Conmociones, un tema que le da pavor enfrentar al mundo del futbol. El pasado domingo, en el partido América vs Guadalajara, se vivió un momento de gran incertidumbre, miedo y desesperación, cuando Oribe Peralta y Jair Pereira, con el afán de pelear por un balón, se dieron un golpe durísimo en la cabeza.

No es algo menor, y desde la FIFA se han tardado en atender este tipo de incidentes, que pueden resultar en lesiones neurológicas graves. En el Estadio Azteca, el doctor de Chivas, Jesús Robles, fue quien decidió que Pereira continuara, pese a la imagen dramática en la que parecía convulsionaba, y que se ordenó, por parte del árbitro, que se encendiera la ambulancia para trasladarlo al hospital. No pasó y esta decisión puede causar estragos futuros.

En documentos oficiales de la FIFA, existe un Manual de Medicina de Urgencias en el Futbol, que es muy claro y establece —después de un aviso legal que  informa que “esta herramienta no es, ni pretende ser una norma de asistencia. Estas recomendaciones no sustituyen al juicio del personal médico y deben interpretarse a partir de las necesidades individuales del paciente y las circunstancias”, es decir, se lavan las manos y no hacen maldita la cosa para tener un protocolo serio de protección al futbolista en todas las canchas del mundo, no solamente en las mexicanas.

En este manual se establece que los cambios en la circulación sanguínea y en el flujo químico que se dan en una conmoción predisponen al cerebro a sufrir nuevas lesiones, mientras no se recupere por completo. Por eso, deben sacar al futbolista del campo y tratar de mantenerlo en reposo, o bien, trasladarlo a un hospital para una revisión, por más que el doctor del equipo establezca que no paso nada.

Por eso deben sacar al futbolista del campo y tratar de mantenerlo en reposo, o bien, trasladarlo a un hospital para una revisión, por más que el doctor del equipo establezca que no pasó nada.

Es decir, por más que le pregunten cosas y conteste correctamente, el futbolista no debe arriesgar. Estos golpes son tan peligrosos que en Estados Unidos han prohibido que las ligas infantiles, con menores de 10 años, jueguen con la cabeza; es decir, no hay juego aéreo y a partir de los 11 hasta los 13 años, limitan al máximo que golpeen el balón de esta manera.

Lo anterior surgió debido a que un grupo de padres de familia presentó una demanda ante un tribunal de California contra la FIFA, la Federación de Estados Unidos y a la American Youth Organization, debido —según su información— a negligencia en el tratamiento y seguimiento de las lesiones en la cabeza. Un juez dictaminó en 2015 que no habría bases jurídicas para sentenciar a la FIFA, pero sí a la Federación de Estados Unidos y emplearon las medidas antes mencionadas.

Pero de qué sirve, si de adultos los médicos de los equipos hacen lo que se les pega la gana, sin tener el criterio de que pueden acabar con la carrera de un deportista y, por ese afán de ganar, dejar al jugador en el campo cuando debe ser revisado.

Deberían los futbolistas ser los primeros en exigir que sean revisados cuando sufren un golpe como el de Pereira el domingo pasado. Lo peor es que han existido casos en lo que ni el doctor avala la continuidad del futbolista y se mantienen en la cancha, como hace unas semanas, cuando el kinesiólogo del equipo, Gustavo Witte, fue quien hizo una valoración de este tipo. 

Un deporte de contacto que ha dejado a ex jugadores tocados, con problemas graves, y que nadie acepta que fueron producto del futbol, de golpes y cabezazos. Recordemos los casos de Raúl Cárdenas y Horacio Casarín, por sólo mencionar algunos. Hace un par de años, la Femexfut les dio un curso a los médicos de los equipos. Parece que no entendieron.  

 @gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx

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