Hace unos días, Omar “N”, QBA su nombre artístico en Youtube , saltó a la fama nacional.

Los que somos ajenos al rap y no lo habíamos escuchado en sus conciertos o visto en alguna de sus millones de reproducciones de videos musicales en la red, lo conocimos porque supimos que es un sicario junior, concretamente un “cocinero”, que es el encargado de disolver los restos de cuerpos desmembrados en ácido colocándolos en un bote y dándole vueltas, así, como si fuera un guiso, hasta que no queda casi nada de lo que alguna vez fue un ser humano.

Omar disolvió así a los estudiantes de cine con los que, curiosamente, quizá tendría muchas cosas en común.

No sé mucho de rap, de hecho no sé nada de rap, pero Omar Christian Palma Gutiérrez , como firma en su canal oficial, parece un joven con talento, sus rimas son buenas por lo transparentemente sádicas y el reflejo brutalmente triste de su vida.

No creo que tenga más de veinte años y ya conoce el olor de la carne humana transformada en nada, Omar ha visto pedacitos de cuerpos que fueron destazados y los ha colocado en su olla de cocinero, Omar es un sicario que se ganó el respeto a punta de madrazos en su barrio y que, seguramente, le costó algunas vidas ser aceptado como un miembro más del Cártel Jalisco Nueva Generación . Omar, seguramente, quiere ser como El Mencho; Omar, seguramente, sabe de armas y Omar, seguramente, sabe de torturas, tal vez él mismo las ha sufrido en carne propia… Omar ha vivido lo que ningún joven de veinte debería de vivir jamás, lo que nadie debería.

Escuchar a Omar cantar en su “Hay voces que me dicen”: Pura rima pura, salida desde mi tumba, así que jálele, dispárele, estoy muerto a mí me vale, me obliga a pensar ¿cuál hubiese sido su destino si la suerte lo colocaba en otro lugar?, estoy seguro de que su talento lo habría llevado muy lejos, canta bien y es claro que cuenta una historia en sus videos, como las historias que cuentan los que estudian cine, quizá otras circunstancias lo hubiesen hecho un hombre feliz, porque, justamente eso, la infelicidad, es lo que refleja magistralmente Omar en su trabajo musical: la amargura por el futuro cancelado, la vida en un infierno del que no hay más opción que matar o morir.

Cada quien es responsable de sus actos y nada justifica los crímenes cometidos, Omar deberá pagar y tal vez no vuelva a ver la calle hasta que cumpla sesenta años, pero Omar también es víctima de un gobierno que abandonó a parte de la juventud en complicidad con una sociedad que también les dio la espalda.

La historia de Omar me recuerda los textos de Javier Valdéz , a quién hoy necesitamos tanto desde hace casi un año en que nos lo arrebataron, Omar es uno de esos vatos que no tenían de otra y se jodieron en la maña.

Desde hace dos años, Omar nos gritó en sus canciones que algo estaba muy mal, lo vieron millones y ninguno…

Nadie hicimos absolutamente nada.

Hoy hay tres jóvenes más que están muertos y una vida que se jodió para siempre.

¿En dónde valió madre todo?

DE COLOFÓN.— 

Puede ser bomba o puede ser llamarada de petate, de confirmarse por fuentes europeas que la campaña de Ricardo Anaya estaría involucrada en una red de lavado… ¡Bom!

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