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Los aumentos salariales deben acompañarse de una política de reindustrialización y de impulso a la competitividad de las empresas, porque de lo contrario estarán en aprietos para seguir operando, dijeron analistas

En una mesa de análisis que organizó EL UNIVERSAL, el consejero de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), Enrique Octavio García Méndez, y el analista económico, Pedro Tello, coincidieron en que los aumentos a los salarios mínimos que se dieron en enero pasado de 88 pesos a 102.68 y a 176.72 para la franja fronteriza, podrían causar problemas económicos en las empresas si no se acompañan de mayor productividad.

Además, García Méndez agregó que se revierte la decisión de que sólo debe haber un salario mínimo en México, porque al haber más se podría pensar que hay trabajadores de primera y segunda clase, por la diferenciación de zonas económicas.

Los aumentos generan “algún desequilibrio económico en la empresa que algunas podrán soportar y otras no”, agregó.

“Lo interesante es ir haciendo los ajustes necesarios para que esta medida sea de provecho para trabajadores y empresas, que no genere desmotivación empresarial de mantenerse en la frontera, aunque también están los beneficios fiscales, cuyo cumplimiento aún deja pensando a las empresas”, dijo García Méndez.

Tello recalcó que “estamos incurriendo en un grave error cuando suponemos que solamente basta reducir los impuestos a las empresas, elevar el salario y reducir el impuesto al consumo, cuando creemos que sólo eso basta para impulsar una política de desarrollo de impulso a las inversiones y fortalecimiento de las capacidades adquisitivas de los trabajadores y al mismo tiempo para inducir la competitividad que ahí opera”.

Explicó que importa el costo de las empresas, pero también el nivel de modernidad tecnológica con el que operan, porque “tendríamos que meter el acelerador a fondo para impulsar la auténtica modernización de las empresas; de lo contrario, tengo la impresión que elevar el salario allá va a poner en aprietos a las empresas”.

Lo que es peor, agregó, si no se trabaja en una reindustrialización y en lograr que las empresas se modernicen y adquieran tecnología, entonces el alza salarial “difícilmente se traducirá en una estrategia de promoción de inversiones y de mejor poder económico de los trabajadores”.

Incluso, señaló que bien puede decirse que el alza salarial “no es una buena señal de promoción de inversiones establecida en niveles de costos tan diferentes en materia estrictamente salarial”.

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