Vivimos una era de inmensa soledad y egocentrismo. Las redes sociales y la Tecnología de la Información limitan cada vez más nuestra interacción cara a cara. La sociabilidad se pierde de manera paulatina y muchos vaticinan el fin de las habilidades humanas en aras de los avances de la tecnología. Sin embargo, tenemos evidencias de lo contrario. Nada desplazara al ser humano.

En las empresas del futuro las habilidades sociales prevalecerán y crearán la diferencia en el desempeño profesional. Habilidades de empatizar, compartir y comunicar situarán en los primeros lugares a quienes posean tales competencias.

Veamos: La capacidad de la tecnología de información se duplica cada dos años y hay quien asegura ya que los humanos son innecesarios. No es nada nuevo si recordamos que la Revolución Industrial cuestionó el trabajo artesanal.

Después apareció la electricidad, que creó mayor prosperidad. El tercer cambio se dio en la década de los ochenta cuando la tecnología de información reemplazó a las personas en las tareas repetitivas. Ahora la tecnología se encarga de tareas cognitivas, tales como resolver problemas, juzgar y coordinar. Incluso hoy en día hay programas "emosentientes" capaces de identificar “microexpresiones" que permiten revelar las emociones de los humanos.

Ante este panorama en el que las TI ganan espacios inimaginables, hay quien teme que caerá el valor de las destrezas humanas hasta el punto de no tener ningún valor. Esto es errado. Universales humanos como contar historias, el arte, orgullo y empatía que son propios de todas las culturas develan el futuro de las habilidades del futuro.

Así, del "trabajo cognitivo se pasará al trabajo de relaciones. Los trabajos que requieran de muchas tareas cognitivas terminarán por desaparecer. Las compañías evaluarán el desempeño de los empleados a partir de la habilidad de los mismos de interactuar, relacionarse y simpatizar con los demás. Las economías se darán cuenta del valor del crecimiento en los trabajos de relaciones por ejemplo, cuidar de los demás y enseñar, en los que el toque humano es vital.

En el desempeño profesional se acentuará la importancia de interrelacionarnos con los otros, pero también de empatizar, de ahí que los planes de estudio que impulsen las habilidades sociales serán las que mantengan su vigencia e importancia en los trabajos del devenir.

De manera simultánea vislumbramos que las firmas más importantes buscarán cada vez más expertos en negociaciones.

Esto es hasta cierto punto lógico. La evolución preparó al cerebro humano para crear lazos grupales. Sin embargo, una sociedad interconectada no implica lazos cercanos. Cuando las personas se pasan el tiempo viendo una pantalla, interactúan cada vez menos.

Los empleadores valoran las destrezas sociales, pero estas se han venido a menos. Muchas personas llevan vidas "virtuales". Esto es, se comunican en línea, pero nos disfrutan de los beneficios de la interacción humana. En México las personas de 16 a 45 años están frente a una pantalla en promedio ocho horas al día.

Los llamados medios sociales paradójicamente son antisociales. No nos permiten entablar una relación verdadera ni de confianza.

Ahora, los problemas sociales se agudizan a medida que las destrezas sociales declinan. Esto es, para volverse indispensables para la sociedad y las compañías, debemos usar nuestras cualidades humanas. Ser profundamente sociales y comunicarse en persona. En las resonancias magnéticas se muestra que no hay nada más saludable para el cerebro que conversar.

Asimismo, la empatía es un activo económicamente valioso. Además, es una destreza que se puede aprender. En menos de cinco años, al buscar un empleo bien pagado, un requisito será tener esta cualidad. Por ejemplo, los abogados hacen un mejor trabajo cuando se toman el tiempo de escuchar a sus clientes y entender sus sentimientos.

Esto no es fortuito: Los seres humanos responden a las señales emocionales rápida e instintivamente al captar las señales pupilares de los ojos de los demás. Este "contagio emocional" era fundamental para nuestros ancestros a la hora de detectar peligros y oportunidades.

Independientemente de nuestro trabajo, necesitamos de empatía para hacerlo bien. Y no sólo eso: Entender nuestras emociones puede marcar una diferencia entre la vida y la muerte.

Algo más: La "sensibilidad social" que se deja ver cuando los integrantes de un grupo interactúan, no surge en línea. La interacción cara a cara es fundamental para la innovación en grupo. El estímulo neuroquímico que obtenemos al ayudar a los demás nos vuelve más efectivos, sobre todo en un equipo.

Habilidades humanas como contar historias, crear e interactuar cara a acara nunca podrá desplazarlas una computadora. Y los profesionistas del futuro lo saben.

Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (CESCIJUC).

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