudillo, empresario y político” se pensó desde un centro de investigación donde estaba el doctor Álvaro Matute -fallecido en 2017-, un hecho que para el doctor Carlos Silva es una prueba de objetividad, seriedad e imparcialidad.

“Los historiadores que estamos aquí no tenemos ninguna postura política, nosotros pensábamos que era importante conmemorar el 90 aniversario del asesinato de Álvaro Obregón, pensamos el libro antes de que comenzara esta administración; probablemente, nosotros los historiadores no podemos regañar de ninguna manera a la historia y nos tenemos que ajustar a los hechos, a los procesos, a lo que sucedió y con eso debemos darle herramientas a las personas que lo puedan leer a que tengan opciones”, afirma Silva.

Acepta que habrá gente que no esté de acuerdo ni con las posturas de los que están reunidos en el libro ni con lo que proponen, “pero creo que es un buen inicio para entablar un debate de por qué un personaje tan importante para el desarrollo político contemporáneo de este país ha sido o no ha sido tan brillante como muchos otros”.

¿Hay personajes que se están poniendo en la palestra, que son símbolos del gobierno actual?

“Sigue siendo la cuestión de enseñar a los personajes históricos desde la estampita, desde el pedestal porque no aluden a ver cuál es el proceso para que éste o aquél hombre hiciera esto o aquello, simplemente decimos ‘este señor es bueno porque fue bueno’, pero no te dicen por qué estudiarlo, qué pensaba la gente, cómo respondía la sociedad ante las políticas públicas de estos personajes, que como Obregón tuvieron sus cosas buenas y sus cosas malas en sus gobiernos”.

Y pone un ejemplo: “debido a las circunstancias que vivía el país en ese tiempo Benito Juárez estuvo 14 años en el poder Benito Juárez, no es en estricto sentido un ejemplo de la democracia, pero eran las circunstancias que este país vivía en esos momentos, entonces no se puede juzgar y decir que estaba violando leyes electorales, simplemente estaba viviendo circunstancias diferentes. Lázaro Cárdenas se intenta reconocer únicamente porque llevó al país a la expropiación de la industria petrolera, pero ¿qué pasó antes para que llegara a eso, qué pasó después, cómo se vio Cárdenas, cómo se volvió la figura de referencia que hoy tenemos? Es un poco más complicado que ponerlos solo en un membrete y decir que era muy bueno y los otros eran muy malos”.

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