Las Fuerzas Armadas Bolivarianas han hecho público su respaldo al Presidente Nicolás Maduro. Cuatro variables definen este apoyo pese a los cantos de sirena de la oposición con una “ley de amnistía” si deponen a Maduro. La primera variable, es la defensa de la soberanía venezolana y sus recursos naturales. La doctrina militar nacionalista siempre definió el petróleo como recurso estratégico de la seguridad nacional, las exportaciones dejaron de orientarse a un solo país (EEUU) y China pasó a ser el principal receptor de las exportaciones. Los descubrimientos de nuevos yacimientos y el oro en la cuenca del Orinoco, reforzaron esta identidad entre estado y petróleo por parte de las Fuerzas Armadas. Su privatización es mal vista. Y por la dimensión de la crisis, si la oposición llegara al gobierno, pese a lo que declaran sus voceros, el petróleo puede ser enajenado.

La segunda variable, la gobernabilidad interna descansa en el apoyo de las Fuerzas Armadas al régimen y un amplio respaldo social en torno al PSUV, las organizaciones de masas e instituciones sociales creadas por el chavismo a lo largo de los años. Pese a las diversas crisis durante todo el gobierno de Maduro, se ha mantenido una gobernabilidad mínima sin necesidad de sacar al ejército a las calles a levantar barricadas. Las fuerzas de seguridad policial se han encargado de esa tarea. Si se pone en riesgo esta gobernabilidad mínima y el gobierno no garantiza la paz ni el orden interno, la coalición institucional que sostiene a Maduro puede comenzar a desarticularse.

La tercera variable, es mantener la integridad territorial y marítima de Venezuela, ante evidencias claras de fragmentación. El ejército respalda al gobierno por su firmeza en el control territorial del estado. Ya durante la época de Chavez, hubo intentos separatistas en el estado petrolero del Zulia, donde la oposición tiene respaldo social. La última declaración de Lima, evidenció la intención de apoyo a Guyana en su controversia marítima con Venezuela. Es quizás la variable fuerte del gobierno en su relación con las Fuerzas Armadas.

Y la cuarta variable, es una sólida alianza defensiva con el chavismo-madurismo, ante la desconfianza que genera la oposición, y sus arrestos vengativos. No hay garantía real que se respete la línea institucional jerárquica y nacionalista bolivariana de las FFAA. No existe militarización, pero la crisis también ha golpeado a la oficialidad joven y soldados. Y ello ha provocado una mayor influencia del ejército en el abastecimiento, creandose circuitos de preferencias y privilegios, que la oposición acusa de corruptos.

Esta posición de principio en las FFAA, de respaldar al Presidente Maduro podría modificarse, ante el riesgo de una violencia generalizada a lo largo de la frontera impulsada por grupos mercenarios desde Colombia, Brasil y la Guyana más la presión del comando sur de los EEUU con la IV flota del Caribe y preparativos militares en Colombia y Brasil. Los costos de mantener a Nicolás Maduro en el Gobierno serían muy altos, (incluyendo divisiones en las FFAA) y pondría en riesgo, justamente las variables que son líneas rojas para los militares: recursos naturales, integridad territorial, gobernabilidad mínima, sobre todo si se presenta un escenario de invasión militar directa ante oleadas de refugiados, colapso alimenticio y pérdida de control territorial.

El ejército no impondrá una dictadura sangrienta para mantener a Maduro en el poder. Si podría deponerlo, ante un escenario de violencia crítica, no para entregarle el gobierno a Guaidó y la oposición, sino para un gobierno de transición y de estabilización que en los plazos adecuados ordene la economía y convoque elecciones. Y para ello se necesitaría a los chavistas (un tercio visible del electorado) y a la oposición.

Por lo tanto, el escenario de golpe de estado, puesto en marcha por los EEUU y la oposición, llamando a los militares y ofreciendo una amnistía, es solo una alternativa poco probable en esta coyuntura. Pero Maduro necesitará algo más que discursos patrióticos y voluntarismo para enfrentar la más grave crisis desde el ascenso político del chavismo hace veinte años. Ahora más que nunca la mediación y la negociación son necesarias, quizás la última oportunidad para el régimen bolivariano y también para esta oposición, que en principio no es aceptada por las FFAA.

Politólogo y sociólogo. Catedrático y consultor. Analista de procesos políticos latinoamericanos.

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