En el marco de la Semana Internacional de la Tiroides (del 21 al 27 de mayo), el doctor Juan Carlos Garnica asegura que cualquier persona es propensa a padecer problemas en dicha glándula.

La tiroides tiene como función controlar el metabolismo de los carbohidratos, grasas y proteínas. Además, contribuye al proceso reproductivo y, en etapas tempranas, se encarga del crecimiento y desarrollo de los seres humanos.

“En términos generales, regula muchos de nuestros órganos y sistemas. Por ejemplo, el cardiovascular, el digestivo y el nervioso central. Asimismo, regula la temperatura corporal, con la finalidad de que nuestro organismo trabaje de manera adecuada”, explica el endocrinólogo adscrito al Centro Médico La Raza .

Las alteraciones que presenta son baja o sobre producción de hormonas tiroideas . La primera se conoce como hipotiroidismo y se aprecia con síntomas como fatiga, incremento de unos cuantos kilos en el peso habitual, hinchazón en el rostro y extremidades e intolerancia al frío. En etapas más severas, hay retraso en el pensamiento y el habla, frecuencia cardiaca baja y estreñimiento.

La segunda se llama hipertiroidismo , la cual se acompaña con la pérdida de peso (más de 10 kilogramos), ansiedad, taquicardia e intolerancia al calor. Aunado a esas manifestaciones, existe el riesgo de sufrir arritmia cardiaca y osteoporosis.

“Hay que poner mucho hincapié en situaciones especiales y que son puntos importantes para evaluar la función tiroidea, sobretodo el sexo femenino cuando está en la menopausia y en edad reproductiva. Hay que tener cuidado también en la etapa infantil, porque puede haber retraso en el crecimiento con una talla baja”, dice.

No es una enfermedad curable

El doctor Garnica, también secretario de la Sociedad Mexicana de Nutrición y Endocrinología, señala que, al tratarse de una enfermedad crónica, el paciente deberá consumir un tratamiento para la sustitución tiroidea el resto de su vida, ya que se trata de una patología incurable.

“Lamentablemente las causas de esta enfermedad provocan que no sea prevenible”, recalca el experto.

Por ejemplo, si hablamos del hipertiroidismo primario, “en el caso de la tiroides de Hashimoto (también denominada tiroiditis linfocítica crónica ), que es la más frecuente, nuestras mismas defensas pueden atacar hasta destruir a la glándula”.

Otras causas son el cáncer o el hipertiroidismo, así que no hay terapia para prevenir el desarrollo de anticuerpos contra la tiroides. “Sin embargo, hay una población que tiene más riesgo, como los pacientes autoinmunes, sin olvidar que la mujer es más propensa que el hombre”, señala.

nrv

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