Ningún candidato habló en el tercer debate presidencial sobre movilidad social. Una oportunidad perdida importante. Movilidad social se refiere a qué tanto nuestros recursos económicos en la niñez determinan nuestra riqueza en la adultez. Por ello, es un concepto clave para disminuir la pobreza, desigualdad y potenciar el crecimiento económico incluyente.

Para México el tema es importantísimo. Nuestra desigualdad es permanente. En el Informe Desigualdades en México 2018 elaborado por El Colegio de México (http://desigualdades.colmex.mx/), en el cual colaboré, se señala la raquítica movilidad social del país. Por un lado, hay una persistencia de la pobreza o riqueza, si naces en cualquiera de los dos extremos tienes aproximadamente 80% de probabilidad de que en tu vida adulta te quedes muy cerca del nivel económico con el que naciste. Por otro, no existe la posibilidad real de ascenso social: de cada 100 mexicanos que nacen en la pobreza solo 2 podrán lograr llegar a ser ricos en su vida adulta. Este es un número sumamente bajo: en Canadá y Dinamarca este número es de 12 a 13 personas. Es decir, esos países tienen una movilidad social ascendente seis veces mayor que la de nuestro país.

Los datos son contundentes, si naces rico mueres rico, y si naces pobre mueres pobre. Aunque el talento y las habilidades pudieran estar equitativamente distribuidas, las oportunidades no lo están. Tenemos una sociedad estratificada donde la riqueza inicial juega un rol fundamental para determinar resultados futuros. Esto se agrava cuando tocamos cuestiones de género. Las mujeres tienen una menor movilidad social que los hombres. Esto se debe principalmente a su baja tasa de participación en el mercado de trabajo (alrededor de 45%). Las mujeres que no trabajan por una remuneración dependen de los ingresos de su pareja o de la herencia recibida. Adicionalmente, se enfrentan a mayores obstáculos que los hombres: discriminación, menores salarios, estereotipos, entre otros.

Para promover la movilidad social se requiere pensar en igualdad de oportunidades y en el funcionamiento del mercado laboral. En el primero tenemos que lograr que la calidad escolar, de salud, de infraestructura sea similar entre colonias y regiones de diferente nivel socioeconómico. Esto es más relevante en la primera infancia y en la niñez para lograr que las brechas de habilidades no aparezcan. Sin embargo, en nuestro país si naces en la pobreza en Chiapas tienes menor movilidad social que si naces en la pobreza en Nuevo León. El origen determina el destino.

El mercado de trabajo tampoco ha ayudado a la movilidad social. El salario real al mes en el IMSS es de alrededor de 6 mil pesos sin grandes cambios en 18 años, resultados similares pueden obtenerse con datos de Inegi. A pesar de tener crecimiento económico, las pocas ganancias del mismo no se las han llevado los trabajadores. Tenemos una situación donde es posible que un trabajador con un ingreso de dos salarios mínimos y una familia de cuatro sea catalogada como pobre. Esto tiene que cambiar.

Es una tragedia que la lotería del nacimiento determine nuestros resultados de vida. El Estado tiene un rol clave para evitar que esa profecía se cumpla. Al lograr igualdad de oportunidades, mayores personas pueden desarrollar sus habilidades a su máximo potencial. Todos como sociedad nos beneficiamos, pero tal vez con ello logremos algo más importante: vivir en libertad con una variedad de opciones atractivas de lo que nos podemos convertir.

Profesor-investigador de El Colegio de México.
@ rmcamposvazquez

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