Para construir sobre el suelo lacustre de la Cuenca de México, el tezontle se convirtió desde la época prehispánica en uno de los materiales favoritos. El terreno escudado por tres cadenas montañosas: la Sierra Nevada, al este; la Sierra de las Cruces, al oeste; y la Sierra del Chichinautzin, en el sur, brindaba el material perfecto para construir sobre estas tierras.

En la arquitectura colonial fue de igual forma importante para resolver retos arquitectónicos de la ciudad. En el texto La práctica constructiva en la Ciudad de México. El caso del tezontle, siglos XVIII-XIX (Leopoldo Rodríguez Morales, INAH), se menciona que el llamado divino material fue uno de los más empleados en las construcciones públicas y
privadas de la Ciudad de México, de hecho, su uso en la arquitectura de los siglos XVI al XIX, fue determinante para darle forma a la urbe,
a través de sus muros, bóvedas, mamposterías y cimientos.

Ligero y perdurable

El tezontle es una roca ígnea. Su origen volcánico se adivina en su consistencia endurecida, pero ligera. Tiene componentes del bióxido de hierro y aunque resguarda calor, no es permeable ni aislante. Este material sigue formando parte de los materiales pétreos más utilizados en la industria de la construcción en nuestro país y precisamente la zona de la Cuenca mantiene una gran cantidad de minas dedicadas a la extracción de este producto.

Precisamente el tezontle forma un papel muy importante en la construcción del Nuevo Aeropuerto. Durante meses los pobladores de la zona han visto desfilar a decenas de camiones cargando este material de minas cercanas, que según cifras oficiales no deberían sobrepasar 100 en un radio de 50 kilómetros, pero la demanda de material ocasionó que se hayan abierto muchas minas más ofreciendo material de construcción.

No es para menos. Para nivelar el área de las cinco mil hectáreas contempladas para las pistas del aeropuerto, primero se requirieron inyectar 50 centímetros de tezontle y posteriormente las especificaciones del Grupo Aeroportuario marcan una capa de un metro de profundidad en este terreno. Se calculan alrededor de 30 millones de metros cúbicos de material en una primera etapa.

La producción de agregados pétreos se encuentra ampliamente distribuida en el país, con focos de mayor importancia en los centros de desarrollo urbano; sin embargo, en la mayoría de ellos hay carencia o insuficiencia de métodos de minado y restauración de suelos. En un análisis de la Secretaría de Economía titulado Estudio de la cadena productiva de los materiales pétreos (Dirección de Desarrollo Minero, 2015) se señala que algunos de los principales problemas detectados en el sector es la capacitación de recursos humanos, así como el uso de tecnologías adecuadas que optimicen, cuantifiquen y protejan la extracción del recurso y del medio en que se trabaja. El documento subraya que el mineral extraído es patrimonio del dueño de la mina, siempre que su extracción sea “a cielo abierto”, pero esto no lo exime de tener que apegarse a la normatividad a nivel estatal y federal: de seguir lineamientos técnicos, laborales y ambientales.

De hecho, antes de iniciar cualquier proyecto de extracción de materiales, es necesario realizar una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA). La MIA debe incluir acciones de restauración, recuperación, y mantenimiento de las medidas ambientales que amortigüen el impacto de la actividades generadas en el terreno. Nada más lejano a la realidad con la que se labora. Entre clausuras momentáneas, la actividad minera continúa sin grandes restricciones.

Sumando omisiones ambientales

Según denuncias de los pobladores, muchas minas que ya llevan años funcionando sin la supervisión adecuada, aumentaron sus tareas; mientras que otras más, surgieron sin permisos de la noche a la mañana, ofreciendo materiales con el deterioro evidente de cerros en Tezoyuca, Texcoco, Acolman, Teotihuacán y otros municipios en las zonas cercanas a la magna obra. Para el maestro David Delgado, especialista en biología de los suelos y quien ha realizado estudios sobre el impacto ambiental en la zona lacustre donde se construye el Nuevo Aeropuerto, los recursos naturales de esta zona han tenido un deterioro gradual que ahora parecen tener un nuevo capítulo junto con el desarrollo de la obra aeroportuaria.

