Bueno, por lo que reporta el especialista en cine José Antonio Monterrosas Figueiras, de la Revista Revés en torno a la exhibición que hizo el jueves la Cineteca Nacional (con la cola entre las patas) de una función especial de Santo contra Los hombres infernales (una de las dos que marcaron su entrada al cine allá por 1958 y de la mano de su amigo, guionista y actor, Fernando Osés) restaurada por el Archivo de Viviana García Besné), la función fue un éxito debido a la gran cantidad de máscaras —la del Plateado y la de su acérrimo rival y compadre secreto: Blue Demon— que se dieron cita para ver al Enmascarado de Plata, restaurado como debe ser. Hábiles, cobardes, corruptos y vividores del prepuesto cultural, como es su costumbre, el Dr. en “Alambritos” Alejandro Pelayo, director de la Cineteca y el “Fidel Velázquez” de la misma: Nelson Carro, brillaron por su ausencia.

Si quiere ser aceptado Netflix en el cine de las grandes ligas, no debe financiar tonterías del calibre de Bright, la nueva película del arrogante y pagado de sí mismo, Will Smith, en el papel de policía negro, soberbio, altanero y mamón, que le carga la mano a su compañero freak, Joel Edgerton, en batidillo sorpresa de géneros de ciencia ficción y fantástico demencial de quinta con hadas, varitas mágicas, humanos, orcos y elfos, primos hermanos de la turba de El Señor de los Anillos. Todo está mal: ambientación, maquillajes chockeantes, historia ridícula, pésimos chistes, musica… para que se la tomen en serio pero, como aspirante a las temibles Frambuesas Doradas, yo le doy todas. Will Smith debería ir a la cárcel por filmar estas idioteces. Max Landis, su guionista también y el director de la película, David Ayer, ahora anda dando explicaciones de que Bright es peor que Escuadrón Suicida. Ya se puede ver en Netflix pero, si viéndola, sienten que esta grotesca y aburrida cinta los está robando, no se puede reclamar.

Antes de que los pongan en la lista de lesionados de Netflix, documentales como Jim & Andy (sobre las excentricidades del comediante mega-freak Andy Kaufman y el no menos demente; Jim Carrey) o “Voyeur” (sobre un Peping-Tom que para ver a sus anchas tuvo que comprar un Motel en Colorado y equipar cada cuarto para documentar sus perversiones y darlas a conocer por medio de la celebridad periodística, Gay Talese, del New Yorker y luego de un libro) deben verse como modelo de ese otro cine alternativo que se les ha pasado hasta a los piratas de Tepito, que ya no son lo son lo que antes fueron.

Para los que son fans de sobrevaloradísimo Jerry Seinfeld, el de una de las series más estúpidas —dicho por el mismo— filmadas para la tv, que llegó a nueve temporadas y que, sin embargo, fue elevada a la categoría de mito e icono por el gringo medio. Aquí está esta muestra de chistes para tortura de cualquiera que no se vaya con la finta de este tipo que en su momento batió audiencias. El club donde empezó (el The Comic Strip) ha sido testigo de esta nueva infamia y provocación hasta para fans de La Familia Peluche.

Para los aspirantes al corporativo del crimen organizado, la serie Testigos de la mafia con seis episodios dedicados al apellido de las ilustres familias que la integraron: Bonano, Genovese, Colombo, Gambino y Lucchese, hasta John Gotti, Don Teflon. Impresionante. Obvio, en Netflix.

pepenavar60@gmail.com

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