La palabra de López Obrador es poco edificante cuando contradice a los integrantes de su equipo y desinforma o confunde acerca del trabajo que lleva a cabo su propia administración hasta terminar por empequeñecer a sus colaboradores u obstaculizarlos.

Ciertamente, eso acontece cuando el presidente prioriza la agenda mediática o cede a la presión que ejerce el ritmo frenético de los medios al formular declaraciones precipitadas o poco ponderadas.

Cuando AMLO permite que los medios le marquen la agenda, en lugar de ser él quien la establezca, acaba por supeditar el interés superior de su gobierno. En esas ocasiones, el presidente se mete autogol.

El caso de la tenencia es un buen ejemplo. El subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera, comentó en su momento que sería deseable que los estados asuman una responsabilidad en la recaudación para así darle un poco de vida a ese federalismo que tanto cacareamos. Al poco tiempo, sin embargo, el tema se mediatizó y el presidente salió a desmentir —sin ninguna necesidad— que “no habrá nuevos impuestos”. Aunque el planteamiento no involucraba al gobierno federal, AMLO dinamitó una buena idea.

Otro ejemplo es la forma en que ha informado sobre el Corredor Transístmico, quizás el proyecto de infraestructura más importante de esta administración. A través de este corredor se pretende optimizar los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz para recibir grandes cargueros y habilitar las vías férreas que comunican el Pacífico con el Atlántico.

Este proyecto estratégico puede tener una importancia enorme para promover el crecimiento económico y generar un polo de desarrollo en el ingreso al sureste, una de las regiones más rezagadas del país. En poco ayuda, sin embargo, cuando el presidente habla de competir con el Canal de Panamá, como lo hizo el 1 de febrero en Minatitlán.

Sería un disparate pensar que este proyecto podría competir con el poderoso Canal de Panamá, que posee un monopolio de las rutas de navegación. Según la Asociación Mexicana de Agentes Navieros, para que el Corredor Interoceánico del Istmo pueda competir con ese canal tendrían que transitar por él al menos 200 trenes diarios.

La verdad de las cosas es que el proyecto no se plantea competir con Panamá, sino únicamente ofrecer entre 6 y 10 recorridos diarios que podría ofrecer una alternativa para algunas empresas exportadoras, muchas de ellas que trasladan carga de origen mexicano y resta probar incluso que transitar por allí podría ser más barato.

Es claro, sin embargo, que el principal negocio no pretende ser el cruce de carga, sino la posibilidad de atraer empresas que puedan instalar parques industriales en una zona que tendrá impuestos más bajos; plantearlo así evitaría confusiones. Adelantar declaraciones, cuando el proyecto aún no está claro, también.

Un tercer ejemplo es el reciente anuncio presidencial en el sentido de que la consulta sobre el proyecto del Istmo ya estaba hecha y el proyecto ya había sido aprobado. Afirmar algo así sabotea un proceso que se está haciendo desde hace varias semanas y tiene varias fases, pues se lleva a cabo en el marco de la consulta previa, libre e informada establecida por la OIT.

En esta consulta han participado ya varios pueblos indígenas en grandes asambleas y todavía se prevén otras a mediados de este mes. Naturalmente, la prensa que solo está interesada en resaltar las “consultas patito” no ha dado ninguna cobertura a este proceso, a pesar de que han participado miles, incluyendo representantes de los pueblos zoque, mixteco, náhuatl, zapoteco, totonaco y comunidades afromexicanas, entre otros.

El proceso, sin embargo, no ha concluido, pues nuevas asambleas están programadas para mediados de este mes. ¿Qué necesidad tenía el presidente de afirmar que la consulta ya terminó y el proyecto fue aprobado? ¿No era esta una buena oportunidad para demostrar que el gobierno está empezando a tomarse en serio los procesos participativos?

@HernanGomezB

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses