La izquierda mexicana no acepta la versión optimista de un capitalismo benigno futuro, pero tampoco ofrece una alternativa teórica clara y práctica frente al conjunto de reglas y mecanismos del capitalismo triunfante.

Hay un sector de ciudadanos a los que la historia política de México ha vuelto, y con razón, muy escépticos ante cualquier fuerza política que se convierte en mayoritaria y toma el control del aparato de gobierno.

Un diagnóstico catastrofista elaborado desde Londres sobre el proceso político mexicano actual, coincide punto por punto con el de la oposición de derecha de nuestro país: hay un clima de angustia entre los inversionistas norteamericanos en México.

La reforma judicial es un asunto consustancial a nuestra soberanía, pero la gran potencia vecina decidió hacer evidente que también es asunto suyo porque México está en su zona de influencia.