Regresa cuatro años después Robert McCall (Denzel Washington) en la secuela The Equalizer 2, a impartir justicia psicópata en una escenografía irreal de secuestros y desapariciones. Si antes era capaz de partirle la madre a cualquiera ensañándose de fea manera, nada más hay que imaginarlo ahora cuando un ser amado por este negrón requiere de sus mañas, alevosía, ventaja y astucia.

Lo dirige nuevamente el especialista en plomo vengador, Antoine Fuqua, que le da carta abierta a este reaccionario de rostro casi inexpresivo, para que nos recete con sus discursos conservadores que parecen querer disfrazar el sadismo que ejerce sobre los villanos que, modestamente, no se le comparan en vileza. Eso sí, las escenas de acción están impecablemente producidas y mejor filmadas para una película que no ofrece perdón ni redención y sí muchas andanadas de bala que ha requerido este thriller, para competirle a John Wick.

Del Reino Unido llega una nueva serie documental sobre uno de los tópicos más recurrentes del cine: el asesino convencional con tendencia de convertirse en algo más siniestro: el serial-killer, rey de la taquilla enferma y retorcida, grande y chica. Los capítulos de 50 minutos retratan, con narración en primera persona, los impulsos que han llevado a muchos a matar de forma espeluznante. Como la mayoría están condenados a muerte, no tienen prácticamente nada que perder, a no ser las regalías o algún contrato fílmico para llevar su trabajo macabro al cine. El compromiso de investigación criminal realizado a un grupo selecto de convictos, es de lo que erizan la piel al estilo de “Genio del Mal”.

Para los que no han perdido su capacidad de asombro y están dispuestos a ver el horror puro de basura al estilo de La Casa de las Flores, Dark Tourist, trata de ofrecer ahora lo que don Jaime Maussan ya no puede: lugares y escenarios insólitos a los que no iría uno ni solo, ni acompañado. No faltan en sus historias la extravagancia y el humor poco convencional a la hora en que las huellas por el sobresalto, pueden quedar de testigo mudo en los calzones, de los de estómago débil. Por lo pronto se puede ver hasta dónde pueden llegar estas historias locas en Netflix, que vienen desde Nueva Zelanda.

Quienes recuerden la película Amarga pesadilla, pueden ver ahora su réplica (2018) en la puesta en escena escocesa de Calibre, intensa y aterradora como la dirigida en 1972 por John Boorman. La cinta protagonizada por Jack Lowden, Martin McCann, Tony Curran e Ian Pirie, propone una atmosfera horripilante y siniestra y la terrible decisión que tiene que tomar uno de los implicados para seguir con vida. En ese tenor, pero con temática de encierro permanente, llega de Argentina la serie Encerrados que, en tono de comedia negra, narra las desventuras de gente que pasa por prolongados tipos de encierro.

Después de haber pasado por padres poco convencionales, enojones y cancela-series como Silvia Pinal y Enrique Guzmán, le toca el turno a Alejandra Guzmán, que cuenta su vida de sobresalto de mata en una serie para competirle en guarradas a Luis Miguel, Lupe D’Alessio, Yenita Rivera, José José, Juanga, Yuri, La Trevi y otros. La Guzmán que sí tiene cola que le pisen, no pide clemencia, ni compasión. Sólo que vean su serie, donde los trapos al sol, jura, van a salir a la menor provocación, las drogas, el sexo y (poco) rocanrol, aunque se diga lo contrario para proteger a los indecentes.

pepenavar60@gmail.com

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