Conforme han crecido las probabilidades de que José Antonio Meade sea el candidato del PRI en 2018, los acercamientos de amigos y ex colaboradores también han aumentado. La mayoría de las aproximaciones hacia el titular de Hacienda son para preguntarle sobre su interés de abanderar la candidatura priísta, pero sobre todo para ofrecerle su apoyo. Quieren ser parte de su equipo, del team Meade.

Para todos, incluidos sus más cercanos colaboradores y amigos, tiene la misma respuesta: “No sé si voy a ser yo. El Presidente ha sabido jugar muy bien con las expectativas y ha mandado muchas señales. Vamos a esperar”.

Aun cuando el propio Meade no tiene la certeza de que será él el ungido del PRI, lo que sí tiene listo, además de una propuesta de campaña basada en las fortalezas económicas de México y en la importancia de consolidar las reformas estructurales, es a un equipo de colaboradores con el cual se reúne frecuentemente. Lo encabezan dos de sus mejores amigos: el canciller Luis Videgaray y el director general de Pemex, José Antonio González Anaya.

Es indudable que de llegar a ser candidato y ganar la presidencia el próximo año, Meade tendría un sólido equipo económico-financiero y muchos de sus amigos del ITAM, su alma máter, y ex colaboradores formarían parte del gabinete.

En ese grupo están Abraham Zamora, actual jefe de Oficina de Luis Videgaray; el senador panista, Ernesto Cordero; el titular del IMSS, Mikel Arriola; el director general de Bansefi, Virgilio Andrade; los subsecretarios de Hacienda Miguel Messmacher, Fernando Galindo y Vanessa Rubio; el ex subsecretario Fernando Aportela; y muy probablemente sería el regreso del ex titular del SAT, Aristóteles Núñez.

El problema que enfrentaría Meade una vez que el presidente Enrique Peña Nieto lo ‘destape’ –muy probablemente el próximo 27 de noviembre–, sería la injerencia del Ejecutivo en la campaña y, de resultar exitosa, en la posterior conformación del gabinete. La administración que se irá en diciembre del próximo año buscará garantizar no sólo la continuidad de las reformas y proyectos importantes, como el nuevo aeropuerto capitalino, sino la certeza de que no se van de destapar escándalos.

El canciller Luis Videgaray, quien muy probablemente sería el jefe de campaña de Meade, ayudaría a garantizar esa tranquilidad al presidente Peña y su equipo; sin embargo, no estarían completamente blindados personajes cercanos al titular del Ejecutivo, como el ex director general de Pemex, Emilio Lozoya.

Meade se ha reunido en privado con empresarios de alto nivel a quienes ha asegurado que el modelo económico y las reformas se mantendrán incluso si el PRI no gana la presidencia. No obstante, también les da a entender que de ser el elegido se privilegiarían los esfuerzos para generar un mayor crecimiento económico, aun frente a los retos que podrían derivarse de la posible ruptura del TLCAN y la reforma fiscal de Donald Trump que podría poner contra las cuerdas a los inversionistas nacionales y extranjeros en México.

El espaldarazo que le dio hace unas semanas el empresario Claudio X. González fue visto, además de una muestra de confianza en el manejo de la economía para los siguientes años, como una señal de ‘esperanza’ en que Meade pueda realmente combatir la corrupción en México pese a ser un candidato del PRI.

Aramburuzabala vende. El viernes pasado la estadounidense American Tower cerró la adquisición de una subsidiaria de KIO Networks, propiedad de la empresaria María Asunción Aramburuzabala , que posee más de 50 mil postes de cemento y aproximadamente 2 mil 100 millas de ruta de fibra en los centros urbanos más importantes de México.

La operación fue por 500 millones de dólares y tiene como objetivo la posición de American Tower de cara al despliegue de redes 4G y 5G en el país que utilizarán no sólo operadores como AT&T y Telefónica-Movistar, sino Altán, el operador de la Red Compartida que licitó la Secretaría de Comunicación y Transportes (SCT).

ASA pausa privatización. Aquí le contamos que uno de los proyectos que quería sacar la SCT antes de terminar el año era la privatización de aeropuertos que hoy controla el gobierno a través de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), a cargo de Alfonso Sarabia de la Garza . La idea era que se aceleraran los acercamientos con posibles inversionistas y abrir el proceso de licitación hacia el último cuarto del año, pero al parecer no se va a alcanzar a concretar.

La buena noticia, empero, es que el tráfico en estas terminales áreas se incrementó 5.7% de enero a octubre de 2017 en comparación con el mismo periodo de 2016. Los 18 aeropuertos de la red de ASA movieron ese periodo 2 millones 202 mil 343 viajeros.

@MarioMal
mario.maldonado.padilla@gmail.com

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