Con respecto a esta nueva forma de sobrevivir como seres tecnológicos dependientes de todos estos artefactos y tecnologías, hace unos días se dio a conocer que el gobierno chino está trabajando con una nueva aplicación que se beneficiará del big data para funcionar. Se trata de un muy sofisticado Sistema de Crédito Social que se prevé comience a funcionar en 2020. Su objetivo es juzgar la confiabilidad de sus 1.3 millones de residentes y dar facilidades laborales y créditos a los mejor evaluados. Las bases para este sistema parecen copiadas del capítulo “NoseDive” de la serie Black Mirror; cuando las distopías nos alcanzan.

Hablamos de un esquema de planificación para la construcción de un sistema de crédito social que plantea una idea muy radical de lo que pasaría si se establece un puntaje de confianza nacional que califica el tipo de ciudadano que cada uno de los usuarios es. Imaginemos un mundo en el que muchas de las actividades cotidianas se supervisan y evalúan constantemente con base en las actividades que realizamos en línea. Es viable pues casi toda nuestra vida es ya una serie de datos en la red, desde los libros que leemos, la música que escuchamos, lo que compramos en línea, las actividades que compartimos en las redes sociales, hasta los mensajes laborales o más íntimos que generamos en mensajeros como WhatsApp. Todo esto será una importante herramienta para poder calificar el comportamiento de los usuarios.

Aunque el gobierno chino está lanzando el proyecto como una forma “deseable” de mejorar la “confianza” a nivel nacional y para construir una cultura de “sinceridad”, lo cierto es que la cotidianidad incluye actividades que no tan fácilmente se pueden calificar como buenas o malas. Sinceramente no creo que exista algo que califique como bueno o malo el tipo de libros que leemos o la música que escuchamos, por poner un par de ejemplos. Sobra decir que los gobiernos con tendencias paternalistas o totalitarias sí que tienen valores definidos para calificar cada aspecto de la cotidianidad de sus gobernados. Y si no que le pregunten a Gao Xingjian o a Ai Weiwei, artistas disidentes chinos para quienes el gobierno tiene muy claro el valor negativo de su obra.

El escrutinio del comportamiento individual siempre ha sido un tema que hace salivar a los gobiernos, y aquí ni los más progresistas o de primer mundo se salvan. Más de una vez el Estado ha buscado la manera legal de husmear en nuestra vida privada; complicado cuando no sabemos a ciencia cierta quiénes serán los que se encarguen de “calificar” nuestras actividades a analizar, tampoco se ha dicho nunca, por estos rumbos, si se aplicará también a los políticos y gobernantes, quienes últimamente han sobresalido, en general, por su falta de honestidad. Lo que no cabe duda es que cuando el gobierno juega al Big Brother siempre despertará suspicacias, aquí y en China.

@Lacevos

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses