Es compromiso del nuevo gobierno reducir sustancialmente la pobreza. Deben erradicar su rostro más lacerante: la pobreza crónica. También se debe terminar la pobreza laboral.

La pobreza laboral es producto de decisiones del gobierno. La contención salarial y la permisividad de las contrataciones sin seguridad social, que fueron promovidas por la Secretaría del Trabajo durante décadas.

La política laboral produce pobreza. 40% de quienes trabajan tienen ingreso inferior a la canasta alimentaria. Además hay más de 8 millones de trabajadores asalariados en empresas formales y 1 millón en el gobierno sin seguridad social. Son “informales” por la complicidad de las autoridades.

La pobreza laboral fue el tema de mi colaboración anterior (El Universal , Julio 31, 2018).

La otra faceta de la pobreza en México es la pobreza crónica. Son hogares que viven en situación extrema. Padecen una exclusión que se mantiene por generaciones, incluso por siglos, como el caso de comunidades indígenas.

La pobreza crónica tiene diversas manifestaciones. No hay “medición” oficial. Son al menos entre 25 y 30 millones de personas.

La pobreza crónica está relacionada con ingresos inestables. A veces menores al costo de la canasta alimentaria, a veces ligeramente encima.

También se asocia al aislamiento. Hay casi 80 mil localidades totalmente aisladas. Ahí viven casi 7 millones de personas. Además hay otras 70 mil localidades, lejanas de centros urbanos y carreteras, ahí viven otras 13 millones de personas. (Datos de CONAPO). La gran mayoría de quienes viven en esas 150 mil localidades padecen pobreza crónica.

La pobreza crónica afecta sobretodo a las comunidades indígenas. Sólo el 6% de personas indígenas no presentan ingresos bajos o carencias sociales. Casi tres cuartas partes viven en pobreza (72%). Y cuatro de cada diez viven con ingreso inferior al costo de la canasta alimentaria (42%).

Las carencias sociales asociadas a la pobreza crónica también son aquellas que reproducen la pobreza durante el ciclo de vida y la heredan a la siguiente generación. Son personas que enfrentan múltiples obstáculos además de muy bajo ingreso e inestable.

En el ciclo de vida, el primer obstáculo es la desnutrición crónica infantil. Impide el desarrollo pleno del cerebro durante los primeros mil días de vida y tiene secuelas para toda la vida. Afecta el desarrollo cognitivo, emocional y la sociabilidad para el resto de la vida.

La otra carencia con efectos para toda la vida se presenta en la adolescencia y juventud: truncar los estudios antes de concluir el ciclo secundario, es decir, la educación media superior (EMS). Más del 80% de jóvenes de bajos ingresos (decil I) mayores de 20 y menores de 30 no tienen concluida la EMS.

Y el siguiente factor de pobreza crónica se asocia totalmente con la pobreza laboral. Acceder a fuentes de trabajo precarias, con bajos ingresos, sin seguridad social y sin prestaciones. Hay otros factores que no abordo por falta de espacio.

Lo importante es que las intervenciones clave para atender y erradicar en pocos años la pobreza crónica están al alcance.

De hecho, el programa Prospera de origen tenía como finalidad romper la transmisión intergeneracional de la pobreza. Hay que recuperar su objetivo y arreglar su funcionamiento. Cuenta con los recursos en presupuesto. Por su diseño puede lograr resultados frente a la pobreza crónica, siempre y cuando garantice atención en salud y en educación, con calidad y pertinencia.

El nuevo gobierno puede hacer la diferencia, minimizando la pobreza laboral y erradicando la pobreza crónica. No se requiere mucho más dinero. Basta efectividad y decisión política. Hacer realidad que “por el bien de todos, primero los pobres”.

Consultor internacional en programas sociales.
@rghermosillo

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