Quienes han visitado por estos días al presidente Enrique Peña Nieto en su despacho de Los Pinos, salen impresionados de la soledad en la que se encuentra ya el mandatario saliente y lo tranquilo y desolado que está el ambiente en la residencia oficial. Ya casi no va nadie y la escasa actividad en las oficinas y pasillos del complejo presidencial contrasta con el ir y venir de personas, funcionarios, visitantes y solicitantes de audiencia que se veían en los años anteriores del gobierno.

La notoria disminución en la agenda y la actividad del presidente, decidida así por él mismo, ha hecho que se agudice la sensación de que Peña Nieto se está quedando solo y ya hay incluso amigos y asesores que le recomiendan anticipar su mudanza de la casa presidencial en las próximas semanas, tal y como lo han hecho otros presidentes en la recta final de su mandato. Miguel de la Madrid, por ejemplo, comenzó a sacar sus cosas, ropa y enseres personales desde finales de agosto de tal manera que para el 15 de septiembre ya había desocupado las habitaciones y después de dar el Grito aquella noche de 1988 ya no regresó a dormir a Los Pinos y se fue a la enorme casona que tenía en el centro de Coyoacán, donde vivió los últimos meses de su mandato y solo iba ocasionalmente al despacho presidencial a atender asuntos necesarios.

Y aunque el presidente aún no inicia como tal su mudanza, que sería según dicen a sus dos casas en el Estado de México, la que tiene en Atlacomulco y la otra en el club de Golf de Ixtapan de la Sal, lo que sí comenzó ya es el desmantelamiento de muchas de las obras de pintura, escultura y otros objetos artísticos que formaban parte de la decoración de Los Pinos. La Secretaría de Hacienda ha retirado parte de esas obras que son de su inventario y sólo permanecen las que forman parte de la colección de la residencia oficial.

Pero además el proceso de “limpieza” se ha acelerado porque en la casa presidencial aseguran que, a partir de que el presidente electo Andrés Manuel López Obrador anunció su intención de convertir al complejo de Los Pinos en un museo y un lugar de visita para todos los ciudadanos y turistas, en las últimas semanas comenzaron a recibir llamadas de personas que decían ser parte del equipo de la futura secretaria de Cultura en el gobierno lopezobradorista, Alejandra Frausto, quienes preguntaban si se les podía dar acceso a Los Pinos para comenzar a “tomar medidas y analizar los espacios para el nuevo diseño museográfico del lugar”.

La respuesta de los actuales ocupantes de la residencia oficial siempre fue que “hasta que no le dieran la constancia de mayoría al presidente electo y comience oficialmente la transición” se les permitiría el acceso; por lo que es posible que ese proceso de visitas de los que se encargarán de transformar en Museo el lugar donde vivieron los últimos 14 presidentes de la República con sus familias —desde que en 1935 Lázaro Cárdenas la hizo residencia presidencial, en lugar del Castillo de Chapultepec porque le parecía “demasiado ostentoso”— ya haya comenzado y con ello la transformación de este espacio histórico originalmente nombrado rancho “La Hormiga” y que el mismo Cárdenas bautizó con el nombre de Los Pinos.

Así que Peña Nieto será el último presidente que habite en Los Pinos, luego de que López Obrador ha dicho que él seguirá viviendo en su casa de Tlalpan; mientras, el que ha sido hasta ahora el centro del poder presidencial y de la vida pública en México, donde se escribió buena parte de la historia reciente del país con decisiones, discursos, reuniones y hasta pleitos no siempre públicos ni del todo atinados, comenzará su transformación hacia un espacio realmente público a partir del 1 de diciembre. Y desde ahí el aún presidente vivirá sus últimos días de un poder que se eclipsa en la soledad de un enorme complejo donde los últimos cinco años y medio hubo actividad constante y que hoy empieza a verse vacío. “Da tristeza ver aquello tan triste y al Presidente tan solo”, comenta un senador que recién estuvo visitando al actual solitario de Los Pinos.

NOTAS INDISCRETAS…Y mientras a unos el poder se les extingue a otros, sobre todo de recién incorporación al gabinete, las ínfulas y la soberbia aún les duran. Es el caso del actual secretario de Agricultura, Baltazar Hinojosa, quien apenas llegó en abril pasado al cargo, en sustitución de José Calzada, y tiene desplantes como si fuera a durar más de 7 meses en el cargo. Resulta que el titular de Sagarpa fue invitado ayer al acto donde se conmemoró el Día del Médico Veterinario Zootecnista, pero al llegar al salón del Hotel Hilton, Baltazar hizo un tremendo berrinche y amenazó con irse del evento donde lo esperaban más de mil profesionistas porque en el presídium estaba Víctor Villalobos, a quien Andrés Manuel López Obrador ha propuesto para ser el nuevo titular de Agricultura. “Si va a estar él yo me retiro. Yo soy el único secretario de Agricultura del país. Y soy el representante del presidente de la República. ¡O él o yo!”, amenazó en plan de diva el secretario Hinojosa. El desplante que puso en jaque a los organizadores fue más bien resuelto por la prudencia y la inteligencia del agrónomo Villalobos, que al ver la escenita de su antecesor, prefirió retirarse dignamente. Todavía en el gabinete que ya se va hay algunos que no entienden que no entienden… Paran dados. Otra Escalera. Buena racha.

sgarciasoto@hotmail.com

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