Cada vez menos me dicen que exageré cuando dije que era un imbécil. Ya pocas veces me reclaman haber contado que su abuelo hizo fortuna explotando prostitutas y que su padre construyó el familiar emporio inmobiliario traficando con edificios en litigio y comprando jueces para obtener fallos favorables. Y que llegó a decir sobre Ivanka que lástima que estuviera casado y que ella fuera su hija.

Y conste que la tesis no es mía sino del joven filósofo harvardiano Aaron James, quien escribió: Trump: ensayo sobre la imbecilidad, en donde establece claramente que ésta no es sinónimo de idiotez. En cambio, describe al imbécil como arrogante, abusivo, que goza con el sufrimiento de los demás, que subestima a las mujeres, el supremacista racial, el irreflexivo y violento. O sea, la descripción exacta de Donald Trump, quien comenzó a autorretratarse en su libelo The art of the deal, en el que establece que si el de enfrente es poderoso primero golpéalo y luego negocia, y si es débil aplástalo de una vez por todas. A propósito, su redactor, el periodista Tony Schwartz, acaba de declarar que la presidencia de Trump tiene los días contados por la demoledora investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre el Rusiagate y que seguro desembocará en juicio político, el célebre impeachment en contra del presidente, lo que derivaría en la remoción de su cargo.

Por si eso fuera poco, el creciente escándalo mundial de los Paradise Papers, no sólo salpica sino que embarra a Trump, su gabinete y su familia. Porque todo apunta a que hay una relación personal de negocios turbios en paraísos fiscales entre su yerno Jared Kushner y el yerno de Vladimir Putin, Kirill Shamalov. Lo que reforzaría la tesis de la injerencia rusa en la pasada elección presidencial a favor de Trump y contra Hillary Clinton. Y eso que apenas acaba de ser abierta esta gigantesca caja de pandora con más de 13 millones de documentos. Será por esta cauda de sospechas y revelaciones que en tan sólo diez meses ya son diez los prominentes miembros de su gobierno que se han bajado del barco o han sido echados de él, como fue el caso del director del FBI, James Comey, del que el propio Trump se declaró cínicamente “insatisfecho” por sus indagatorias sobre la conexión rusa. Tal vez por ello es que 27 prominentes psiquiatras lo han declarado públicamente como un sociópata de alta peligrosidad.

A propósito, entre las lecciones de mis andanzas como reportero de deportes recuerdo siempre aquella que me dio el mítico manager don Arturo El Cuyo Hernández, cuando le pregunté cuál era el boxeador más peligroso en una pelea: “el que está contra las cuerdas” me respondió de inmediato; porque tiene poco que perder y puede lanzar un golpe desesperado y letal.

Así que cuidado con Trump que, exactamente hoy, a un año de haber ganado la presidencia, está cada vez más solo y contra las cuerdas. Y nosotros somos su rival más próximo. Por lo que podría asestarnos un uppercut y aventarnos el Tratado de Libre Comercio, insistiendo en que somos el enemigo de fuera que provoca sus desgracias adentro.

Por todo ello y más, Trump ya es calificado como el peor presidente en la historia de Estados Unidos y un peligro para la humanidad.

A propósito, acaba de pedir cinco mil millones de dólares al Congreso para una eventual guerra nuclear contra Corea. Con lo que el TLC pasaría, claro, a un segundo plano.

Periodista.
ddn_rocha@hotmail.com

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