Rennes, Francia. Algunos elementos de lo que trajo la Reforma Educativa en México se asemejan a la realidad del Sistema Educativo Francés. Por ejemplo, el tan sonado enfoque de “Escuela al Centro”, que pretende darles más autonomía a las escuelas de nivel básico, pero más notablemente, el método de reclutamiento del profesorado, que en ambos países se realiza ahora a través de un Concurso o Examen de Oposición.

Aplaudo que se imiten las prácticas que incentivan el mérito y la transparencia, como lo es la contratación de profesores por medio de evaluaciones, y no por influyentísimos, como se daba con frecuencia anteriormente. Sin embargo, para llegar a la anhelada profesionalización del Magisterio, faltaría adoptar una práctica más del sistema de L’École de la République: la capacitación obligatoria de los profesores.

¿A qué me refiero con esto? Tanto en Francia como en México, cualquier persona con una licenciatura –independientemente de cual sea- puede ser parte del Servicio Profesional Docente. Así, un abogado, contador, ingeniero o médico pueden ser maestros siempre y cuando aprueben el Examen de Oposición. La diferencia es que Francia agrega una condición más: el interesado tiene que cursar dos años de Maestría enfocada en el nivel específico que desea ejercer, es decir; preescolar, primaria, secundaria o bachillerato. Con ello, no únicamente se aseguran de que los futuros maestros tengan los conocimientos que demanda la Educación Nacional, sino que cuente también con otros elementos esenciales: la práctica y las competencias didácticas-pedagógicas que este trabajo exige.

En México, por otra parte, basta con quedar en los primeros lugares del examen de oposición para obtener un puesto de trabajo. Claro que existen otros procedimientos para el nombramiento definitivo, como mostrar evidencias y volver a presentar el examen al año siguiente, pero no se contempla la asistencia obligatoria a ningún tipo de clases o capacitación que oriente cómo ejercer el oficio.

Contemplo tres razones principales para que este tipo de capacitaciones existan. La primera es que un examen de opción múltiple, como lo es el de Oposición, resulta insuficiente para determinar la habilidad de una persona para enseñar, pues por más preguntas formuladas a modo de “casos” que tenga, todas ellas pueden contestarse si se estudian los documentos oficiales, mas no necesariamente si se sabe aplicarlos. La segunda es que si tuviéramos capacitaciones homogéneas desde antes de que los maestros iniciaran su carrera, ya no habría tanta necesidad de supervisar la práctica después, tarea en que el Sistema ha demostrado tener grandes complicaciones operativas. La tercera es la reivindicación de la Educación como una Ciencia, pues lamentablemente muchos piensan que enseñar es sólo cuestión de vocación y de paciencia, cuando existen arduas investigaciones que en este terreno se han llevado a cabo, y que deben ser difundidas.

Si creemos que la Educación es esencial para el desarrollo de un pueblo, entonces la Educación de quienes van a impartirla es un asunto prioritario. Ya contamos con una importante plataforma para el acceso de perfiles idóneos al Servicio Profesional Docente, pero ahora hace falta pasar de interesarnos de lo que los futuros maestros saben a lo que saben hacer con ello, y las capacitaciones son, sin duda, el medio para conseguirlo.

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