Ricardo Monreal pondera contender por uno o varios partidos por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. De hacerlo, dice, dará una fuerte batalla a Morena, podría derrotarlo y causaría un gran daño a las aspiraciones presidenciales de Andrés Manuel López Obrador.

Pero aún no ha decidido si lo hará, si romperá con AMLO y su partido. No tiene claro aún, y su voz así lo trasluce, cuál es el paso que sigue en su carrera política. Pero también sabe que la decisión no puede esperar más, que este periodo que llama “de análisis y reflexión”, no puede ir más allá de la semana que entra.

Le recordamos anoche una declaración que le hizo a Ricardo Raphael en entrevista televisiva: —Si Andrés me dice que va Sheinbaum o Batres, lo acepto. No voy a traicionarlo a él ni a Morena. Lo que quiero es que sea el presidente. —¿Vas con él al 2018?— dispara el entrevistador. Y Monreal le responde: —Hasta morir.

Este columnista le preguntó: ¿Entonces Ricardo? Y él argumenta: “Sostengo lo que dije en esa entrevista, el problema es que Andrés no me dijo nada. Eso me libera de lo afirmado”. —¿No te lo está diciendo con la encuesta?— No, él y yo tenemos otros códigos de entendimiento.

El caso es que Monreal no ha hablado con López Obrador. La última vez fue hace dos meses, en una gira por León. Pero hoy se reunirá en la tarde con medio centenar de consejeros de Morena. Va en busca, explica, de “una solución política a un problema político”.

Y llegará al encuentro sin descartar la posibilidad de ser candidato a la Jefatura de Gobierno, bajo la bandera de varios partidos o como independiente apoyado por un bloque de ellos. En esa ruta ha sostenido encuentros (“informales”, les llama) con el PT, Movimiento Ciudadano, PRD, Verde y Encuentro Social.

Mientras tanto, acaso tarde y muy presionado, ya con un daño causado en su credibilidad entre la ciudadanía, Morena dio a conocer los resultados y la metodología de la encuesta que eligió a Claudia Sheinbaum como coordinadora de ese partido en la Ciudad de México, lo que la perfila como candidata a la Jefatura de Gobierno de la capital del país. De no haberlo hecho, el daño hubiera sido mayor.

Para fines prácticos hubo una pregunta central: ¿A quién prefiere como candidato (a) de Morena? El mayor porcentaje lo tuvo el rubro de no sabe o no contestó (37.3%), seguido por el de ninguno (22.9%). Ya con nombres, estuvo adelante Sheinbaum (15.9%), seguida de Martí Batres (10.1%) y de Ricardo Monreal (9.7%).

Si nos atenemos al dato de que “la muestra aleatoria y proporcional a la lista nominal en 110 secciones electorales” fue de mil 311 opiniones, 789 fueron para los rubros sumados de ninguno o no sabe o no contestó; 208 para Sheinbaum, 132 para Batres y 127 para Monreal.

Sin duda se trata de una muestra pequeña frente a una lista nominal que en la Ciudad de México es de 7 millones 365 mil 533 ciudadanos, aunque la nota metodológica asegura que es representativa, ya que el espacio muestral se definió por las cinco mil 529 secciones electorales de la Ciudad de México. El estudio de opinión tiene un margen de error de más-menos 3% y un nivel de confianza de 95%. “Todo aparece apegado al método”, opinan los encuestólogos entrevistados.

La pregunta central fue cruzada por otras que buscaron medir fortalezas y debilidades de los aspirantes. Así, el más conocido resultó ser Martí Batres (41.9%), seguido de Monreal (45%) y de Sheinbaum (24.7%). En cuanto a su identificación con Morena aventajó Sheinbaum (57.9%), seguida por Monreal (45%) y por Batres (40%).

En cuanto a la percepción de honestidad, Sheinbaum obtuvo el mayor porcentaje en el rubro de mucha (30.2%), Batres en el de poca (33.6%) y Monreal en el de nada (34.2%). Y respecto a la cercanía con la gente, Sheinbaum obtuvo el mayor porcentaje en el rubro de poca (28%), Monreal en el de nada (34.4%) y Batres también en el de nada (36.9%).


INSTANTÁNEA. EMPRESAS SOCIALES FANTASMA. Pese a la expresa prohibición de usar programas sociales con fines electorales, cada vez son más las asociaciones civiles que obtienen recursos públicos de ellos y los desvían para beneficio político. Un ejemplo: la asociación civil UNIMOSS, que encabeza Javier Eduardo López Macías, norteño empresario muy ligado al PAN y quien, durante años, se ha beneficiado de ese tipo de esquemas: bajar recursos federales a empresas sociales fantasma, triangularlos en sus negocios y apoyar proyectos políticos. UNIMOSS opera en la Secretaría de Economía, el Fondo Nacional de Empresas Sociales (FONAES) y el Fondo Nacional de Habitaciones Populares (FONHAPO).

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses