A inicios del último trimestre de 2018, la economía mexicana presenta signos de tener un desempeño moderado, con un crecimiento máximo de 2% en el PIB. Si bien lejos de ser catastrofista, sí refleja una propensión a la desaceleración, principalmente en lo que respecta a la actividad industrial.

En el frente internacional, México y los países en desarrollo han experimentado una devaluación generalizada de sus monedas durante 2018.

La tendencia al neoproteccionismo comercial, el ríspido ambiente de las negociaciones para firmar el Acuerdo entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC o USMCA, por sus siglas en inglés), la inestabilidad bancaria que atraviesan diversos países europeos y el conflicto comercial Estados Unidos-China, incrementaron el flujo de capitales hacia el vecino país del norte, con lo que se ha observado un fortalecimiento del dólar contra otras divisas. Esta dirección de la depreciación castiga a los sectores de bienes no comerciables dentro del país, encareciendo sus productos a través del aumento en el precio de sus importaciones.

La máxima preocupación en indicadores durante este año ha sido la inflación. El Índice Nacional de Precios al Consumidor alcanzó en septiembre 5.02% y no ha roto el piso de 4% en ninguno de los meses de este año. Asimismo, se prevé que la tasa inflación se encuentre en la banda de política monetaria de 3% hasta el tercer trimestre de 2019.

A este aspecto, hay que añadir que el precio internacional de los energéticos, el cual se estima tenga una tendencia creciente en los próximos años, pronosticándose como el componente de mayor incidencia en la tasa de inflación en México hasta 2020.

Este comportamiento tendrá que ser observado de manera minuciosa por la administración entrante, porque, de seguir esta tendencia al alza de la inflación, serán necesarios nuevos incrementos en las tasas de interés por parte del Banco de México. En este escenario, el servicio de la deuda pública de México se incrementará, por lo que una mayor parte del presupuesto tendría que ser utilizado para cubrir sus servicios, reduciendo el margen de maniobra acotado para la multiplicidad de proyectos de la administración entrante.

El cierre de 2018 ha presentado retos que, finalmente, han sido sorteados con relativo éxito por la economía mexicana, desde el respeto a los resultados de las elecciones presidenciales hasta la firma del T-MEC, mientras que los próximos dos años verán un escenario económico difícil.

Los resultados de los planteamientos que está realizando el equipo de transición serán hasta por lo menos de tres años, aunque todo dependerá de los próximos 100 días.

El futuro se proyecta complicado para México. A inicios de octubre, el Fondo Monetario Internacional recortó la expectativa de crecimiento de la economía a 2.5% en 2019, mientras que la ONU proyectó que la reciente firma del T-MEC afectará la llegada de inversión extranjera directa a México, particularmente en el sector automotriz, con lo que se reforzará la caída en captación de IED del país, la cual se contrajo 6% anual en la primera mitad de 2018.

En este sentido, es fundamental comenzar los trabajos que adapten la estructura económica mexicana al reposicionamiento del orden comercial, político y tecnológico en el mundo. El gobierno entrante tiene la obligación de impulsar un marco legal que fortalezca la credibilidad y la confianza en las instituciones del Estado, así como sustentar clara y transparentemente las acciones y decisiones, principalmente en temas centrales para el desarrollo del país, como la infraestructura logística. Existe un llamado a la sensatez en la ejecución de las decisiones por parte del Estado.

En 2019, será necesario concertar una agenda de desarrollo industrial entre los actores públicos y privados del país, con miras a iniciar la adaptación acelerada de la Industria 4.0 en los sectores estratégicos —automotriz, aeroespacial, agroindustrial, entre otros— que verán reconfigurada su cadena productiva con la entrada en vigor del T-MEC.

Con esta base, en Consultores Internacionales, estimamos un crecimiento en 2018 de 2%, con una inflación al final del año entre 4.49% -4.79% y, finalmente, un tipo de cambio promedio en el año entre 19.03-19.14 pesos por dólar. Para 2019, esperamos un crecimiento en el rango de 2.0% a 2.5%.

El ritmo de la transferencia tecnológica que requerirá la industria mexicana en los próximos años necesita de experiencia, planeación y del uso de los servicios de inteligencia y consultoría que conozcan la estructura y el comportamiento del ecosistema industrial mexicano. México cuenta con los recursos humanos, materiales y de inteligencia para alcanzarlo, siempre y cuando exista voluntad de aprovechar la presente coyuntura para el bien del país.

Vicepresidente de Consultores Internacionales

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