Joaquín El Chapo Guzmán pasará el resto de sus días en una prisión de máxima seguridad en Estados Unidos. Y si, por algún milagro resucitara, pasaría 30 años más tras las rejas. Pero allí no acaba su castigo: las autoridades estadounidenses, además de mandarlo al frío de por vida, quieren incautarle 12 mil 700 millones de dólares.

Esa cifra equivale, según los fiscales del caso, a los ingresos generados por Guzmán en sus muchas décadas de narcotraficante.

¿Es verosímil ese número? ¿Tiene El Chapo esa fortuna? ¿La tuvo? ¿La esconde en algún lado? ¿Es incautable? Con altísima probabilidad, no.

Ya he escrito sobre el tema, pero, dado que los vecinos insisten en inventar números, va de nuevo el argumento. Para llegar a la cifra, la fiscalía estimó ingresos obtenidos por Joaquín Guzmán por tráfico de drogas a Estados Unidos entre 1989 y 2015. Pero, como debería resultarle obvio a cualquiera que tenga conocimiento mínimo de finanzas personales, no es lo mismo ingresos que activos.

Suponer que El Chapo tiene una fortuna como la señalada parte de asumir que no tuvo gasto alguno, ni de negocios ni personal, durante un cuarto de siglo y que ahorró cada peso que entró a su bolsillo. Es decir, durante décadas, no le pagó a nadie, ni a sus proveedores ni a sus transportistas ni a sus sicarios ni a sus protectores políticos ni a los policías en su nómina, y vivió para contarla.

Pero obviemos por un segundo la historia del ultrafrugal Chapo y concentrémonos en la estimación de ingresos ¿Cómo construyó la cifra el Departamento de Justicia de Estados Unidos? No está enteramente claro, pero al parecer, hicieron algún cálculo del volumen de drogas traficadas de México a EU durante 25 años, luego le asignaron de manera más o menos arbitraria un porcentaje al Cártel de Sinaloa, y ese segundo total lo multiplicaron por algún precio (al mayoreo, supongo).

Cada uno de esos pasos es altamente problemático. Primero, nadie sabe cuántas drogas ilegales se traficaron el año pasado y mucho menos en el último cuarto de siglo. Hay algunos métodos para estimar el tamaño de mercados ilícitos, pero con un enorme margen de error (por eso las estimaciones confiables se expresan siempre en rangos). Segundo, asignar determinada participación en el mercado de drogas ilegales a un grupo criminal específico no es ciencia, es arte (y más bien abstracto). El método más habitual para hacer ese tipo de ejercicios es el chilazo. Por último, existe en efecto una base de datos de precios de drogas ilegales administrada por la DEA (llamada STRIDE), pero es lo suficientemente imprecisa para que la propia DEA pida que esa información sea descrita como “datos no validados.”

En resumen, se sacaron de la manga la cifra de 12 mil 700 millones de dólares. Es una invención total (o, como se dice en estos días, un “dato alternativo”).

Pero, si en efecto El Chapo tuviese una fortuna de ese monto, ¿se la podrían incautar? Los precedentes no son alentadores: a Osiel Cárdenas, jefe del Cártel del Golfo, extraditado a Estados Unidos en 2007, le lograron incautar 50 millones de dólares. Entonces, aún si con Guzmán, las autoridades estadounidenses fuesen cinco, diez o cincuenta veces más efectivos que con Osiel, estaríamos muy lejos del monto mencionado en la sentencia.

Entonces sí, que investiguen las finanzas de Guzmán y que le decomisen todo lo que le puedan decomisar. Y sí, sí se puede, que la mayor parte se quede en México. Pero nadie debe esperar un tesoro de miles de millones de dólares. Eso no va a aparecer nunca.

alejandrohope@outlook.com.
@ahope71

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