Eli era una niña pobre que vivía sola con su madre, su papá se había ido hacía cinco años y aunque Eli no recordaba su rostro, si recordaba muy bien, que él le había dicho que en la Navidad ocurrían todo tipo de cosas mágicas, quizá sería por ese lejano pensamiento o porque todas las casas del vecindario tenían luces de colores y arbolitos decorados, que ese día en particular Eli, se armó de valor y le pregunto a su madre ¿Por qué nosotros no festejamos Navidad? Su madre la miro y le contesto porque esas son tarugadas para gente que tiene mucho dinero y le sobra tiempo que perder, Eli levanto la mirada otra vez y le dijo, pero mi papá decía que… y sin haber acabado la frase Eli sintió la mano de su madre dándole una sonora cachetada… Eli no corrió y llorando le dijo a su madre, ¡Yo no creo que sean tarugadas y este año yo quiero celebrar la Navidad!, su madre sorprendida por el tono que oyó en su voz, le dijo pues entonces cuando juntes suficiente dinero para el árbol y los adornos celebraremos Navidad.

Por: María Edith Velasco Landa
 

Eli se durmió llorando pero convencida de que de alguna manera haría que su madre y ella celebraran Navidad, al día siguiente mientras su madre salía a trabajar Eli se arregló con su mejor ropa y fue a la casa más lujosa del vecindario pidió ver a la dueña y le solicito trabajo, pero como era tan chica la señora ni siquiera la tomo en cuenta, Eli camino tristemente por la calle cuando de repente oyó una voz que le decía niña, niña, me podrías pasar aquellas canastas, Eli se detuvo y vio que una viejecita en una tienda estaba muy atareada acomodando cosas, Eli se quedó con ella todo el día ayudándola y está en agradecimiento le dio un billete y no cualquiera… uno de los más grandotes, Eli sabía que con esto podría comprar muchas luces y quizás un pino no tan grande como los otros, pero al fin pino, como pudo cargo con todo hasta su casa, y lo armo ella sola, ese día su madre trabajo dos turnos así que cuando llego no podía creer lo que veía, Eli durmiendo en el suelo al lado de un pino lleno de luces, corrió a abrazarla y justo en ese momento tocaron la puerta, al abrir lo primero que vieron fue un enorme árbol que apenas y dejaba ver al hombre que estaba detrás… ninguna lo podía creer papá por fin estaba en casa y había regresado con el árbol de navidad más grande que habían visto, así que después de todo pensó Eli “la magia de la Navidad si existe”.

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