En su toma de protesta el presidente Andrés Manuel López Obrador, marcó una clara diferencia entre el México de antes y el de ahora, enfatizó el desastre causado por el neoliberalismo. Esta diferencia no es casualidad y dejó ver la necesidad de lograr un cambio de rumbo, la pregunta es entonces ¿Qué hay que cambiar o si basta tan sólo con combatir la corrupción y bajar los sueldos de altos funcionarios?

La política económica plasmada en el presupuesto recientemente anunciado es completamente neoliberal y si no se modifica, el país continuará avanzando hacia el estancamiento y el empobrecimiento alejándose cada vez más de los elevados niveles de bienestar y estabilidad logrados antes del neoliberalismo. El gasto previsto en el presupuesto de poco más de 5.814 billones de pesos, se limita al equivalente del ingreso percibido, ello con la finalidad de no contratar más deuda. Pero ese ingreso proviene de una economía estancada por lo que sólo asegura más estancamiento y mayor deuda del gobierno. Además agrega dos renglones que en nada ayudan al crecimiento como es el mayor gasto para las fuerzas armadas y la deuda cada vez mayor del gobierno. El presupuesto destina 29.1% al pago de la deuda del Estado, más de 1.691 billones de pesos, distribuidos entre poco más de 914.49 mil millones de pesos para los estados y municipios, más de 542.9 mil millones de pesos de la deuda pública, más de 154.7 mil millones de pesos de deuda de PEMEX y la CFE, y más de 51 mil millones de pesos heredados del FOBAPROA, entre otros adeudos. En contraste, educación pública dispone sólo de 300.1 mil millones de pesos, apenas 5.2% del presupuesto total.

Limitar el gasto a lo estrictamente percibido por el ingreso es una política neoliberal y un autoengaño al pretender con ello asegurar la estabilidad de los precios, del tipo de cambio y a la vez elevar la asistencia social. El engaño consiste en que el propósito fundamental de la política neoliberal consiste precisamente en asegurar elevadas ganancias .en especial del sector financiero y especulativo y no tiene por objetivo estabilizar los precios, mucho menos impulsar el crecimiento y el bienestar de la población, porque el aumento de las ganancias en el neoliberalismo se basa precisamente en alentar la especulación financiera alimentada con el aumento de los precios y la creciente deuda de los gobiernos.

Si no existieran la inflación, las devaluaciones y la deuda de los gobiernos no habría neoliberalismo.

La época de esplendor de la que habló López Obrador en su toma de posesión se logró gracias a que el Estado gastó más de lo que percibía de ingresos; con ello se alcanzaron niveles de crecimiento sumamente elevados además de construir las grandes universidades públicas como la UNAM, el Politécnico, la UAM, igualmente se financió parte de la construcción del metro, de la infraestructura carretera y de comunicaciones del país, teniendo además una inflación cercana a cero por ciento con estabilidad del precio del dólar.

Ahora con el neoliberalismo la sociedad mexicana paga más impuestos y el gobierno gasta más en relación al Producto Nacional que en los años de mayor intervención productiva del Estado y sin embargo, el gobierno tiene mucha menor capacidad para generar obras públicas, impulsar el crecimiento u ofrecer asistencia social. El neoliberalismo no ha logrado impedir la aparición de déficit público a la vez que no ha sido capaz de controlar el aumento de los precios por encima de los de las economías más ricas y ha logrado en cambio elevar el estancamiento económico, el desempleo y la deuda del Estado.

Lo más sensato es programar un gasto superior al ingreso en función de alcanzar determinadas metas de aumento de la inversión, la producción y del empleo. En teoría ello causaría inflación porque las empresas tendrían la expectativa de que el aumento de demanda causada por el gasto deficitario del gobierno provocaría mayores precios, pero también en teoría el aumento del gasto público llevaría a un aumento en la producción que en el mediano plazo elevaría la oferta por encima del aumento de la demanda provocando con ello la reducción de los precios, es decir, la supuesta inflación sólo sería temporal, pero dejaría por otro lado mayor crecimiento económico. Otra corriente de opinión supone lo contrario, que no es posible aumentar la oferta y que pese al gasto deficitario del Estado la economía regresaría a los niveles de empleo originales pero con precios más altos, ello simplemente porque no es posible forzar aumentos de la producción más allá de lo estrictamente permitido por las fuerzas del mercado. Lo sorprendente de este último argumento es que pese a provocar un completo desastre económico se continúan aplicando las mismas recetas neoliberales esperando tener resultados diferentes, y no se quiere reconocer que los problemas económicos a los que ha llegado el país son consecuencia directa de tomar decisiones equivocadas en nombre de un inexistente equilibrio del mercado.

Sólo falta un detalle, la manera de financiar el déficit público. En los años de esplendor de la economía mexicana, el déficit público se financió con emisión monetaria del Banco de México, pero con la autonomía del Banco Central el gobierno pero sobre todo los estados y municipios se obligaron a acudir al crédito privado para cubrir lo que no pueden pagar con sus ingresos, ello creo un negocio seguro y altamente rentable para especuladores financieros. El actual gobierno se ha comprometido a mantener la autonomía del banco central, ello no hace sino asegurar las ganancias de agentes privados a costa de cubrir las necesidades sociales y de crecimiento del país.

Para sacar al país del estancamiento y del proceso inflacionario en que se encuentra se requiere tener un gasto superior al ingreso y dejar de contratar deuda estatal con agentes privados para en su lugar acudir al financiamiento del Banco Central.

Profesor investigador de la UAM-Xochimilco

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses