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El golpe al PAN en el Senado, fraguado desde la oficina de la Coordinación del PRI en esa Cámara, no fue un acto ni improvisado ni espontáneo. Un par de meses antes de que se echara a andar la estrategia con la que se dividió a la bancada panista en el Senado, el líder priísta, Emilio Gamboa Patrón, aprovechó un viaje a España, con una delegación de 9 senadores —entre ellos los panistas Ernesto Cordero, Jorge Lavalle, Octavio Pedraza Gaitán y Mariana Gómez del Campo— para proponerles a los legisladores calderonistas una negociación: su apoyo para impulsar la aprobación de la Ley de la Fiscalía General a cambio de dejarle al panismo el nombramiento del fiscal anticorrupción y negociar posiciones.
En la ciudad de Pontevedra, a donde acudieron como parte de una delegación del Senado que asistió a la Reunión Interparlamentaria México-España, del 10 al 12 de julio pasados, y con la que se conmemoraba el 40 aniversario del restablecimiento de relaciones entre los dos países en 1977, los panistas y el líder senatorial del PRI tuvieron varios encuentros “informales” en los que Gamboa comenzó a esbozar las posibilidades de un “acuerdo” con el bloque calderonista en el Senado, en el que ya se hablaba de la designación de un senador de ese grupo para la Mesa Directiva. De hecho, Ernesto Cordero no estaba incluido en la lista original de panistas designados para asistir a ese viaje por parte de su coordinador Fernando Herrera; pero extrañamente el ex titular de Hacienda fue incorporado al viaje, en el que, supuestamente, él cubriría sus gastos “a título personal”.
En esos días había estallado ya el conflicto entre la Presidencia de la República y Ricardo Anaya por las elecciones del 4 de junio, en las que el dirigente del PAN presionó para que se negociara la elección en Coahuila a cambio de que los panistas no impugnaran el triunfo de Alfredo del Mazo en el Estado de México. Ante la negativa tajante del presidente Peña Nieto para entregar Coahuila, el líder panista impugnó no sólo esa elección, sino también el triunfo priísta en el Edomex, lo que ocasionó un enfrentamiento abierto con el PRI y Los Pinos.
Fue en ese contexto que Gamboa se acercó en España a los senadores calderonistas para ofrecerles una negociación en la que Cordero era la pieza fundamental para dar un golpe a Anaya y dividir no sólo al PAN, sino a su bancada senatorial. Cuando regresaron a México, a mediados de julio, los acuerdos entre el PRI y ese sector del PAN, con el aval de Los Pinos, estaban prácticamente “planchados”, sólo fue cuestión de tiempo para que se llevaran a la práctica.
La caída del #FiscalCarnal. Hábil como pocos en las negociaciones parlamentarias, Gamboa Patrón quiso asegurar la votación de la Ley de la Fiscalía General que le iba a dar el “pase automático” a Raúl Cervantes y para ello buscó amarrar el mayor número de votos panistas posibles. Cordero le había ofrecido 12 votos de senadores calderonistas, lo que resultaba más que suficiente para sacar la mayoría simple de 65 votos que necesitaban.
Todavía Gamboa buscó al coordinador panista, Fernando Herrera, para proponerle que se sumara todo el PAN a la aprobación de la Fiscalía General, ofreciéndole el mismo trato que había planteado en España a los calderonistas: “Ustedes votan a favor de la designación de Cervantes y nosotros les damos la Fiscalía Anticorrupción”, planteó el priísta. Herrera, anayista cercano, rechazó el ofrecimiento: “Eso no va a transitar, no podemos avalara eso”. El priísta advirtió: “Vamos a sacarlo, con o sin ustedes”.
Comenzó el jaloneo por la Mesa Directiva y mientras fintaba con nombres de priístas para las dos posiciones, Gamboa tejía fino su acuerdo con los calderonistas. Cuando las posiciones de tensaron y el PAN se pronunció contra de la designación del fiscal y Ricardo Anaya hizo de ese tema una bandera política, el PRI buscó amarrar los votos necesarios para hacer la mayoría; como Mariana Gómez del Campo, que fue parte de la negociación no se sumó al final y se quedó con su bancada, Cordero y Roberto Gil Zuarth llamaron a Javier Lozano Alarcón, quien se encontraba de licencia en Puebla, para que regresara al Senado y garantizara su voto para la Ley de la Fiscalía General y el pase a Cervantes. Lozano volvió el 26 de agosto y declaró su apoyo al procurador Cervantes.
Vendrían después las propuestas rechazadas del PAN y la jugada magistral de Gamboa para llevar a Cordero a la presidencia del Senado, con el voto de los cinco panistas hoy señalados de “traidores”. Esa fue la historia del “Conjuro de España” que terminó con el PAN dividido, con Peña Nieto y el PRI con nuevos aliados dentro del panismo, y con un #FiscalCarnal que quisieron meter a la fuerza por segunda vez, pero se les volvió a caer, aunque hay quien dice que, en una terna para un proceso abierto, los priístas y su coordinador insistirán en meter al cuestionado procurador Cervantes, con todo y su Ferrari, su domicilio falso y su evasión de tenencia.
