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La insípida Copa MX encuentra interés nacional en esta etapa, cosa que no ocurre regularmente hasta que llega la final, pero hoy tiene dos Clásicos: el tapatío y el llamado Clásico Joven.
El primero de ellos suele cumplir con los estándares de exigencia: son duelos abiertos, donde frecuentemente vemos buen futbol. Hoy podría no prometer gran cosa por el estado general de sus protagonistas, pero de igual forma se vuelve materia obligada; el otro, por lo contrario, llega en muy buen momento, con dos equipos que gozan de salud colectiva, uno más que el otro. Ya dependerá del cristal con que se mire.
Cuando hablamos de esta clase de juegos, la obligación moral es para ambos, por más diferencias colectivas y/o individualidades que encontremos. Se dice que estos partidos muchas veces se ganan con garra y entrega, pero soy un convencido que eso es un componente más de la fórmula. Si bien es cierto, y más cuando hablamos de Cruz Azul, el espíritu, el coraje y la entrega son esenciales, nada pude suplir la ausencia de calidad, por lo que en este preciso momento, el partido podría inclinarse para cualquier lado.
Pero es el equipo de Jémez el que más necesita una victoria este día, por el tamaño del rival y por lo que anímicamente implicaría una victoria de esta dimensión. Para Cruz Azul, representa una prueba de carácter y de estabilidad emocional, más allá de fantasmas que puedan circular cada vez que visite esa casa. Ganarle al América sería comprobar que este equipo tiene la capacidad para pelearle a cualquiera y en las condiciones que sean.
Y usted podrá decir que con dos puntos de diferencia que tienen estos dos en la liga, el reto para América es del mismo tamaño, pero sabemos que con Cruz Azul uno debe recargarse en la historia, hasta que ésta se modifique, y eso sólo sucederá con victorias ante rivales de jerarquía y ganando trofeos. Todo lo demás, es exactamente lo mismo.
Una victoria en clásico alimenta a cualquier equipo, pero para Cruz Azul representaría mucho más que avanzar a la siguiente ronda.
Dicho esto y al resumir, la obligación y la necesidad del Azul es mayor a la de América.
futbol@eluniversal.com.mx
El primero de ellos suele cumplir con los estándares de exigencia: son duelos abiertos, donde frecuentemente vemos buen futbol. Hoy podría no prometer gran cosa por el estado general de sus protagonistas, pero de igual forma se vuelve materia obligada; el otro, por lo contrario, llega en muy buen momento, con dos equipos que gozan de salud colectiva, uno más que el otro. Ya dependerá del cristal con que se mire.
Cuando hablamos de esta clase de juegos, la obligación moral es para ambos, por más diferencias colectivas y/o individualidades que encontremos. Se dice que estos partidos muchas veces se ganan con garra y entrega, pero soy un convencido que eso es un componente más de la fórmula. Si bien es cierto, y más cuando hablamos de Cruz Azul, el espíritu, el coraje y la entrega son esenciales, nada pude suplir la ausencia de calidad, por lo que en este preciso momento, el partido podría inclinarse para cualquier lado.
Pero es el equipo de Jémez el que más necesita una victoria este día, por el tamaño del rival y por lo que anímicamente implicaría una victoria de esta dimensión. Para Cruz Azul, representa una prueba de carácter y de estabilidad emocional, más allá de fantasmas que puedan circular cada vez que visite esa casa. Ganarle al América sería comprobar que este equipo tiene la capacidad para pelearle a cualquiera y en las condiciones que sean.
Y usted podrá decir que con dos puntos de diferencia que tienen estos dos en la liga, el reto para América es del mismo tamaño, pero sabemos que con Cruz Azul uno debe recargarse en la historia, hasta que ésta se modifique, y eso sólo sucederá con victorias ante rivales de jerarquía y ganando trofeos. Todo lo demás, es exactamente lo mismo.
Una victoria en clásico alimenta a cualquier equipo, pero para Cruz Azul representaría mucho más que avanzar a la siguiente ronda.
Dicho esto y al resumir, la obligación y la necesidad del Azul es mayor a la de América.
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