En días pasados, se hizo el anuncio del patrocinio de BBVA como nuevo socio comercial de la Liga Femenil Mexicana. Sin duda alguna, es un triunfo muy importante para esta Liga, principalmente porque es de reciente creación. Esto habla de la labor de construcción de marca que han hecho la propia Liga y la Federación Mexicana de Futbol.

Hubo marcas que se quedaron en el camino y que, desafortunadamente para ellas, les han ganado dicha posición, un lugar que —aproximadamente— está valuado en 60 millones de pesos anuales.

Sin duda, una cantidad de dinero considerable, pero es un canal de comunicación ideal. Marcas de casas de apuestas o cerveceras estuvieron interesadas en ganar dicha posición, pero se quedaron fuera de la jugada; perdieron un público que está ávido de tener identidad propia, y no estamos hablando de la muy mencionada equidad de género, estamos hablando de la exposición de marca, de la comunicación que se dirige a un público que está creciendo todos los días.

Este fin de semana también pudimos ver el alcance que tiene el futbol femenil, con la final de la Copa del Mundo de dicha categoría. Se habla del poder que tienen selecciones como la de Estados Unidos, en donde se ha construido este deporte en los últimos 20 años; sus futbolistas juegan un papel muy importante en la comunicación deportiva de dicho país, en el que son verdaderas ídolos para jovencitas o aspirantes a jugar futbol.

Mismo caso es para otros países, como Brasil, Inglaterra, Francia, Holanda, en donde las Ligas locales tienen un gran poder económico y deportivo.

Todo esto es una gran victoria para el sports marketing.

Las marcas tradicionales que le hablaban a las mujeres tienen ese reto para poder participar en este juego publicitario. Sólo cabe mencionar esta comparación: en el último Mundial varonil, se tuvieron mil 120 millones de telespectadores, y para las mujeres 61 millones. Los derechos de televisión para la Copa del Mundo varonil oscilan en mil millones de euros y son apenas de un millón del femenino. No se trata de comparar, se trata de construir, de mejorar, de captar nuevas audiencias y, si nos metemos a la dinámica de comparar, ellas serán las grandes perdedoras.

Con todo esto, podemos decir que la Liga femenil mexicana será un negocio autosustentable en los próximos tres o cinco años, cuando los derechos de televisión tengan más valor y las marcas patrocinadoras puedan crear productos específicos para este sector de la población.

El resto de las marcas también deben ponerse alerta para participar. Hoy podrá valer la participación 10 pesos, pero en unos años valdrá mil, así que es el momento ideal para construir de forma paralela.

También el reto estará en buscar estadios o escenarios propios para la realización de los partidos de dicha Liga . Es un momento en la historia de este deporte muy importante. La oportunidad esta ahí, ahora sólo basta que las buenas intenciones se traduzcan en acciones.

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