La sorprendente y sorpresiva, inesperada y desconcertante metamorfosis que ha experimentado el presidente electo en meses es quizás el factor más notorio, sensible y preocupante que priva en el ambiente, a una semana de que acceda al máximo poder político de la nación.

Desde que millones de mexicanos dijeron ¡ya basta! en las urnas a todo lo que soportaron por décadas de políticos y partidos, llevándolo a la Presidencia de manera inobjetable, asumió un control y una relevancia como nadie en su status, en toda la historia.

Con ese grado de aprobación, que lo perfila como un presidente fuerte en lo personal e institucional, canceló el aeropuerto de Texcoco, generando descontento y desconfianza ostensibles en el sector privado.

Eso se agravó por el anuncio que hizo su fracción senatorial de que buscaría eliminar o disminuir las comisiones bancarias. Esos dos hechos bastaron para enrarecer el clima sociopolítico y económico que se habría supuesto inmejorable, mirando a que se sentara en la silla presidencial.

Empero, su propuesta de formar la Guardia Nacional con policías militares, navales y judiciales atizó la hoguera de la incertidumbre y generó tal oposición interna y externa, que optó por someterla a consulta. El rechazo es manifiesto porque “el pueblo” que “vota”, en su método, es una mínima parte.

El extremo de sus decisiones precipitadas y/o acciones por tomar, se ubica en su intención de perdonar a los corruptos que campearon en la política y que por años fueron blanco de sus ataques. El argumento discursivo que esgrimió en su contra es quizá lo que más apoyo le generó en su carrera por la primera magistratura.

Ese propósito se inscribe tan nítidamente en lo extraordinario e inaceptable, que en cuanto se conoció, tuvo como respuesta una oposición generalizada.

El príncipe que no castiga a quien delinque de manera que no pueda volver a delinquir, es visto con reservas por no ejercer todo el poder que tiene, previene Nicolás Maquiavelo.

¿Es en esa línea donde se inscribe la “justificación” de Andrés Manuel López Obrador para no llamar a cuentas a quienes se han enriquecido con el erario público?

Esta es su propia consideración, para el que busque una respuesta: “Enjuiciar y abrir los expedientes... siento que nos llevaría a una confrontación permanente como país, a empantanarse y no resolveríamos el problema”.

El Florentino, quien desde hace 500 años ilustra a todos los políticos sobre cómo conservar sus Estados, señala:

“…ningún príncipe debe descender de su rango, ni entregar voluntariamente cosa alguna, sino cuando crea que no la puede conservar. Si se llega a término de tener que entregar algo, vale más dejar que lo tomen por la fuerza que cederlo voluntariamente. Porque si lo da sin resistencia y desea evitar la guerra, las más de las veces no la evitará (…) encontrarás frialdad en tus defensores…”

Al decir que hará justicia sólo si la gente se lo pide, el inminente jefe del Estado mexicano olvida que, en realidad, la soberanía popular ya le ordenó con su voto proceder en ese sentido. Para eso, en paralelo con su promesa de acabar con la inseguridad, le dio su confianza. No hacerlo provocaría una gran decepción.

Exteriorizar su temor de que llevar ante la ley a los prevaricadores implicaría desestabilizar al país, significa que no reconoce el potencial del aparato estatal y que no es consciente de lo que, respaldado por la voluntad social mayoritaria, puede y debe hacer.

Enterrar los agravios de los politicastros venales sería como abrazar la impunidad e incitarlos a reincidir. Madero, a quien tanto admira, consintió a muchos leales a Porfirio Díaz y así le fue. Cerrar el capítulo de la corrupción tendría un costo enorme.

Si escucha a la sociedad y con Maquiavelo recuerda que “…nada contribuye más a la estabilidad y firmeza de una república como organizarla de suerte que las opiniones que agitan los ánimos tengan vías legales de manifestación”, hará lo pertinente y tendrá la oportunidad histórica de construir su Cuarta Transformación.

SOTTO VOCE…

Como truculento y tenebroso consideran algunos el desempeño de Nicole Fournier, quien por toda “trayectoria profesional” ha sido “asesora” del ex titular de la SSP, con quien ahora, supuestamente, “despacha”. Nos comentan que buscarán frenar sus “ambiciones de reflectores” alentadas por terceros.

ombeluniversal@gmail.com
@mariobeteta

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