Después de dos meses y medio de una tersura pocas veces vista en una transición de gobierno, en la que se reunieron en dos ocasiones —la última vez con todo y gabinetes—, la luna de miel y el “terciopelo” entre el presidente saliente, Enrique Peña Nieto, y el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, parecen haberse roto por la rispidez en el tono de los discursos que se escucharon esta semana, que tienen como trasfondo las fuertes diferencias sobre las cuentas, el presupuesto y la situación de las finanzas públicas.

La primer señal de que el desencuentro por las cuentas que no cuadran, que comenzó entre los equipos hacendarios de los dos gabinetes, y habría brincado a la relación directa entre López Obrador y Peña Nieto, ocurrió la mañana del domingo en Tepic. Cerca de las 11 de la mañana, cuando iniciaba su gira “de agradecimiento” en la capital de Nayarit, Andrés Manuel soltó su declaración sobre “la situación de bancarrota en que se encuentra el país”, con lo que cambiaba drásticamente su posicionamiento público de 10 días atrás sobre “el país con estabilidad y sin crisis política ni financiera” que le dejaba Peña Nieto.

No habían pasado ni dos horas del discurso de AMLO, en donde dibujó “una situación económica y social muy difícil que está atravesando el país”, y habló de acabar con “gasolinazos”, “cancelar la mal llamada reforma educativa” y de que él cobrara “40%de lo que gana actualmente el presidente Peña Nieto”, cuando desde Palacio Nacional, en pleno desfile militar del 16 de septiembre, el vocero presidencial, Eduardo Sánchez, declarara que “ya no habrá más encuentros entre López Obrador y Peña” y que los dos presidentes no se verán más , “por ahora”, hasta la toma de protesta del 1 de diciembre, cuando el mexiquense le entregue la banda al tabasqueño.

Luego, el distanciamiento entre Los Pinos y la Colonia Roma se haría aún más evidente con las reacciones en cascada que siguieron al discurso del mandatario electo, donde empresarios, analistas y demás personajes salieron a defender la situación “real del país” y rechazar la existencia de una “bancarrota”; al mismo tiempo que se recrudecía la pugna y el debate sobre el Nuevo Aeropuerto, y desde Los Pinos operaban pronunciamientos, tanto nacionales como desde el extranjero, a favor de la continuación de Texcoco, mientras en el equipo lopezobradorista también salían a empujar la opción de Santa Lucía y la consulta para que “el pueblo decida”.

El agujero en el terciopelo y el gobierno quebrado. Aunque el tema de fondo que hizo crujir la aterciopelada transición fue el hacendario, por la diferencia entre las cuentas y cálculos presupuestales y de ingresos del equipo de Carlos Urzúa y José Antonio González Anaya, ya antes de que el asunto de los dineros hiciera crisis habían existido “tensiones” generadas entre los dos gobiernos. El nombramiento de Santiago Nieto como nuevo titular de la Unidad de Inteligencia Financiera fue tomado como una “señal de hostilidad” en Los Pinos, por las diferencias que tuviera el actual gobierno con el ex titular de la Fepade.

Ahí la miel empezó a saber a hiel y el terciopelo tuvo su primera rasgadura. Pero más cuando desde la Secretaría de Hacienda de plano les dijeron a los del gabinete electo que no había recursos suficientes para fondear los dos programas sociales “estrella” con los que quiere arrancar López Obrador el 1 de diciembre: el de las becas a los jóvenes llamados ninis, y la duplicación de la pensión alimentaria para adultos mayores. Sólo esos dos programas, comprometidos en campaña, requieren 256 mil millones de pesos que en Hacienda dicen que no hay disponibles por el presupuesto ya comprometido para gasto corriente, pago de sueldos de burócratas, pensiones y deuda pública, entre otros conceptos, que se llevan casi 80% del total de ingresos del gobierno.

