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Hace 20 años, el economista británico James O’Neill acuñó el término BRIC para referirse así al grupo de economías emergentes que en ese momento consideraba que eran las más prometedoras del mundo: Brasil, Rusia, India y China.
Fue en el año 2001 cuando instauró uno de los acrónimos más famosos, mientras se desempeñaba como director del área de economía global del banco de inversión Goldman Sachs, en donde después ocupó la posición de presidente de la firma.
Actualmente es presidente de Chatham House, uno de los think tanks más influyentes en el mundo, conocido como el Instituto Real de Asuntos Internacionales, creado en 1920 y cuya sede se ubica en Londres, Inglaterra.
A dos décadas de que hizo famosas esas siglas, considera que la promesa de los BRIC persiste, porque cuando la creó lo hizo con el objetivo, no de presagiar un inevitable crecimiento futuro de estos países, sino de proponer una reforma de la gobernanza de la economía mundial.
En una publicación del Fondo Monetario Internacional (FMI), hizo un balance de lo que ha pasado con esas economías en los últimos 20 años.
Antes del inicio de la pandemia de Covid-19 estos países eran protagonistas, asegura, porque mucho del crecimiento económico global que logró sacar a millones de la pobreza, se debe, en gran parte, al milagro de “sus queridos BRIC”.
O’Neill considera que ahora India, pese a haber decepcionado mucho en años recientes, en general, está avanzando en la trayectoria trazada.
Además, en Brasil y Rusia el desempeño económico entre 2010 y 2020 dejó mucho que desear, tanto así, que a veces ha dicho, en tono de broma, que quizá los BRIC debieron haber sido los “IC”, es decir únicamente India y China.
“Brasil y Rusia han sido víctimas de la consabida maldición de las materias primas y, como atestiguan los datos, su desarrollo sostenible depende demasiado del ciclo mundial de las materias primas”, expone.
Destaca que cada uno de estos países presenta diferencias considerables, pero ambos necesitan diversificar sus economías para depender menos de las materias primas y conceder un papel más protagónico al sector privado.
En cambio, O´Neill señala que el dinamismo sostenido de la economía china hace pensar que está alcanzando plenamente su potencial, con más de 14 billones de dólares en 2019, dato equivalente a más del doble del Producto Interno bruto (PIB) agregado de los otros BRIC.
La mera escala de China implica que las economías BRIC combinadas son ahora más grandes que la Unión Europea y se están aproximando al tamaño de Estados Unidos, asegura.
Pronostica que la tasa de crecimiento del PIB real de China empezará a desacelerarse en 2021, dados los crecientes desafíos demográficos, pero eso no impedirá que el país destrone a Estados Unidos como la mayor economía del mundo.
Al referirse a las economías emergentes en general, en especial las grandes, estima que tras la pandemia de Covid-19 tienen que adoptar políticas fiscales inteligentes, que den prioridad a la inversión pública.
Se necesita una perspectiva diferente para evaluar el marco económico y las circunstancias reales de la política fiscal, concretamente, señala O’Neill. Es hora de distinguir verdaderamente entre el gasto público en inversión y el gasto público en consumo, agrega.