El profesor del Departamento de Agroecología de la Universidad Autónoma de Chapingo (UACH) señala que para estudiar esta zona, se realiza una zonificación que la divide en cuatro partes. La más alta es la sierra nevada; después hay una intermedia, identificada coloquialmente como “pie de monte”. Finalmente, se encuentran una zona urbana y otra lacustre. “En este corredor, tratamos de identificar el daño a los recursos naturales, principalmente mediante las repercusiones para la zona del lago que han quedado cubiertas. La afectación no es puntual, es regional”.

Para el investigador, el problema de la extracción de material, y la depredación que han sufrido en general los cerros, también afecta la recarga de agua, pues se sufren afectaciones al quitar masa a este capital natural y en muchos casos, cerros enteros prácticamente han desaparecido. “Hay minas que ya tienen mucho tiempo trabajando y que con el proyecto del aeropuerto incrementaron su trabajo, como el caso de Tezoyuca”, señala y especifica que al extraer repentinamente grandes cantidades del material en este municipio se hicieron grandes socavones que afectan a las casas aledañas. “Las grietas evidentes son una muestra de cómo se debilita el terreno, pero otro daño que no es tan claro a simple vista ocurre en la red hidrográfica. Esto aunado a que se está secando el lago Nabor Carrillo, vuelve al ambiente más seco y más susceptible al movimiento de partículas PM10 con mayores afectaciones a los humanos mediante la contaminación ambiental”.

Delgado explica que hay dos formas en que el agua llega a la tierra a través de los ríos y sus cuencas: la superficial y la subterránea. Es así que con la extracción de materiales de los cerros, también va disminuyendo la infiltración de agua. “También se está afectando la disponibilidad del recurso hídrico porque el aeropuerto está captando incluso la reserva residual; se están afectando los nueve ríos en sus partes altas, donde está la zona de manantiales”, señala y anota que evitar la circulación del agua, también impide la permanencia de humedad en la zona. “El problema es que en el MIA presentado por el Grupo Aeroportuario nunca se hablo de estas cosas. Esto también va a incrementar la frecuencia de contigentes en la CDMX”.

Para el investigador hay daños inherentes a estos cambios que son significativos para estas comunidades. “También en los estudios ambientales que hemos realizado se ha reportado la perdida de un alimento tradicional de la zona lacustre como es el ahuautle (el huevecillo de una chinche de agua reconocida con el nombre genérico de axayácatl)”

Según el investigador, la existencia de este alimento de origen prehispánico, que es considerado como un caviar mexicano, se ve amenazada por la falta de cuerpos de agua en la zona. Cuenta que incluso la tradición de las abuelas era buscarle este alimento a los pájaros para que cantaran mejor. Se acostumbraba poner pasto alrededor de los canales que quedaban del lago para ‘cultivar’ este huevecillo rico en proteína que se guisa como las tortitas de camarón y se mezcla con romeritos y otros componentes.

“Es una alimento que ya se está acabando porque han considerado a la zona improductiva, pero es productiva en muchas cosas. También se afecta la agricultura de hortalizas de la región y la obtención de un condimento típico de la zona que es el tequesquite, una sal mineral natural utilizada en México desde tiempos prehispánicos que le da un sabor especial a los esquites que se comercializan en la zona”.

David Delgado señala que desde cosas que podrían parecer tan insignificantes como un huevecillo de una chinche o un grano de sal hasta patrimonio arqueológico están en riesgo con la pérdida del equilibrio ecológico de esta zona del Estado de México.

Recientemente el Colegio de Ingenieros Civiles de México se manifestó a favor de la construcción del Nuevo Aeropuerto, ya que cuenta “con los mejores aspectos técnicos y efectos positivos en la economía nacional”; sin embargo, los especialistas aceptan que deben buscarse soluciones para los sistemas reguladores del lago Nabor Carrillo, así como desarrollar un mayor análisis geológico y geotérmico que ayude en la mitigación de problemas ambientales, ecológicos e hidráulicos. Es así que la deuda con la sociedad aún persiste y no se presenta un monto claro de cómo se solucionarán problemas que parecen insignificantes, pero que a decir del maestro David, forman parte de la historia y la cotidianeidad de muchas generaciones de personas que han habitado la región y que esperan respuestas claras y no estudios de impacto ambiental que tienen información limitada, sin conocimiento profundo de la zona y guiados por intereses específicos.

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