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Para el subdirector de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Agustín Tagle Urrutia, las lluvias intensas que sufrió la Ciudad de México hace un mes tomaron relevancia en el sismo de 7.1 grados de magnitud que azotó a la capital del país el pasado martes por la tarde.

“Hace dos meses, mes y medio, sufrimos por grandes cantidades de lluvia que generaron inundaciones. Lo que es del agua regresa al agua, hay que recordar que toda esta parte de la Ciudad de México era un gran lago, entonces lo que tenemos son suelos de tipo limo arcillosos, aunque mucho es de ceniza volcánica, se comporta como arcilla y cuando se hidratan se vuelven como plásticas”, asegura Tagle Urrutia.

El geógrafo de la UNAM explica que las afectaciones fueron una suma de factores. Ejemplificó: “Cuando llueve con muchas ganas, las arcillas se empiezan a hidratar y se convierten en una especie de gelatina, además estamos rodeados por volcanes, cadenas montañosas, que serían el borde de nuestra tina (Ciudad de México), el sismo ocurrió fuera de la tina pero pegó contra ella e hizo que se moviera todo lo que estaba adentro y por eso es que lo sentimos trepidatorio”.

De acuerdo con Tagle, que el sismo del 19 de septiembre empezara con movimientos trepidatorios hizo que la gente pudiera darse cuenta de que estaba temblando y así evacuar más rápido. “Generalmente, en todos los temblores se presentan los dos movimientos, trepidatorio y oscilatorio, pero el martes fue muy evidente que fue trepidatorio al inicio y después oscilatorio, eso fue lo que nos puso en alerta y permitió que la gente saliera muy rápido de donde estaba”.

La razón por la que no sonó la alarma antes de que se sintiera el sismo con fuerza fue, según Tagle, que lo generó una intraplaca, es decir, una placa que está adentro del continente. La mayoría de los sismógrafos están colocados en las costas del país.

“Haz de cuenta que nosotros construimos nuestro escudo y lo pusimos en la costa de Guerrero, el problema es que el sismo fue atrás del escudo, es decir que al mismo tiempo que nos llegó el sismo, también estaba llegando a las estaciones simográficas y por eso se activaron hasta ese momento las alarmas, si hubiera sido del otro lado del escudo, no hubiéramos tenido problema, hubiera pasado lo del sismo que ocurrió el jueves 7 de septiembre, que nos dio bastante tiempo de salir a las calles. En cambio en el del martes no tuvimos tiempo”.

Lo cierto es que, a pesar de todas las muertes y los edificios colapsados, para Tagle, si lo vemos en números fríos, la cantidad es muy baja en relación a la intensidad sel sismo.

“Los colapsos se concentraron en unas zonas como la Cuauhtémoc y la Benito Juárez y eso nos podría estar indicando que las normas de construcción, o no son las adecuadas o no se respetaron, entonces se tendría que hacer una revisión para aclarar por qué colapsaron edificios”, finalizó Agustín Tagle Urrieta.

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