Peor cuando los técnicos de la oficina de González Anaya cuestionaron el impacto que tendría en la recaudación federal, con una baja importante, el anuncio de disminuir el IVA a 8% en la Frontera Norte hecho por el propio López Obrador. El choque haendario debió hacer crisis cuando le presentaron al presidente electo las cuentas de Hacienda, donde también cuestionan los cálculos lopezobradoristas de que con los ahorros y excedentes, por la disminución de sueldos, la eliminación de partidas de moches y otras medidas de la “austeridad republicana” era suficiente para tener recursos para todos los programas y obras del nuevo gobierno. En Hacienda debieron repetirles a los economistas de López Obrador aquello que decía el tecnócrata mayor, Pedro Aspe, “de que los excedentes son un mito genial”.

Eso explica porqué López Obrador tronó contra el gobierno peñista, primero con la declaración casi exculpatoria de Rosario Robles, en la que dijo el sábado 15 de septiembre que ella no era la verdadera responsable de la corrupción “sino sus jefes” (el único jefe de Rosario los últimos seis años se llama Peña Nieto), y luego, en pleno Día de la Independencia, afirmó que recibirá un “país en bancarrota”, aunque se refería más a un “gobierno en bancarrota” porque las finanzas públicas comprometidas y menguadas que le entregan no le permitirán hacer todo lo que planeó como presidente, aunque eso sí, “sí vamos a cumplir todo lo prometido en campaña”.

Y para confirmar lo raído que resultó el terciopelo entre Peña y AMLO, que terminó de desgarrarse esta semana, está la declaración de Santiago Nieto de que una vez que asuma la titularidad de la Inteligencia Financiera de Hacienda, retomará las investigaciones sobre el caso Odebrecht que tuvo que interrumpir abruptamente cuando lo corrieron de la Fepade y lo amenazaron con que no se metiera con ese tema ni con los sobornos de los brasileños a cuentas ligadas a Emilio Lozoya Austin y que podrían haber terminado en la campaña de Peña Nieto.

La pregunta es, ¿si entre los presidentes y sus equipos ya no hay “luna de miel”, habrá ahora “trato de hiel”?

Notas indiscretas… La presencia inédita del presidente Enrique Peña Nieto en el informe de un gobernador ayer en Toluca se explica no sólo por la gran cercanía familiar y política con el mexiquense Alfredo del Mazo, sino también porque, en la víspera de su salida del poder, Peña sabe que el Edomex será también su único refugio seguro una vez que entregue la banda presidencial. Dicho de otro modo, el presidente saliente, que ya empezó a hacer su mudanza desde hace un par de semanas de Los Pinos a sus casas en Ixtapan y Almoloya, aprovechó el primer informe de su primo para reafirmar el mensaje de cercanía y el arropamiento que su tierra le dará cuando comience su vida como ex presidente. Eso sí, en la ya semivacía casa presidencial comentan que antes de volver a tierras mexiquenses, Peña Nieto se tomará unas largas vacaciones por Europa a partir del 1 de diciembre, para comenzar a procesar el síndrome de “la pérdida de la silla” que, según cuentan varios ex presidentes en sus memorias, es el periodo más difícil de superar, por aquello de que es duro el aterrizaje a la realidad de volver a ser simples mortales… Por cierto que la visita ayer de Peña a su estado natal tuvo mucho de nostalgia. El presidente y Del Mazo recorrieron el Palacio de Gobierno, donde se llevó a cabo el Primer Informe del gobernador y el mandatario contó varias anécdotas de cuándo despachaba en este sitio, antes de salir a la aventura de la Presidencia que hoy está a punto de terminar. Hubo por supuesto elogios mutuos entre los primos y ya durante el Informe, Alfredo del Mazo le agradeció a Peña el apoyo del gobierno federal durante las emergencias por el sismo del 19 de septiembre de 2017 y en las recientes inundaciones del estado provocadas por el Río Lerma. Lo demás fueron cifras, recuentos y números de un primer año en el que la administración delmacista enfrentó retos aún no resueltos, como el de la seguridad en el estado, la protección de las mujeres y sobre todo la dolorosa derrota política del PRI y de su administración en las elecciones del pasado 1 de julio. Con todo y todo, si algún mensaje se destacó en el primer informe de Del Mazo fue la austeridad del evento, que regresó al Palacio de Gobierno y contrastó con los despliegues políticos y mediáticos del pasado reciente. Lo dicho, la austeridad también se aprende… Serpiente doble de los dados. Semana de altibajos.

sgarciasoto@hotmail.com

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