Llegamos al final para que los partidos y coaliciones concluyan la etapa de precampañas y definan a sus candidatos a la Presidencia y a los demás cargos de elección popular. Al mismo tiempo, en unos días concluirá también el periodo de recolección de firmas para los ciudadanos que buscamos una candidatura independiente.

Por primera vez habrá candidatos independientes a la Presidencia de la República y a otros cargos de elección como la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México; sin embargo, las condiciones impuestas en la legislación electoral y en los lineamientos del propio INE han sido verdaderamente inequitativas.

Para que un candidato independiente a la Presidencia pueda aparecer en la boleta requiere la obtención de un número de firmas equivalente a 1% de electores en la Lista Nominal. Esta condición es completamente desproporcionada si tomamos en cuenta que para que un partido político mantenga su registro a nivel nacional, le basta demostrar que cuenta con un número igual o mayor a 0.26% de electores en Lista Nominal. Un partido mantiene su registro con 230 mil miembros, en cambio, para que un ciudadano aspire a estar en la boleta electoral para Presidente deberá juntar 866 mil firmas; es decir, casi cuatro veces más.

Es evidente que la condición fue diseñada para frenar las aspiraciones de muchos ciudadanos con capacidad para aspirar a un cargo de elección. Estamos de acuerdo que para ser candidato independiente debe haber una serie de condiciones equivalentes a las de los partidos políticos pero no con las diferencias abismales con que fue aprobada.

Hemos denunciado aquí la inequidad y la absoluta omisión por parte del INE frente a la farsa de las precampañas. No debió permitir precampañas por la sencilla razón de que no hubo precandidatos. En lugar de avanzar en procesos democráticos, vamos en franco retroceso. Suponíamos que después de años de transición democrática y de múltiples reformas político-electorales, mejorarían los procesos de elección en todos los órdenes y lo mismo en los mecanismos internos de los partidos para la selección de sus candidatos, pero ha sucedido exactamente lo contrario.

Por ejemplo, en este proceso presidencial los precandidatos de las tres coaliciones, que a su vez agrupan cada una a tres importantes partidos, han sido “ungidos” por la gracia divina de la cúpula partidista. En ningún caso hubo un proceso en el que se presenten al menos dos alternativas por parte de los partidos y coaliciones; por lo tanto, no hubo precandidatos.

El candidato del PRI fue ungido de acuerdo con la “liturgia” de siempre, otro, fue ungido por una camarilla y finalmente el “autoungido”. En estos procesos no hubo participación de la militancia de sus respectivos partidos, ni discusiones al interior de los consejos, entonces ¿dónde quedó la democracia al interior de los partidos? ¿De qué sirven tantas reformas para limpiar y darle certidumbre a los procesos de elección si en los propios partidos ya nadie habla de democracia?

Los partidos políticos están convertidos en grupos de interés, controlados por camarillas con el único fin de mantener sus canonjías. Dejaron de ser “instrumento de la sociedad” al servicio del bien común. Las precampañas han sido una burda simulación y al respecto el INE, no hizo absolutamente nada.

Los aspirantes independientes, en cambio, hemos sido borrados del mapa. Además de la desproporcionada condición en el número de firmas exigidas, está la complejidad de la aplicación electrónica que se diseñó para el caso. Todos los aspirantes hemos sufrido un verdadero calvario para poner en marcha la aplicación y lo más difícil ha sido sin lugar a dudas, el establecer un ejército de auxiliares voluntarios.

Los candidatos independientes no contamos con un solo centavo de apoyo para todo el proceso de recabación de firmas, tampoco con tiempos oficiales ni acceso a medios de comunicación, ni organización de debates públicos ni nada.

Aun así, esperemos que muchos candidatos independientes estemos en la boleta electoral y obtengamos triunfos históricos para el bien de México. Pese a que hay gente muy valiosa en todos los partidos políticos, éstos han dejado de ser “instrumentos de la sociedad” y se han convertido en cotos de poder de cúpulas corruptas, por lo que tendrán que sufrir una profunda transformación. Ésta será una de las mayores contribuciones para la democracia en nuestro país.

ciudadposiblecdmx.org
twitter: @JL_Luege

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