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Ya inició el Mundial de Qatar para Ricardo Ferretti y estos jugadores que deben hacer olvidar, y rápido, a la generación del fracaso.
Vienen los primeros partidos de la Selección Nacional después del Mundial Rusia 2018 y con éstos, la obligación de los jóvenes futbolistas convocados, para llevar sus palabras a acciones positivas con el equipo mexicano.
Las instalaciones de la magnífica Universidad de Houston testificaron la crisis que vive el futbol uruguayo, que pese a tener a grandes estelares de futbol, se vio un equipo inseguro por la falta de un contingente directivo avalado por la comunidad futbolística internacional.
Los problemas extra cancha que vive la selección charrúa no son nuevos, hoy está bajo investigación de la FIFA por corrupción, porque los brillantes federativos revendieron boletos durante las eliminatorias mundialistas.
Pero esto no es nuevo, el futbol uruguayo estuvo durante años y años secuestrado por Paco Casal, dueño de la empresa televisiva Tenfield, que a su vez era dueña de la carta de la mayoría de los estelares uruguayos y que hasta cadena de televisión puso en Miami bajo el nombre de GolTv. Ese es el balompié uruguayo, que en el campo es todo pundonor, pero en el escritorio, todo corrpción.
Está en Houston, disfrutando el post Mundial, seguidos por muchos compatriotas que tienen años viviendo en esta ciudad, que cada partido de la Selección a la que venimos se observan más sudamericanos, algo que era extraño encontrar en Texas y que ahora es tan común como antes lo era en la Florida.
No le podía tocar mejor rival a México que este uruguayo, porque la Selección Mexicana, que estará aterrizando pronto en Houston, debe tener algo que durante tantos años se perdió, el hambre de triunfo y el orgullo de pertenecer a un grupo de élite, como lo reconocieron ayer Erick Gutiérrez y Roberto Alvarado en el entrenamiento en el CAR. Entender que ser seleccionado nacional no es solamente para tener más fama y dinero, sino para encontrar o intentar llegar a la gloria deportiva.
Jugadores como Orbelín Pineda y Alan Pulido están ante otra gran oportundiad de pesar en la Selección, otros como Guillermo Ochoa deben arropar a este grupo y olvidar antiguos compañeros que no lo apoyaron, en la cancha, cuando el portero se convertía en héroe.
No más grupos que controlen a los entrenadores y directivos, sí a los futbolitas que se dedican al campo en cuerpo y alma, que dignamente, pierdan o ganen, estén luchando por un mismo objetivo. Ese debe ser el concepto principal de Ricardo Ferretti para esta nueva etapa y no nada más estar hablando de interinatos y de cosas banales, cuando la realidad marca que la Selección Mexicana necesita un cambio real y profundo, porque para hacer olvidar a la generación del fracaso, esa que estuvo tres Mundiales, este nuevo grupo tiene una gran responsabilidad.
@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx
Vienen los primeros partidos de la Selección Nacional después del Mundial Rusia 2018 y con éstos, la obligación de los jóvenes futbolistas convocados, para llevar sus palabras a acciones positivas con el equipo mexicano.
Las instalaciones de la magnífica Universidad de Houston testificaron la crisis que vive el futbol uruguayo, que pese a tener a grandes estelares de futbol, se vio un equipo inseguro por la falta de un contingente directivo avalado por la comunidad futbolística internacional.
Los problemas extra cancha que vive la selección charrúa no son nuevos, hoy está bajo investigación de la FIFA por corrupción, porque los brillantes federativos revendieron boletos durante las eliminatorias mundialistas.
Pero esto no es nuevo, el futbol uruguayo estuvo durante años y años secuestrado por Paco Casal, dueño de la empresa televisiva Tenfield, que a su vez era dueña de la carta de la mayoría de los estelares uruguayos y que hasta cadena de televisión puso en Miami bajo el nombre de GolTv. Ese es el balompié uruguayo, que en el campo es todo pundonor, pero en el escritorio, todo corrpción.
Está en Houston, disfrutando el post Mundial, seguidos por muchos compatriotas que tienen años viviendo en esta ciudad, que cada partido de la Selección a la que venimos se observan más sudamericanos, algo que era extraño encontrar en Texas y que ahora es tan común como antes lo era en la Florida.
No le podía tocar mejor rival a México que este uruguayo, porque la Selección Mexicana, que estará aterrizando pronto en Houston, debe tener algo que durante tantos años se perdió, el hambre de triunfo y el orgullo de pertenecer a un grupo de élite, como lo reconocieron ayer Erick Gutiérrez y Roberto Alvarado en el entrenamiento en el CAR. Entender que ser seleccionado nacional no es solamente para tener más fama y dinero, sino para encontrar o intentar llegar a la gloria deportiva.
Jugadores como Orbelín Pineda y Alan Pulido están ante otra gran oportundiad de pesar en la Selección, otros como Guillermo Ochoa deben arropar a este grupo y olvidar antiguos compañeros que no lo apoyaron, en la cancha, cuando el portero se convertía en héroe.
No más grupos que controlen a los entrenadores y directivos, sí a los futbolitas que se dedican al campo en cuerpo y alma, que dignamente, pierdan o ganen, estén luchando por un mismo objetivo. Ese debe ser el concepto principal de Ricardo Ferretti para esta nueva etapa y no nada más estar hablando de interinatos y de cosas banales, cuando la realidad marca que la Selección Mexicana necesita un cambio real y profundo, porque para hacer olvidar a la generación del fracaso, esa que estuvo tres Mundiales, este nuevo grupo tiene una gran responsabilidad.
@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx
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