El diferendo entre Elba Esther y Carlos Loret de Mola será una prueba respecto de la vocación democrática del nuevo gobierno.

Es claro que Elba Esther no es, ni será, funcionario público, pero la forma en que reaccionen los funcionarios que estén a cargo de la justicia en el próximo gobierno, en este conflicto, será determinante. Faltan tres meses para que los nuevos funcionarios tomen posesión del cargo, pero su opinión y actitud desde ahora ya se hace sentir.

Por la cercanía con que participó la familia de Elba Esther en el equipo de campaña del entonces candidato López Obrador, más las coincidencias respecto a la liberación de ella, la gente presupone una alianza entre la Maestra y el presidente electo y que las actitudes de ella responden al respaldo que ella tiene del presidente.

Loret de Mola ha cuestionado la liberación de la Maestra en estricto sentido periodístico. La publicación de las fotos de la detención de Gordillo, narra un suceso real.

Si ella se sintió ofendida por la forma es entendible, pues debe estar muy sensible. Podemos decir que el manejo del lenguaje de Loret es muy florido en el manejo de adjetivos calificativos, pero es el estilo tradicional de él y ello ha sido parte del carisma que le ha dado el éxito que tiene.

La pasión que él pone en sus comentarios es parte de su ADN tropical.

A final de cuentas ella es una figura pública de mucho peso político que no se ha limitado a participar en el ámbito sindical, como corresponde a los cargos que ha ostentado en el SNTE, sino que se ha inmiscuido en la política con gran protagonismo y liderazgo. Por tanto está sujeta a las condicionantes de la relación de la prensa con las figuras políticas.

La libertad de expresión es un valor fundamental de la democracia, pues ayuda a formar “opinión pública”, lo cual impacta lo que hoy se denomina generar “ciudadanía”. Sólo una ciudadanía bien informada adquiere el hábito de analizar, para generar sus opiniones personales.

La prensa “seria” es la conciencia crítica de la sociedad y cubre una función social en tiempos de exceso de información. Los periodistas hoy ayudan a dar significado y trascendencia a las noticias.

A final de cuentas, un periodista serio como Loret de Mola, no inventa información, sino que sustenta sus comentarios en información que ya es de dominio público o que forma parte de investigaciones propias. La información sobre las propiedades de Elba Esther circula públicamente en redes sociales y solo basta con “googlear” la pregunta, para que aparezca información detallada.

Por tanto, si la ”forma es fondo”, siguiendo la famosa frase de don Jesús Reyes Heroles, la política mexicana está llena de simbolismos. Podemos concluir que el objetivo de Elba Esther, al centralizar en Loret de Mola amenazas de represalias jurídicas por daño moral, en realidad tiene como objetivo presionar a la comunidad periodística de modo indirecto, a fin de frenar críticas.

Existe un antecedente de este fenómeno coercitivo e intimidatorio, en la demanda que presentó el ex gobernador Humberto Moreira en contra de Sergio Aguayo, académico, periodista y escritor, por un estudio que este estudioso dio a conocer y que el político coahuilense cuestionó.

Las amenazas de figuras públicas, como Elba Esther, en contra de la prensa pretenden generar temor en los periodistas, para blindarse y frenar otros comentarios negativos de terceros que puedan darse a conocer en el futuro.

La amenaza de Elba Ester contra Loret de Mola no puede dejarse pasar.

Estos son tiempos de definiciones y la calidad de nuestra democracia está intrínsecamente ligada a las libertades en el ámbito de la expresión periodística.

La intimidación a la prensa es un atentado en contra de nuestra democracia.

¿Usted cómo lo ve?

Presidente de la Academia 
Mexicana de la Comunicación AC. 
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