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Imposible, escapar de monopolios digitales
Imposible, escapar de monopolios digitales

Nunca antes había habido tal concentración de poder empresarial en tan pocas manos. Y nunca ha existido una regulación antimonopolios más severa como la actual. Pese a ello, un puñado de compañías rige nuestros destinos en esta sociedad digital. Si Google (o su matriz Alphabet) interrumpiera el servicio de su buscador, de YouTube, de Android o de otros servicios como el correo electrónico Gmail, nuestra capacidad de reacción sería bastante limitada.

Lo mismo podemos decir de Amazon con su tienda online o de sus servicios en la nube para empresas, de Microsoft con su sistema operativo Windows, de Facebook con las redes sociales (Instagram incluido) o el sistema de mensajería instantánea más popular (WhatsApp), de Intel con sus procesadores... Precisamente, Google, Amazon y Microsoft copan el mercado cloud, el lugar físico donde residen los negocios digitales de la mayor parte del mundo. Estos gigantes tecnológicos -a los que podríamos añadir Airbnb o Uber- han ido acaparando tal cuota de mercado que la competencia muchas veces sencillamente no existe.

Huelga decir que estas compañías son las primeras interesadas en que todo siga funcionando como hasta ahora y que no se les pasa por la cabeza interrumpir así como así sus servicios, muchos de ellos gratuitos para los clientes de todo el mundo.

La vida online sin estos gigantes sería lo más parecido a un suplicio, al menos en Occidente, ya que la calidad de los productos y servicios forman parte de los rasgos de identidad de las empresas con posición dominante. Prescindir del mayor buscador, sistema operativo, tienda online o red social supondría un evidente menoscabo para la humanidad, ya que las alternativas disponibles no están a la altura de los reyes de cada uno de los mercados monopolísticos. El tiempo, la regulación y el fomento de la competencia tienen la palabra, sin cerrar la puerta a la irrupción de nuevos unicornios capaces de hacer tambalear los cimientos del poder establecido.

CASO HUAWEI
Lo sucedido en el último capítulo de la guerra comercial entre Estados Unidos y China con el caso Huawei es solo un botón de muestra: Donald Trump tuvo que rectificar y dar una moratoria de tres meses porque se dio cuenta de que el sistema Android -de la estadounidense Google- iba a salir también bastante perjudicado -a la larga y de rebote- de sus sanciones a la compañía china.

En paralelo, da la impresión de que las propias instituciones estadounidenses que velan por la competencia de los mercados han tomado cartas en el asunto para limitar esas posiciones dominantes. Así, la Comisión Federal del Comercio y el Departamento de Justicia han anunciado que van a vigilar a Facebook, Amazon y Google. Las acciones de las tres firmas cayeron en Wall Street nada más conocerse estas intenciones, aún preliminares. Para Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano, la situación no es del todo nueva y encuentra hasta un símil militar: "No es nada distinto a lo que ha pasado en los últimos 60 años. En materia de seguridad, Europa ha estado a expensas de Estados Unidos desde el final de la II Guerra Mundial. Trump quiere vender cada vez más cosas a los europeos. Ellos quieren que Europa pague más en la OTAN, en defensa y también apoyan a sus empresas".

El presidente de la patronal tecnológica Ametic, Pedro Mier, encuentra lógica la situación en la que nos encontramos: "La posición ahora mismo tan relevante que están teniendo en el mercado las compañías americanas es el resultado de un trabajo continuado de inversión muy potente en los últimos años en I+D con proyectos tractores claves con las universidades muy ligados a proyectos estratégicos de país. Vemos ahora el resultado de esa inversión en tecnologías de forma anticipada y constante. Han sabido colocar a sus empresas en puestos relevantes". Añade Mier que este puede ser un buen momento para reflexionar y quién sabe si aprender la lección.

José García Montalvo, catedrático de la Universidad Pompeu Fabra formado en Harvard y en estos momentos el economista español más citado en artículos científicos: "Que estas empresas son monopolios o cuasi-monopolios es una evidencia. Basta ver para ello los datos del uso que hace la población de las herramientas de Google". ¿Cree que tomarán medidas los organismos regulatorios de Estados Unidos?, le preguntamos. "Podemos establecer una analogía con lo que sucedió en su día con la telefónica AT&T. La empresa de redes sí pudo trocearse en varias compañías porque se vio que era un monopolio. Ahora no es lo mismo. La red está pensada para ser un lugar de comunicación desintermediada. Regular eso es muy complicado, porque no deja de ser una red con muchos puntos en muchos lugares. ¿Cómo rompemos Facebook o Google?" Además, este profesor reconoce que hay otro factor que podría inclinar a las instituciones antimonopolio a no intervenir: el mercado en realidad es contestable. "Esto significa que el mercado es tan sensible, que si otra empresa surgiera de repente y tuviera suficiente calidad podría representar una competencia muy fuerte para el competidor ya instalado. Aquí sería cuestión de ver cuánta contestación existiría. ¿Puede aparecer otro Facebook que le quite la mitad de la cuota de mercado a la empresa de Zuckerberg? No lo veo descabellado. Porque si ofreces algo que guste, el mercado lo va a asumir rápidamente". Y recuerda lo sucedido con la primera red social, MySpace, surgida en 2003 y que cayó en el olvido cuando nació Facebook. Y ahora Instagram hace sombra hasta a su matriz.


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