La tarea de los bancos centrales no es popular y frecuentemente al llevarla a cabo de manera impecable los resultados pueden no ser del agrado del público en general e incluso del gobierno central. Ahora bien, si en un país hay estabilidad económica, estabilidad de precios y no hay desequilibrios económicos, incluyendo en el sector externo, eso es indicativo que hay un banco central que está haciendo bien su tarea. En el caso de México, dado el grado actual de apertura de su economía en los mercados de bienes y servicios y en su sector financiero, los errores de política económica y su impacto en las expectativas se reflejarán de manera inmediata en ajustes de precios relativos claves, como son el tipo de cambio y la tasa de interés. Tales precios relativos también resienten de manera inmediata cambios significativos que se presentan en las condiciones externas.

Considerando la trascendencia de la tarea del Banco de México, conviene revisar brevemente su labor realizada en los últimos años, particularmente en la última década, misma que, en general, se ha caracterizado por la estabilidad de precios.

Bajo la administración de Agustín Carstens, el banco central mexicano alcanzó la estabilidad de precios. Cabe recordar que en su gestión al frente de Banxico la inflación alcanzó su mínimo histórico de 2.13% al cierre de 2015. Posteriormente —ante la liberalización de los precios de los energéticos tras la implementación de la reforma energética, la presencia de factores externos como el resultado electoral en Estados Unidos (EU) que afectó las expectativas y la incertidumbre en torno a la relación comercial entre México y EU— la autoridad monetaria mexicana implementó una postura monetaria más restrictiva que permitió acotar la trayectoria creciente de la inflación. Con ello, Banxico no sólo logró la estabilidad de los precios, sino también fue capaz de mantener ancladas las expectativas inflacionarias.

Por otra parte, no obstante que Alejandro Díaz de León lleva menos de un año al frente del instituto central, su gestión ha sido sobresaliente y, en particular, ha habido una mejoría en la comunicación y transparencia del banco central. Ahora, los comunicados de política monetaria y las minutas se difunden tanto en español como inglés, lo que fortalece la comunicación de la autoridad monetaria con los inversionistas, incluyendo los extranjeros. Otro avance en la administración de Díaz de León ha sido la publicación de los estimados de inflación del banco central dentro del Reporte Trimestral, lo que ofrece una mejor guía a los inversionistas y analistas en torno a la actuación futura de la autoridad monetaria. Este esfuerzo de Banxico se une al que han implementado otros bancos centrales del mundo por trasparentar las variables que toman en cuenta en sus decisiones de política monetaria.

De igual forma, en este último año la política monetaria que ha implementado la actual Junta de Gobierno ha contribuido a disminuir la volatilidad de los mercados locales generada por factores externos, al mismo tiempo que ha mantenido ancladas las expectativas inflacionarias en nuestro país.

La inflación causa distorsiones económicas, desincentiva el ahorro y la inversión, debilita al sistema financiero y constituye el impuesto más regresivo que afecta a los segmentos más desfavorecidos de la sociedad. En la medida que el Banco de México ha cumplido con su mandato de alcanzar la estabilidad de precios, su tarea también ha contribuido a un mayor bienestar de los hogares del país y a que prevalezca un marco que permite que las empresas del país cumplan con su trabajo de generar productos y servicios que son demandados y de proporcionar oportunidades de empleo. Cabe reconocer que el crecimiento económico sostenido de un país requiere de un ambiente de estabilidad de precios, pero esto último como sabemos de la experiencia mexicana es insuficiente para que el crecimiento alcanzado sea el necesario para mejorar los niveles de vida de los distintos segmentos de la sociedad. Esta última meta también requiere de otras políticas, particularmente de una fuerte inversión en capital humano, de medidas de cambio estructural y de un marco institucional en que se respeten los derechos de propiedad y que sea conducente a eliminar imperfecciones de los mercados.

En los últimos años la economía mexicana se ha caracterizado por la fortaleza de sus fundamentos macroeconómicos, y destaca entre ellos la estabilidad de precios. Tal resultado es evidencia de que la política monetaria que ha instrumentado el Banco de México ha sido correcta. Adicionalmente, las tareas de Banxico en el campo de la regulación y supervisión del sistema financiero también han contribuido a salvaguardar la estabilidad del sistema financiero, lo que también contribuye al crecimiento económico.

El positivo desempeño del Banco de México en los últimos años es garantía de que en los años venideros, incluyendo los de la próxima administración, dicho instituto central seguirá dedicado a preservar la estabilidad de precios, generando así un marco que favorece el crecimiento económico y beneficie a los distintos segmentos de la sociedad.

* Director de Analítica en Grupo Financiero Banorte. Las opiniones que se expresan son responsabilidad exclusiva del autor.

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