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Escucharon que los militares tomarían las instalaciones de la Comisión Nacional de Seguridad y el Centro de Operaciones de Iztapalapa. El rumor inflamó el ánimo de los elementos de la Policía Federal que abiertamente han rechazado su incorporación a la Guardia Nacional. Argumentan que se están atropellando sus derechos laborales, que hay falta de equidad en los sueldos y que los quieren obligar a renunciar a su antigüedad. Además, han sido denostados públicamente por sus superiores. El domingo 30 de junio, durante la puesta en marcha de la Guardia Nacional, el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, dijo sin matices que “el fracaso de la seguridad pública hoy, obedece al fracaso de la Policía Federal en administraciones anteriores que la convirtieron en mediocre y corrupta.”
Como muchas organizaciones sociales, los policías federales reprueban el cambio de mando de civil a militar. Al parecer, no se tomaron en cuenta las diferencias entre culturas organizacionales, doctrinas, y visiones. Tampoco las tan distintas necesidades de los cuerpos de las fuerzas armadas.
Hay una preocupación más que me compartió en entrevista un integrante de esta corporación. Antes enviaban a los policías federales a un estado, trabajaban ahí 3 o 4 meses y los rotaban para evitar que hubiera infiltración del crimen organizado. Recibían por ello un bono de operatividad. En el actual esquema está planeado que sean desplegados en sus lugares de origen para no tener que pagar el bono. El problema es que eso vulnera su seguridad y la de sus familias. Al permanecer en un solo lugar serán fácilmente identificados por los criminales y estos buscarán corromperlos. El policía Jiménez sabe que ante eso “hay de dos, o le entras o te matan.”
El presidente López Obrador lanzó la idea de que existe mano negra detrás del movimiento de la PF que protestó en varias ciudades y estranguló los accesos a la CDMX. Los federales reforzaron su postura pero también anunciaron que no buscan confrontarse con las secretarías de Defensa o Marina. Solo quieren ser respetados y que no se vulneren sus derechos laborales.
El conflicto de la PF recuerda a todos lo necesario de la operación política, del estudio y el diagnóstico, del oficio en la administración pública; del cabildeo y la toma de decisiones seria, profunda y estratégica. Hay que pensar en las consecuencias en materia de seguridad pública.
HUERFANITO. Lo natural es que los criminales aprovechen la división y el encono de las fuerzas federales para expandir su poder. No nos lo podemos permitir. Hay antecedentes de inconformidades de integrantes de agrupaciones federales que se han ido al crimen organizado. Basta ver cómo se conformaron Los Zetas.