Señala Jorge Alberto Gudiño Hernández, homenajeando a Juan Rulfo, en su novela La velocidad de tu sombra, publicada por Alfaguara, Penguin Random House, en marzo de 2019, en la Ciudad de México. El excomandante Cipriano Zuzunaga, aparte de intentar controlar sus innumerables turbaciones producto de su vida cotidiana, debe atrapar a un asesino que opera en uno de los segundos pisos y que cuenta más de 30 muertos. La procuraduría le asigna a Pitaya, un policía que parece no cansarse. Zuzunaga lo comisiona a tareas peligrosas, como vigilar el lugar de los hechos a la hora en que hay mayor flujo de autos, que es el momento que más le agrada al homicida para cometer sus felonías. Se trata de una actividad lacerante pero necesaria. Mientras, el excomandante trata de vivir su vida comiendo donde puede, atando su pequeña red de narcomenudeo, soportando el abandono de su hija Leslie, tratando de explicarse por qué se llevó a vivir con él a Nat y a su niña y buscando obtener los favores sexuales de Lola. Como pueden notar, no es poca cosa este coctel. Además en una ciudad donde “se mata porque se puede hasta que no se puede más”. Y si usted pide que paren al mundo que se quiere bajar, está en lo correcto.

“La crueldad debió inventarse para usarla con quienes más queremos”, manifiesta el autor, quien es uno de los que desarrolla sus novelas en la Ciudad de México, un monstruo de más de 10 millones de cabezas, que no siempre está para historias con base en el folclor. En esta novela, el procurador está hospitalizado sangrando del aparato digestivo por ingerir tequila con vidrio molido, tenemos al asesino mencionado, hay un robo espectacular en el Servicio Médico Forense y ocurre un terremoto donde en una escuela mueren varios niños. El universo del delito en la ciudad es significativo y muy intenso: “Un asunto de poder. Uno mata porque puede y ya está. No se necesitan más motivos”. Zuzunaga es de los que no mueve un dedo por la comunidad; sólo se preocupa por los suyos. “Es la parte oscura de lo que somos”. Tenemos un policía que constantemente se pierde en sí mismo. Detesta carecer de un amor fijo, no tener su puesto seguro en la policía y no pocas veces se olvida del caso en que trabaja. Pitaya se encarga de regresarlo, lo mismo que La Amarilla Nelson, que es como su principal consejero y una mente sagaz y sibilina que lo respalda cada que es necesario. Les va a sorprender de lo que es capaz. Es el experto en balística. También les va a gustar la manera en que el periodista Eusebio Jiménez colabora para avanzar en la investigación.

Gudiño Hernández es un autor que utiliza un ritmo quebrado. Se vale de la frase corta, de la narrativa fraccionada y del lenguaje adecuado para crear series de atmósferas cuyas relaciones entre sí no son necesarias en la progresión de la historia. Confía en la capacidad integradora del lector. Una provocación evidente al sentido humano de adaptarse a un caos sutil que, al final, es una apuesta, una estética que convoca a la suma de emociones. La historia gira alrededor de Zuzunaga, el resto de los personajes se mueven dentro de su destino manifiesto sin intentar salirse del guión, incluso el excomandante se mantiene fiel a sus principios, tiene muy claro que, “nadie está tan jodido que no pueda estar peor”, y ya verán por qué lo dice. Es interesante el perfil de los mandos policiacos que nos comparte el autor: absolutamente corruptos, despiadados, convenencieros, tontos, carentes de ética y sin la menor idea de que están allí para servir a la sociedad. En su constante claroscuro, Zuzunaga es un buen policía por momentos, los mismos en que resuelve los casos en que se ve involucrado, pero a la primera oportunidad vuelve a ser el perro gandalla que lo caracteriza. Un abogado esquilma a una familia con la promesa de que librará a su hijo, que ha cometido un delito grave, de ir a prisión. Zuzunaga escucha la negociación por casualidad, ¿qué creen que hace? Permitiré que encuentren ese detalle en La velocidad de tu sombra. La relación de la oscuridad con la luz parece cosa de niños pero no, es cosa de escritores. Un aspecto importante en esta novela es su condición estilística. Se trata de contar una ciudad terrible donde es imposible ocultar la cantidad de delitos cotidianos, pero de manera especial, de acuerdo a la concepción particular de un autor que es, como su personaje, fiel a sí mismo. Que la disfruten.

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