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Me cuentan fuentes cercanas al candidato presidencial de Morena que ya en un par de ocasiones Andrés Manuel López Obrador ha expresado su enorme preocupación por el futuro de su movimiento si gana la elección, como apuntan las encuestas.
La preocupación tiene que ver con un tema muy serio: qué hacer con toda esa gente a la que han ido incluyendo y que tiene visiones y prácticas dramáticamente diferentes entre sí y que, por ahora, convergen en Morena con el único denominador común de que aspiran a conseguir el poder y están muy cerca de lograrlo.
Le preocupa al dirigente cómo mantener la cohesión y cómo van a ir reaccionando tantos damnificados que le irán dejando sus decisiones.
Hasta ahora, la estrategia en campaña es tener un discurso lo suficientemente vago como para que nadie se sienta fuera:
Los que quieren mandar el mensaje de que el aeropuerto se va a cerrar, pueden defenderlo con declaraciones directas del candidato. Y los que quieren sentirse tranquilos porque es sólo una postura de campaña y en el fondo piensa seguir con la construcción de la terminal aérea, también pueden echar mano de las declaraciones de Andrés Manuel sobre someter a evaluación el asunto y no cerrarlo de tajo.
Lo mismo con la reforma energética , la educativa , la libertad de expresión , el empresariado , la sociedad civil . Las que ha sido señaladas como flagrantes contradicciones del candidato son muy útiles para que ninguno de sus adeptos se sienta excluido: y así Germán Martínez puede defender el derecho de Mexicanos Primero a dar su batalla mediática por la Educación con los spots y la CNTE puede denostarlos; o Paco Ignacio Taibo II puede plantear el escenario de las expropiaciones y el fin de los contratos petroleros mientras Alfonso Romo niega ambas posibilidades.
Por eso López Obrador no puede definirse. Porque no le conviene. Porque si lo hace contundentemente sobre un tema, le quita el abrigo a la mitad de los que están ahí adentro.
Por eso cuando entra a un conflicto, en el mismo párrafo descalifica e insulta y ofrece negociación y amor y paz. Así, sus radicales sólo oyen lo primero y sus moderados sólo oyen lo segundo... y todos contentos.
Lo que hará en caso de ganar es un misterio. Puede optar por una de las dos rutas y dejar desamparados en el camino a algunos de sus fieles, o puede alentar el pleito interno entre las partes en conflicto y esperar a ver cuál sale viva, para caminar por esa ruta.
En cualquier caso, lo que me cuentan es que ya varias veces López Obrador ha externado su preocupación sobre cómo le va a hacer con tantas visiones diferentes adentro y con tantos personajes que él mismo sabe que son impresentables. Claro, si gana. Pero ya desde hace varias semanas el tabasqueño actúa convencido de que no hay marcha atrás en su victoria y se ve más dedicado a hacer campaña por las gubernaturas y el Congreso, y a empezar a tratar de ver qué va a hacer frente a estas bombas de tiempo.