Masoquista que es uno. Pasada la fiebre de los memes de Netflix vs Blim y convencido de que para criticar algo antes hay que probarlo (máxima que aplica a todo excepto para el veneno... y para las películas de Eugenio Derbez y Martha Higareda, claro), el que esto escribe sacó su mes gratis en Blim, el flamante nuevo servicio de video en streaming de Televisa con el cual pretende hacerle competencia a Netflix en un mercado que en 2014 alcanzó los 3.4 millones de suscriptores en México y que para 2020 se estima llegue a la nada despreciable cifra de 17 millones.

Habría que recordar que cuando Netflix llegó a México, a finales de 2011, la experiencia dejaba mucho que desear: un catálogo más bien pobre (sobre todo si se tenía como referente lo que sucedía con el servicio en Estados Unidos), con algunas películas de recién estreno (Hunger Games) y series de éxito probado (Breaking Bad) que servían como único gancho para tentar a la suscripción, además de un streaming la más de la veces lento y en calidad estándar (no HD), aunque ello en realidad era culpa de las malas y lentas conexiones de internet de aquel entonces.

Hoy, en pleno 2016, el internet sigue lento pero Netflix ya se ha vuelto indispensable en nuestras vidas. ¿Cómo es que el pionero del video on demand logró esto? Mediante una idea de negocio que apenas Televisa logró entender: no se puede ganar por catálogo, no se puede ganar por precio, no se gana con algoritmos; en la batalla por el público del video en streaming, lo que gana es el contenido original.

Series como House of Cards, Orange is the New Black, Better Call Saul, Daredevil, Narcos, Bojack Horseman así como películas y documentales como The Square, What happened Miss Simone? (ambas nominadas al Oscar), Beasts of No Nation y muchas más, no sólo se han convertido en referentes de la cultura pop (el presidente Barack Obama lanzando un tuit respecto a lo que sucede en House of Cards debió ser uno de los momentos más álgidos en la historia de Netflix) sino que además son el pretexto para seguir pagando la cuota de $100 pesos mensuales por suscripción.

Mientras tanto, Televisa parecía observar con cierta displicencia el fenómeno. Llegando siempre tarde a todo lo que suene a “internet” (recuerden ejemplos como aquella penosa copia de Facebook que pretendieron levantar en México hace ya varios años), la empresa de Emilio Azcárraga se dio cuenta de algo: si el contenido original es la clave del éxito de Netflix, entonces Televisa tiene una oportunidad, siendo ellos los principales productores de contenido original para la televisión mexicana.

Existe hoy día mucho contenido de programas originales de Televisa en la plataforma de Netflix, y aunque no existen cifras claras sobre el número de reproducciones que estos alcanzan * (quién diga que El Chavo del Ocho o que la Familia Peluche es lo más visto en Netflix, que me dé su fuente porque yo no encontré cifras oficiales por ningún lado) lo cierto es que programas como La Familia Peluche, la caricatura del Chavo del Ocho así como algunas telenovelas no parecen tener precisamente bajos números.

Con una pésima campaña publicitaria que apelaba a cierto sentimiento de identidad nacional mezclado con el albur (ver imágenes abajo), Blim sale al aire con una promesa: tener  todo el catálogo de sus series, programas y (ugh!) telenovelas disponible en línea.

Y sí, yo sé que estuvo muy chistoso el Netflix vs Blim, yo sé que muchos se sienten superiores por ser usuarios de Netflix y todo pero, seamos honestos: por mucho que lo quisiéramos negar, parte de nuestra historia como mexicanos pasa en algún momento por un programa de Televisa. O dicho de otra forma: a mí no me molestaría poder ver de nuevo Odisea Burbujas, todas las temporadas de Los Polivoces, La Carabina de Ambrosio, Chiquilladas (lo sé, placer culposo infantil, lo siento) o aquella gloria kitsch del humor involuntario y cutre que puede ser La Rosa de Guadalupe (fabulosos esos caṕítulos sobre el peligro de usar Facebook, los Cosplayers o aquellos donde descaradamente copian guiones de películas norteamericanas).

Lo mismo pasa con gran parte del cine mexicano, Televisa es prácticamente el dueño plenipotenciario de toda la filmografía de Pedro Infante, Tin Tan, Cantinflas, El Santo, El Indio Fernández, Gabriel Figueroa, y hasta de la más emblemática de las obras de Luis Buñuel, Los Olvidados. No me molestaría en absoluto que todo ese contenido estuviera en una sóla plataforma, disponible cuando quiera.

El problema es que nada (o casi nada) de ese contenido está hoy día en Blim. Su catálogo, más bien triste, se compone de programas de tv olvidables, algunos de sus éxitos más sonados como La Familia Peluche, muchas telenovelas aunque no las más emblemáticas (imperdonable que no esté María la del Barrio) y sus exclusivas son de risa, apenas algunos programas entre los que destaca ‘Operación Cisne Negro’, el “informe” de cómo recapturaron por tercera vez al Chapo Guzmán, conducido por Loret de Mola (toma eso, Netflix).

De todo el contenido exclusivo de Blim sólo hay uno que se rescata: el documental de editorial Clío sobre la historia de la democracia en México (escrito y narrado por José Woldenberg).

Tienen, eso sí, un golpe interesante en el terreno de las exclusivas: todo el catálogo de las películas Bond es de ellos. Esto supondría un juego donde todos perdemos: si Blim sale al mercado a hacerse de este tipo de “exclusivas”, los usuarios de otras plataformas terminamos perdiendo.

En cuanto a aspectos técnicos, Blim tiene aún severos problemas. En mi prueba, un internet de 10 MB fue insuficiente como para ver una película Bond sin interrupciones, amén de que son pocos los contenidos que tienen en HD y su curaduría de listas es casi pueril (“Películas de explosiones”).

Hay dos grandes incógnitas que me hacen dudar del eventual éxito de Blim. La primera, ¿por qué la gente tendría que pagar $110 pesos al mes para ver contenido que hoy en día pueden ver en Youtube? Y es que desde películas, series y novelas, prácticamente toda la programación que mencioné arriba está hoy día disponible gratis en  Youtube. Justo hace unos días corrió la noticia de que el El Chavo del Ocho es uno de los contenidos con más vistas en aquella plataforma. ¿Qué va a hacer Televisa, bajarlos de Youtube para tenerlos en exclusiva en Blim?

Segundo: ¿realmente creen que su público meta (aquel que ve telenovelas y futbol) va a cambiar la televisión por un celular o un iPad? Al inicio del portal de Blim, aparece una imagen cándida de un par de viejitos sosteniendo un iPad y sonriendo. ¿Televisa realmente cree que mi abuelita dejará de ver las telenovelas en su televisor para verlas en el iPad? De una vez se los digo: no fucking way, amigos.


Twitter: @elsalonrojo

*¿Qué ven los papás mexicanos en Netflix?, Milenio Diario, junio 2015.

¿Qué ven los mexicanos en Netflix?, Forbes, febrero 2014.

Google News

Noticias según tus intereses