Tras varios años de crecimiento rápido y agitado, Uber, Lyft y Airbnb se preparan para entrar en bolsa, señal de que la economía de intercambio se ha instalado sólidamente en el panorama económico y en la vida cotidiana.

Estas plataformas —que ponen en contacto a través de un sitio o de una aplicación a compradores y vendedores de bienes y servicios— han afectado ampliamente a sectores enteros provocando críticas y desilusiones. Y su esperada salida a la bolsa les permitirá recaudar fondos en los mercados, un cambio de rumbo que puede acarrear nuevas conmociones.

Con los servicios a demanda, que empezaron a proliferar alrededor de 2010, tener un auto, una vivienda o determinados bienes comenzó a dejar de ser una necesidad, y el mercado de trabajo se enfrentó a un cambio que todavía hoy suscita numerosos debates y rompecabezas jurídicas.

La plataforma de reserva de vehículos con chofer Lyft, competidor número uno de Uber en Estados Unidos, inaugurará el baile con un proyecto de oferta pública inicial, que fue oficializado la semana pasada: actualmente evaluada en 15 mil millones de dólares, la compañía podría tratar de llegar a 20 mil o 25 mil millones.

Uber debería seguirla con ambiciones colosales: alrededor de 100 mil millones de dólares.

“Todavía estamos al principio de la economía de intercambio”, estima Arun Sundararajan, profesor de la Universidad de Nueva York y especialista del sector.

“Creo que veremos aparecer enormes plataformas en el sector de los servicios, de la salud e incluso quizás en las energías alternativas”, vaticina el profesor.

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