Mi canción favorita en el karaoke es “Cosas del amor”, de Vikki Carr y Ana Gabriel. ¿Sí la ubican? Si no (y si sí, también), vean el maravilloso video:

WOOOOW. No se pierdan el minuto 2:34, cuando ven el eclipse de sol de 1991 (¿o acaso será el ECLIPSE TOTAL DEL AMOR?).

A continuación transcribo la letra:

Ana Gabriel:

Amiga, tengo el corazón herido

El hombre que yo quiero se me va

Lo estoy perdiendo, estoy sufriendo

Llorando de impotencia, no puedo retenerlo

Vikki Carr:

Amiga, mientras quede una esperanza

Tú tienes que luchar por ese amor

Si él es el hombre de tu vida

No te des nunca por vencida

Que vale todo si se lucha por amor

CORO

Ana: ¿Cómo puedo hacer?

Vikki: Entrega todo

Ana: Todo se lo di

Vikki: Inventa un modo

Ana: No es posible que se pueda querer más

Vikki: Pensando así lo perderas

Ana: ¿Y si él se va?

Vikki: Lo habrás perdido

Ana: ¿Qué me quedará?

Vikki: Lo que has vivido

Ana: Tu consejo no me aleja del dolor

Vikki: Son cosas del amor

Ana Gabriel:

Amiga, yo no sé lo que está pasando

Será que habrá encontrado otra mujer

Ya no es el mismo, su indiferencia

La siento por las noches, rechaza mi presencia

Vikki Carr:

Amiga, no será que has descuidado

La forma de buscarlo en el amor

Quizá la casa, la rutina

Se ha convertido en tu enemiga

Y está cobrando un alto precio por tu error

(CORO)

(LÁGRIMAS)

Siempre la pido. Ya sea que haga el papel a Ana Gabriel o a Vikki Carr, me sale cabrón. Invariablemente rompe el cantabar. Y cuando alguna mesa rival me la gana y la interpreta de forma mediocre, me ardo muchísimo.

Jijijojó, mucha risa con las tomas del video, la ropa de ambas, la metáfora astronómica y el megradramononón de la rola, hasta que analizas la letra y te das cuenta de que es una especie de resumen de la educación sentimental que recibimos los GenX-Millennials viejos crecidos en los noventa.

Ay no me digas eso.

A poco no. Nos dijeron que si el amor no era sufrido, no era amor. Que sin drama, era insípido y aburrido. Y nos la creímos muchísimo.

Güey, pero en serio, Ana Gabriel: si el hombre que tú quieres se te va y no puedes retenerlo, ¿qué necesidad de que a huevo esté a tu lado? ¿En serio necesitabas que llegara el internet para que te dijera “Si lo amas, déjalo libre...”?

Y eso de que “Tú tienes que luchar por ese amor” es una mamada. Nadie debería luchar por un amor, porque entonces es necear, y qué culpa tiene quien no te peló o te dejó de querer. El amor no se puede forzar. Si no te aman pues ni pedo, lo aceptas con dignidad y te distraes viendo videos de gatitos hasta que se te olvida el corazón roto. ¿Por qué no enseñan esto en la escuela en lugar del himno a Benito Juárez?

No es cierto, Benito, es broma, está increíble tu canción, deberían incluirla en los catálogos de karaoke.

“Entrega todo”, aconseja Vikki más adelante. ¿Pero y Ana Gabriel con qué se queda? QUE ENTREGUE TODO. ¿Y su tiempo, su dignidad, su dinero? TODO DIJE. Porque de eso se trata ese amor con el que nos amaestraron, de quedar emocionalmente –y materialmente– en los huesos, de ser completamente vulnerable, de despersonalizarse.

Y si no ganas en esta “batalla”, habrá sido tu culpa por no matarte SUFICIENTE.

Lo único que tiene sentido de lo que dice Vikki es que, si él se va, pues Ana lo habrá perdido. Pero siempre le quedará el recuerdo. Aaaaaw. Aunque supongo que ella no sugiere atesorar la memoria, sino aferrarse a lo que ya fue mientras se retuerce de dolor porque... COSAS DEL AMOR.

Luego, Vikki, a ver. Ana te está diciendo que el tipo rechaza su presencia, ¡¿y tú le echas la culpa a ella?! ¿Que se dejó tragar por la casa y la rutina? ¿Y que eso es un ERROR? No mames Vikki. Porque claro, es chamba de ella complacer al güey, aunque él no muestre interés. Es una cosa unileteral, ¿ves? Tú no mereces nada.

En esta narrativa blanquinegra (¡como el atuendo de Ana Gabriel!), si alguien no te quiere nomás hay de dos sopas: o es tu culpa porque “no le echaste ganas”, o es culpa del otro porque “no supo apreciar tus sacrificios” y por consiguiente es una persona horrible y malvada y despreciable. Si no es pasión loca, es odio absoluto.

Qué tormento.

Y qué hueva.

***

Mi segunda rola favorita de karaoke es “Déjame vivir”, de Rocío Durcal y Juan Gabriel. Otro tema maravilloso para cantar, pero cuya letra está TODA MAL.

Ella le dice en buenísima onda que no tiene nada nada nada nada nada nada, que no que no, y él sigue ahí metiéndose a su casa en un loop eterno de terquedad.

Supongo que antes eso parecía muy romántico y no un motivo para llamar a la policía.

Nomás los arreglos jocosillos del tema hacen que una no se preocupe (tanto) por el bienestar de Rocío.

Pero, como la rola anterior nos indicó que “todo vale si se lucha por amor”, ¿quién no ha tenido que lidiar con borraches a las cuatro de la mañana, aplastados en la puerta, que no se quieren ir a pesar de haberles ya bateado de todas las formas posibles (incluida la más atenta)? Esos borraches, desgraciadamente, no siempre son Juanga.

A veces, esos borraches somos nosotres.

***

Mi tercera rola favorita de karaoke es “Con los ojos cerrados”, de Gloria Trevi. Ya todos sabemos en qué acabó eso y que la luna no fue de queso.

El video tiene su parte chingona, porque la muestra a ella trabajando un chingo e invitándole los tacos al güey. De la letra también se rescata que ella no escucha a los demás cuando le dicen que él no tiene dinero, porque pues el varo qué. Pero de ahí a creerle todas las pendejadas a un güey nada más porque “el amor es ciego e incondicional”, híjole.

Y más cuando el susodicho es Sergio Andrade.

¿Conapreeeed?

***

Definitivamente, el karaoke no es un buen lugar para tumbar ideas pendejas sobre el amor romántico. Los mejores temas hablan de que tú mi complemento mi media naranja yo te quiero sin cruzar palabras, de que los celos no eran un cuento sino el infierno que arde sin control, de que esta obsesión que me quita el sueño es la señal de que estoy ya enferma de amor, de que no podrás olvidar que te amé como yo nunca imaginé.

Espero que cada vez cantemos con más ironía y con menos “sentimiento” el pop que tanto nos dio en la madre en los años mozos. Bueno, a mí.

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