AMLO vs. Reforma

El presidente debiera reconsiderar la pertinencia de polemizar de forma reiterada con el periódico Reforma como lo ha venido haciendo. Es claro que su estrategia política requiere materializar un adversario. Que ante la debilidad de los partidos de oposición, el periódico de la derecha le ofrece una oportunidad para antagonizar.

Pero AMLO comete un error porque le está haciendo el caldo gordo a un proyecto periodístico en decadencia, permite que este medio le marque la agenda —aunque diga lo contrario— y le inyecta aire artificial al darle una fuerza que no tiene.

Es bien sabido que Reforma pasa por una profunda crisis. El diario ha vivido una errática transición desde que Alejandro Junco de la Vega Elizondo tomó el mando que le entregó su padre, Alejandro Junco de la Vega González, quien desde la fundación del diario hizo una apuesta decidida por un periodismo independiente que logró cambiar el ejercicio de la profesión en México.

Pero el diario extravió el rumbo desde que en mayo de 2017 René Delgado, una de sus mentes más lúcidas, fue forzado a dejar la dirección editorial. En diciembre de 2018, la nueva dirección de Junco dejó pasar la gran oportunidad de poner al frente a Roberto Zamarripa, un periodista de larga trayectoria, para nombrar a Juan Pardinas como su director editorial.

El mensaje era muy claro: el diario quedaba en manos de un opositor que había simpatizado abiertamente con la campaña de Anaya. Desde luego que no era cualquier opositor. A mi juicio se trata de uno de los más inteligentes y eficaces representantes de esa derecha moderna que México necesita. La pregunta es si eso es lo que necesita un diario con la trayectoria y reputación de Reforma.

Hasta ahora, la presencia de Pardinas —indudablemente más hábil como opositor que el irrelevante Marko Cortés— no ha logrado revertir un declive que le precede. Reforma cada vez se dedica más a ser un órgano de difusión opositor y cada vez menos a hacer un ejercicio periodístico serio, motivado como está por una dirección general que considera que su misión profética es emprender una falsa cruzada para salvar a México de convertirse en una segunda Venezuela.

A la crisis global de los medios impresos se suma el hecho de que Reforma cada vez cubre menos fuentes, hace menos investigación propia, perdió el suplemento Enfoque —y luego la Revista R—, que llegó a ser una referencia importante como espacio de análisis político e investigación, y hoy prácticamente su única unidad de información es Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, propiedad de otro cruzado: Claudio X. González.

Cada vez es más larga la lista de tropiezos que van en detrimento de la calidad periodística. Desde aquel sondeo de abril de 2018 en el que se daba por ganador a Ricardo Anaya, con el 45% de la intención de voto, las distorsiones informativas, exageraciones —y a veces incluso las mentiras flagrantes—, se han hecho cada vez más recurrentes.

En aras de posicionarse como el gran órgano de divulgación opositor al actual gobierno, Reforma no tuvo empacho en llevar a ocho columnas las cifras de su cuestionable “Ejecutómetro” (criticado por algunos de los mayores expertos en seguridad, como es Eduardo Guerrero) que intentaban dibujar un aumento alarmante de la violencia en el país y atribuirlo a la nueva administración.

Ante la pérdida de credibilidad de la comentocracia tradicional, Reforma ha inventado con relativa eficacia a nuevos jóvenes intelectuales públicos útiles a sus propósitos político-ideológicos, siendo en ocasiones quienes a través de sus columnas llevan al extremo sus mismas exageraciones. A veces, en lugar de hacer reportajes serios como los que caracterizaron al diario en el pasado, recurren a entrevistados que pueden más fácilmente manipular y distorsionar la información.

Así lo vimos hace unos días cuando entrevistaron a Max Kaiser (un ex funcionario del gobierno de Calderón reciclado en analista) para que saliera a hacer una delirante comparación entre el caso del compadre de López Obrador, Miguel Rincón, nada más y nada menos que con el escándalo de la Casa Blanca.