Jalisco en 2018. Uno de los estados “estratégicos” en la disputa presidencial de 2018 y que además renovarán gubernatura el próximo año, es Jalisco. La entidad que ha vivido la alternancia política desde 1995 y que posee el cuarto padrón más grande de votantes a nivel nacional, se aproxima a una contienda estatal que luce desbalanceada por la ventaja que las encuestas dan al alcalde de Guadalajara, Enrique Alfaro, próximo candidato de Movimiento Ciudadano y del Frente Amplio formado con PAN y PRD, mientras en el segundo lugar de las encuestas se ubica el PRI con el senador Arturo Zamora como la carta mejor posicionada para el actual partido gobernante.
Por más que para el PRI parezca en estos momentos “misión imposible” retener la gubernatura que encabeza Aristóteles Sandoval, eso no quita la efervescencia en el priísmo de Jalisco por la candidatura que intentará pelear contra el “fenómeno Alfaro”. Y es que, aún en desventaja, el viejo partido no puede darse el lujo de dejar caer su votación jalisciense porque eso afectaría cualquier intento de Peña Nieto para retener la Presidencia de la República.
Zamora, actual líder nacional de la CNOP, es el mejor posicionado en las encuestas e iría por su segunda campaña por la gubernatura, pero no es el único aspirante. El fiscal Eduardo Almaguer ya destapó sus aspiraciones y tiene presencia por haber sido dirigente municipal y estatal del PRI, además de su cercanía a Aristóteles Sandoval. Pero al fiscal le pesa el crecimiento de la inseguridad y la violencia en varias regiones del estado, además del desgaste que le ha traído su enfrentamiento constante con Alfaro y su comisario en Guadalajara, Salvador Caro.
El otro aspirante declarado es el dirigente estatal del PRI, Héctor Pizano Ramos. De larga trayectoria local y abogado por la UdeG, Pizano está recién llegado a la dirigencia estatal, a la que arribó con el apoyo de más de 10 mil priístas; es amigo y compadre de Aristóteles Sandoval, a quien ha acompañado desde la alcaldía tapatía, aunque también tiene amistad con Enrique Alfaro, quien alguna vez trató de convencerlo de sumarse a su proyecto ante el golpeteo que vivía en el priísmo. “Yo no niego a mis amigos, pero soy y seguiré siendo priísta”, ha dicho. Hoy Pizano es visto como una aspirante serio a la gubernatura, quizás el más fuerte si Arturo Zamora decidiera no participar.
Y es que Zamora, con una ascendente trayectoria nacional por su destacado papel como senador y ahora líder de la CNOP, no ha dado señales claras de querer la candidatura que ya ocupó en 2005 cuando perdió frente al panista Emilio González. Aunque en el CEN priísta de Enrique Ochoa lo ven como “la opción más viable”, al senador con licencia le cuestionan a nivel local que no se ocupó de fortalecer su presencia y estructura en el estado, y hoy, a estas alturas y con todo su posicionamiento en las encuestas, no se ve un “grupo zamorista” en la entidad.
La decisión en el PRI para Jalisco parece más o menos clara: o es Arturo Zamora, que tiene el apoyo de la estructura nacional, pero tendría que llegar a reconstruir una estructura local, o es Héctor Pizano, que viene creciendo en el liderazgo del priísmo local. ¿Cuál de los dos enfrentará al huracán Alfaro?
Notas indiscretas… El derrumbe del “pase automático” y del #FiscalCarnal nos trajo a la memoria las “muy nuevas” militancias de dos personajes centrales de esta enredada historia que, en apenas tres lustros, tuvieron carreras meteóricas en sus respectivos partidos. Es el caso de Ernesto Cordero, cuyo panismo, puesto ahora en duda por sus propios compañeros de partido, se remonta apenas a 2001, cuando Felipe Calderón, entonces coordinador parlamentario del PAN, lo invitó como su asesor a la Cámara de Diputados. Antes de eso Cordero ni siquiera era militante blanquiazul, pero su cercanía con Calderón lo llevaría rápidamente a las alturas, hasta ser secretario de Hacienda, luego de Sedesol y finalmente fallido aspirante presidencial; todo sin que su panismo convenciera a muchos en Acción Nacional. Algo parecido ocurrió con Raúl Cervantes. De ser el abogado de Roberto Alcántara del Grupo Toluca, de pronto se convirtió en diputado federal por un partido en el que no había militado, el PRI. En el año 2000, cuando ya estaban las listas plurinominales hechas, Dulce María Sauri mandó llamar a Florentino Castro, que iba en la del DF en buena posición: “Necesitamos tu lugar. Es que tenemos que meter a un abogado que trabaja para los Alcantara que apoyaron financieramente al candidato Labastida”, le dijo Sauri. A Florentino lo mandaron a otro lugar en la lista de Sinaloa, por donde llegaría a ser diputado federal, y así fue como el “abogado” de los Alcántara, que era Raúl Cervantes, se volvería “priísta” y sería después abogado de Roberto Madrazo, representante ante el INE, abogado de Peña Nieto en su campaña, senador y luego fracasado aspirante a ministro de la Corte y ahora fallido #FiscalCarnal. Como dice la canción de Rod Stewart “algunos tipos tienen suerte”… Los dados cierran con Serpiente. Semana Negra.
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