El 12 de noviembre de 2015, el empresario Alberto Baillères, dueño del Grupo BAL y del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), recibió la medalla Belisario Domínguez de manos del presidente Enrique Peña Nieto y del entonces presidente del Senado, el itamita Roberto Gil Zuarth.

“Estoy convencido de que a México no lo va a cambiar sólo su gobierno, los partidos políticos o los empresarios. Quienes van a cambiar a México somos sus ciudadanos”, pronunció el segundo hombre más rico de México en la antigua sede del Senado, ubicada en la calle de Xicoténcatl 9, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Quién sabe si el reconocimiento fue, como se dijo, “por su espíritu emprendedor, responsabilidad social y al apoyo en la generación de empleos”, o porque la institución que fundó su padre, Don Raúl Baillères ha sido semillero de muchos funcionarios públicos y políticos que han conducido la economía mexicana desde hace al menos dos décadas, o porque intuía que uno de sus egresados, el “ciudadano” José Antonio Meade, se convertiría en el candidato del PRI a la presidencia de México.

Quién sabe, pero a propósito de la euforia que ha desatado entre ciertos grupos la candidatura de Meade, un tecnócrata aprendiz de política, vale la pena escudriñar a algunos funcionarios y políticos egresados del ITAM que han sido protagonistas en la arena pública de México durante los últimos años y que podrían ayudarnos a entender la decisión del PRI y, sobre todo, el futuro del país si triunfa su candidato.

Dos de los itamitas más relevantes son Pedro Aspe y Francisco Gil Díaz, ambos ex secretarios de Hacienda, quienes en noviembre de 2016 fueron reconocidos como doctores Honoris Causa por la institución de Alberto Baillères.

Buena parte de las nuevas generaciones de itamitas que despachan en el gobierno desde los tiempos de Carlos Salinas, pasando por las administraciones de Vicente Fox, Felipe Calderón (también egresado del ITAM) y la del actual presidente Peña Nieto, tienen a alguno de ellos como su mentor o padrino político.

Pedro Aspe, por ejemplo, es mentor y padrino político del influyente Luis Videgaray, artífice de la candidatura de Enrique Peña Nieto en 2012, así como de las reformas estructurales y pactos políticos que permitieron al gobierno federal generar la expectativa de que el país avanzaba en la dirección correcta (Saving Mexico, Time; Mexico’s Moment, The Economist) aunque luego la realidad nos explotó en la cara.

Uno de los pupilos de Aspe también es Emilio Lozoya Austin, hijo de Emilio Lozoya Thalman, amigo del ex secretario de Hacienda con Carlos Salinas de Gortari. La historia de Lozoya Austin como coordinar de relaciones internacionales de la campaña a la Presidencia de Enrique Peña Nieto y su posterior desempeño como director general de Pemex está plagada de irregularidades, como haber recibido sobornos por 10 millones de dólares de la constructora brasileña Odebrecht.

El propio Luis Videgaray, quien fue el principal impulsor de la candidatura de Meade, ha estado envuelto en escándalos de corrupción y conflictos de interés por haberle comprado una casa a Grupo Higa del empresario Juan Armando Hinojosa, después de asumir su cargo como titular de Hacienda en el gobierno federal.

Así como Videgaray y Lozoya Austin, hay otros funcionarios públicos “totalmente ITAM” cuyo actuar en el gobierno ha dejado mucho que desear. Uno de ellos es Virgilio Andrade, quien como titular de la Secretaría de la Función Pública exoneró al presidente Peña y a su amigo Luis Videgaray de los presuntos conflictos de interés con Grupo Higa, el contratista del gobierno detrás de dos de las residencias mas famosas de México: la “Casa Blanca” y la “Casa de Malinalco”.

Del otro lado de la moneda, también hay funcionarios itamitas intachables, como el ex gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, quien prefirió irse a dirigir el Banco de Pagos Internacionales en Suiza que quedarse a ver la desfachatez con la que operan algunos de los egresados de alma máter en la administración pública y privada.

Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda durante el gobierno de Vicente Fox, es considerado uno de los mentores de Carstens y principal impulsor para que asumiera la titular del Banxico durante el gobierno de Felipe Calderón.

Otros funcionarios con estas características son José Antonio González Anaya, ex director general de Pemex y actual secretario de Hacienda, aunque su amistad con el oscuro líder petrolero, Carlos Romero Deschamps, le restan crédito. Asimismo, en esta lista se podrían mencionar otros funcionarios del equipo de Meade como los subsecretarios de Hacienda Miguel Messmacher, Fernando Galindo y Vanessa Rubio; el ex subsecretario Fernando Aportela, así como el ex titular del SAT, Aristóteles Núñez, quien muy probablemente estará de regreso el próximo año en la campaña de PRI.

La gran pregunta es en qué tipo de político va a convertirse Meade si gana la presidencia en 2018 y si va a aplicar la ley igual para todos… incluidos sus amigos itamitas y los funcionarios del gobierno actual.

Posdata 1. En los principios de conducta del ITAM, el número uno “actuar con integridad y respeto” y el número 10, “mantener una conducta ejemplar”. ¿Lo han logrado?

Twitter: @MarioMal
Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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